La Evangelización y María
Padre César Palomino Castro, CMF
En la Evangelii nuntiandi llamada María "estrella de la evangelización" (n. 82), y se atrae la atención sobre ella justamente al final de la exhortación apostólica. Téngase presente la fecha del documento, 8 de diciembre de 1974, fiesta de la Inmaculada Concepción, la misma de la clausura del Vat II; María en su plenitud de gracia es la estrella que ilumina al evangelio, al evangelizador y a la iglesia evangelizadora; y justamente porque es inmaculada es el modelo que el evangelizador debe presentar al hermano a quien ofrece la palabra de Dios. María habla con su santidad, demuestra la verdad y la eficacia de la palabra en su vida, enseña a creer, a acoger, a responder humildemente, generosamente, plenamente.
Además de iluminar la evangelización, María ayuda al que lleva el mensaje y al que lo recibe, colaborando para hacer vivir el Evangelio. Para el que escucha la buena nueva María sigue siendo cada día la Virgen de la epifanía para el mundo que viene"; pero al mismo tiempo es siempre la Virgen de la anunciación que respondiendo con su propio “hágase” da la vida al Verbo en el alma del hombre. Para el que evangeliza, María sigue siendo signo y prenda de fídelidad y de fecundidad en la fe, porque su presencia en el seno de la Iglesia es de constante intercesión, a fin de que el Espíritu del Señor continúe acompañando la oferta y la respuesta inherentes a la evangelización. Y la oración de María es siempre escuchada.
Se pueden añadir dos observaciones La verdadera evangelización tiene sus características propias: lleva el signo de la novedad real, abre el corazón al gozo, hace crecer la esperanza, responde a las exigencias de todo hombre, compromete a una respuesta que transforma al que la acoge. Ningún evangelio como el anunciado por María con su vida responde tan exactamente a estas características. Por otra parte, hay que tener presente que María, además de ser ella misma evangelio vivido y ofrecido silenciosamente a sus hijos, ha dejado en el evangelio escrito sus palabras más hermosas: el anuncio gozoso del Magníficat. Es una página admirable, vivida y repetida con el entusiasmo del que está lleno del Espíritu Santo, dicha en el umbral del evangelio a Dios v a los hombres, sugerida por el grande y único evangelizador que es Jesús, hijo de María.
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