miércoles, 31 de julio de 2019

Santo Evangelio 31 de julio 2019



Día litúrgico: Miércoles XVII del tiempo ordinario

Santoral 31 de Julio: San Ignacio de Loyola, presbítero

Texto del Evangelio (Mt 13,44-46): 

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, (…) va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».


Parábolas del "tesoro" y de la "perla" (el Reino de Dios)

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) 
(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy escuchamos de Jesús —por enésima vez— que el Reino de los Cielos "es semejante a…". En efecto, Dios y su Reino son realidades muy ricas, muy grandes y, para aproximarnos a ellas con palabras humanas, Jesucristo se sirve de un amplio abanico de comparaciones. Sólo aceptando todo el conjunto de comparaciones podemos acercarnos al mensaje de Cristo. 

La "soberanía de Dios" es una realidad "misteriosa". Se presenta discretamente (como la "levadura") ante la historia, pero es determinante y de gran valor: vale la pena dejarlo todo por este Reino. Es el tesoro enterrado en el campo: quien lo encuentra lo vuelve a enterrar y vende todo lo que tiene para poder comprar el campo, y así quedarse con el tesoro. Una parábola paralela es la de la perla preciosa: quien la encuentra también vende todo para hacerse con ese bien, que vale más que todos los demás.

—Señor, Rey mío, ayúdame a desprenderme de "cosas" para dar espacio a tu soberanía.

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LECTURA BREVE Hb 13,7-9a


LECTURA BREVE Hb 13,7-9a

Acordaos de aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de Dios: reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis extraviar por doctrinas llamativas y extrañas.

Laudes a María


Laudes a María


Casiano Floristán 

  

«Dios re salve, María», 
doncella agraciada de Nazaret, 
nacida inmaculada. 
Salve, mujer del pueblo, 
creyente, pobre y sencilla, 
abierta a la sabiduría divina. 
Salve, espejo y resto de Israel, 
vivo rescoldo entre cenizas, 
en espera del cumplimiento 
de las promesas del Dios.

«Alégrate, María, llena de gracia, 
Dios está contigo». 
Así re saludó el ángel Gabriel, 
cuando estabas prometida 
con José, varón justo de Nazaret. 
Te anunció que serías fecunda 
a la sombra del Espíritu 
y darías a luz un hijo, llamado Jesús. 
Fuiste oyente de la palabra, 
obediente y activa, privilegiada, 
llena de gracia y hermosura.

«Dichosa fuiste, María», 
cuando embarazada 
subiste presurosa a la montaña, 
a visitar a Isabel, 
para comunicarle la buena nueva
del adviento del Señor, 
y recibir el elogio de ser 
la más dichosa de las mujeres.

«Bienaventurada eres, María», 
presente en las bodas de Caná, 
atenta a las penurias humanas 
y a la palabra salvadora de tu Hijo, 
«Haced lo que él os diga», 
dijiste al maestresala de la gran Boda, 
en medio de los ajetreos de una boda humilde. 
Eres María, hija de Sión, 
la mujer nueva.

Bendito es tu seno, madre de Jesús y madre nuestra. 
Así te alabó una mujer del pueblo, 
maravillada de m dicha materna. 
Una alabanza mayor 
recibiste de tu hijo Jesús, 
cuando sentenció: «Más dichosos son 
los que cumplen la palabra de Dios».

Serena y dolorosa, 
de pie, junto a la cruz, 
modelo de creyentes, 
madre de la Iglesia. 
Al cielo te llevaron los ángeles 
palmo a palmo, 
por la gracia de Dios. 
«Dios re salve, María». 

martes, 30 de julio de 2019

Santo Evangelio 30 de julio 2019



Día litúrgico: Martes XVII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,36-43): 

En aquel tiempo, (…) se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «(…) De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».


No todo acaba con la muerte: el juicio de Dios

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) 
(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy, la parábola de la cizaña nos transmite un doble mensaje. Primero, para el tiempo actual: durante este "tiempo de la Iglesia" constataremos que junto al Reino de Dios —que nos trajo Jesucristo— aparece también el mal. Dios no se precipita en extirparlo: es la "paciencia de Dios", que respeta la libertad humana, porque Él nos deja caminar agarrados a una cuerda muy larga.

Segundo, para el más allá del tiempo: no todo acaba con la muerte. Es la certeza fundamental de la que parte la fe cristiana (y, en distintas modalidades, es común a toda la humanidad). La persona sabe, en cierto modo, que hay algo más, otra cosa. Eso significa que tenemos una responsabilidad para con Dios, que existe un juicio, y que la vida humana puede fructificar o fracasar.

—Te pedimos, Señor, que nos ayudes a dar fruto en nuestras vidas, un fruto que permanezca. Sólo así la tierra se transforma de valle de lágrimas en "jardín de Dios".

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La fuente


La fuente

 Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R. 



Cuando María la Virgen 
llevaba al Niño a la fuente
cuatro luceros nacían
como rocío en la frente.

Con sólo mirar el agua 
qué firmamento surgía.
Cuatro estrellas se bañaban
en la fuente cada día.

Con los ojos de su Madre
qué orgulloso estaba el Niño.
Jesús miraba a la fuente
la Madre miraba al Hijo.

Y entre la Madre y el Hijo
cuatro luceros sembraban
cada mañana en la fuente
que el firmamento alumbraban.

El Niño a ver las estrellas
jugaba, mientras la Madre
de agua el cántaro llenaba
para llevarla a su padre.

José en el taller quedaba
ebanista y carpintero
sacándole caracolas
con arte a cada madero.

La Madre miraba el agua
irisada de colores
el Niño chapuceaba,
qué escena tierna de amores.

Qué idilio los dos formaban
cada mañana en la fuente
jugando a juntar luceros
con sus ojos relucientes.

El agua hacía de espejo
tornasolado de sol
y el cántaro se llenaba
con la bendición de Dios.

Y cuando a casa volvían
José absorto les miraba
tan sólo un sorbo bebía
y de estrellas se llenaba.

Luego besaba a María
besaba después al Niño
y en el cielo los luceros
sonreían con un guiño.


LECTURA BREVE Rm 13, 11b. 12-13a


LECTURA BREVE Rm 13, 11b. 12-13a

Ya es hora que despertéis del sueño. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad.

lunes, 29 de julio de 2019

Santo Evangelio 28 de julio 2019



Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): 

En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».


Santa Marta

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) 
(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy, en la celebración de santa Marta, el Evangelio nos propone el episodio de la visita de Jesucristo a Betania, a la casa de Marta y María, hermanas de Lázaro. Marta andaba atareada en muchos quehaceres, mientras que María se hallaba sentada tranquilamente a los pies del Maestro para escucharlo. A Marta, que se quejaba porque su hermana no le ayudaba, Jesús le responde: "María ha elegido la mejor parte". 

Este episodio nos recuerda la primacía de la vida espiritual, la necesidad de alimentarnos con la Palabra de Dios para dar sabor a las ocupaciones diarias. Es una invitación oportuna para el verano: el descanso puede ayudar a recuperar el equilibrio entre activismo y contemplación, entre la prisa y los ritmos más naturales, entre los numerosos ruidos y el silencio que fomenta la paz.

—Jesús, cuando Lázaro yacía en el sepulcro, santa Marta corrió a recibirte a las afueras de Betania para pedirte lo "imposible": ¡y lo hiciste realidad!

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La Fortaleza


La Fortaleza


La Fortaleza
que es la fuerza de la fe
pacifica nuestros miedos,
los transforma en Caridad,
y juntas acrecientan
el amor Y la humildad
que dan la oportunidad
de percibir la Alegría
al contemplar a Jesús
en e! Santuario de María.

Fuente: Libro, María el primer Sagrario

LECTURA BREVE Rm 12, 1-2


LECTURA BREVE Rm 12, 1-2

Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.

domingo, 28 de julio de 2019

Santo Evangelio 28 de julio 2019



Día litúrgico: Domingo XVII (C) del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Lc 11,1-13): Un día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar, cuando hubo terminado, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan lo enseñó a sus discípulos». Les dijo: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día el pan que necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos todos los que nos han ofendido. Y no nos expongas a la tentación’».

También les dijo Jesús: «Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo nada que ofrecerle’. Sin duda, aquel le contestará desde dentro: ‘¡No me molestes! La puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada’. Pues bien, os digo que aunque no se levante a dárselo por ser su amigo, se levantará por serle importuno y le dará cuanto necesite. Por esto os digo: Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso algún padre entre vosotros sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!».


«Jesús estaba en oración… ‘Señor, enséñanos a orar’»

Abbé Jean GOTTIGNY 
(Bruxelles, Bélgica)

Hoy, Jesús en oración nos enseña a orar. Fijémonos bien en lo que su actitud nos enseña. Jesucristo experimenta en muchas ocasiones la necesidad de encontrarse cara a cara con su Padre. Lucas, en su Evangelio, insiste sobre este punto. 

¿De qué hablaban aquel día? No lo sabemos. En cambio, en otra ocasión, nos ha llegado un fragmento de la conversación entre su Padre y Él. En el momento en que fue bautizado en el Jordán, cuando estaba orando, «y vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi hijo; mi amado, en quien he puesto mi complacencia’» (Lc 3,22). Es el paréntesis de un diálogo tiernamente afectuoso. 

Cuando, en el Evangelio de hoy, uno de los discípulos, al observar su recogimiento, le ruega que les enseñe a hablar con Dios, Jesús responde: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre…’» (Lc 11,2). La oración consiste en una conversación filial con ese Padre que nos ama con locura. ¿No definía Teresa de Ávila la oración como “una íntima relación de amistad”: «estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama»? 

Benedicto XVI encuentra «significativo que Lucas sitúe el Padrenuestro en el contexto de la oración personal del mismo Jesús. De esta forma, Él nos hace participar de su oración; nos conduce al interior del diálogo íntimo del amor trinitario; por decirlo así, levanta nuestras miserias humanas hasta el corazón de Dios». 

Es significativo que, en el lenguaje corriente, la oración que Jesucristo nos ha enseñado se resuma en estas dos únicas palabras: «Padre Nuestro». La oración cristiana es eminentemente filial. 

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La Oración del cristiano



LA ORACIÓN DEL CRISTIANO

Por José María Martín OSA

1.- A solas con Dios, Jesús oraba. Es muy significativo que uno de los discípulos de Jesús le formulara un día esta petición: "Señor, enséñanos a orar". Hay un hecho muy sencillo que merece ser resaltado: Jesús oraba. Estamos acostumbrados a ver a Jesús como el "Hijo amado" (Mc 1,11) y por tanto como alguien que vivió constantemente en una comunión natural y espontánea con Dios. Ello hace más significativo, si cabe, el hecho de que durante su existencia terrena Jesús no dejara de emplear el tiempo necesario para detenerse y adentrarse de forma concreta en la intimidad divina, en un "a solas con Dios".

2.- Dios es "Abbá", Padre. ¿Qué ha querido decir Jesús al llamar a Dios en su oración Abbá? Este término traduce una intimidad única. No ofrece ninguna duda que los fieles judíos creían en un Dios que amaba y cuidaba a su pueblo, y que en ningún caso era un Dios lejano. La relación entre Jesús y Dios aparece sin embargo en una intimidad mucho mayor y profunda que nos permite hablar incluso de una comunión total, de unidad de vida entre ambos. La utilización del término Abbá es un signo de confianza, de amor filial. Traducido a nuestro lenguaje es como llamar a Dios "papaíto". Como un niño se vuelve a su padre o a su madre al tropezar con la más pequeña dificultad, el que dice a Dios Abbá está viendo en él a alguien siempre presente y dispuesto a acompañarle y ayudarle a avanzar, en particular en los momentos más difíciles. Esta confianza es una inimaginable fuente de libertad. Pero a continuación de "Padre" añadimos: "nuestro". La nueva relación con Dios implica como consecuencia una nueva relación con los hombres. El Dios de Jesucristo no consiente relación individualista alguna. De ahora en adelante no estamos solos, sino que formamos parte de una comunidad. La expresión "Padre nuestro" resume los dos grandes mandamientos, que no pueden entenderse el uno sin el otro: el amor a Dios y el amor al prójimo.

3.- Alabar, pedir, agradecer, ofrecernos…... En el Padrenuestro alabamos el Santo nombre de Dios, que un judío apenas podía pronunciar. Pero la confianza en Dios que nos ha transmitido Jesucristo nos hace hablar con él con toda confianza y a su vez con todo respeto a su santo nombre. En el Padrenuestro le pedimos a Dios muchas cosas: "venga a nosotros tu Reino", "danos hoy nuestro pan de cada día", "no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal". Nuestra oración debe ser perseverante: "Pedid y se os dará". Pedir con confianza sí, pero colaborando también a que se haga realidad lo que pedimos. No podemos pedir por la paz del mundo si nosotros no somos constructores de paz. Dicen que la oración de petición es la más practicada… Estamos acostumbrados a pedir y nos olvidamos de dar gracias. En el salmo 137, que hoy proclamamos, su autor da gracias "de todo corazón" porque "cuando te invoqué me escuchaste". En la primera lectura Abraham "el amigo de Dios" le pide a Dios que no destruya la ciudad y obtiene respuesta "En atención a los diez, no la destruiré". Pero no había ni diez justos…. En la curación de los diez leprosos sólo hay uno que es agradecido. ¿Sabemos conjugar la oración de petición con la de acción de gracias? También en el Padrenuestro nos ofrecemos a Dios "Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo". ¡Qué difícil nos es decir esta parte de la oración! Muchas veces confundimos la voluntad de Dios con nuestra voluntad. Tengamos en cuenta que la voluntad de Dios es la felicidad de hombre y nos costará menos aceptarla en nuestra vida. En el Padrenuestro pedimos perdón a Dios por nuestras ofensas. En el "antiguo" Padrenuestro en castellano decíamos "deudas", expresión mucho más pobre que confundía, pues podía entenderse que estábamos hablando sólo de las deudas económicas o materiales. Pero no debemos olvidar lo que sigue..."como también nosotros perdonamos a los que nos han ofendido". Esto nos compromete a ser nosotros también "perdonadores". No podemos tener la cara de pedir perdón si no somos capaces de perdonar. Hay personas que se saltan esta expresión del Padrenuestro. Si actuamos así somos como el siervo que fue perdonado en una gran deuda por el rey y no fue después capaz de perdonar a otro una pequeña deuda.

4.- ¿Sabemos rezar el Padrenuestro? ¿Cómo lo hacemos? Tenemos que orar con esta hermosa oración dándonos cuenta de lo que decimos en cada frase, sintiéndolo en nuestro interior, comprometiendo nuestra vida con las palabras que decimos. Me emociona ver cómo hasta los niños de 2 años saben rezarlo. Que no pase un día de nuestra vida sin haber orado con el Padrenuestro. Hacerlo vida es la mejor manera de vivir el Evangelio.

LECTURA BREVE Ap 7, 10. 12


LECTURA BREVE Ap 7, 10. 12

¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero! La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.

sábado, 27 de julio de 2019

Santo Evangelio 27 de julio 2019


Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,24-30):

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: 'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero'."»

Palabra del Señor


La paciencia de Dios

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench 
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos descubre con mucho realismo la lucha que entraña el Reino a causa de la presencia y la acción de un "enemigo" que siembra "cizaña" en medio del grano. Los siervos del amo del campo querrían arrancarla, pero éste no se lo permite. 

Esta parábola explica la coexistencia del bien y del mal en el mundo, en nuestra vida y en la misma historia de la Iglesia. Jesucristo nos enseña a ver las cosas con realismo cristiano y a afrontar cada problema con claridad de principios, pero también con prudencia y paciencia. Esto supone una visión "trascendente" (sobrenatural) de la historia, en la que se sabe que todo pertenece a Dios y que todo resultado final es obra de su Providencia. 

—Dios, Padre y Señor de misericordia, haz que el recuerdo del destino final de los buenos (la recogida del grano en el granero) y de los malos (la quema de la cizaña) impida que abusemos de tu paciencia.

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La dulce mirada



La dulce mirada


Manuel Machado



Citando de hinojos, Reina y Madre, miro
vuestra divina imagen, en madera,
barro y color, la propia vida diera
para dárosla a vos, en un suspiro.

...Mas ya siento caer sobre mi frente
VUestra dulce mirada. Y un consuelo
infinito de amor me ofrece un cielo
-que no sabré ganar- eternamente.

Y, vuelta a mí la vista, al miserable
mundo que en nuestra vida apenas dura
-riave o nube- minuto despreciable:
"Triste -rne digo-, efímera criatura,
tú eres el insensible y muerte deleznable,
tú eres el barro, el leño y la pintura."

LECTURA BREVE 2 Pe 3, 13-15a


LECTURA BREVE 2 Pe 3, 13-15a

Nosotros conforme a la promesa del Señor esperamos cielos nuevos y tierra nueva, en los que tiene su morada la santidad. Por eso, carísimos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad con toda diligencia que él os encuentre en paz, sin mancha e irreprensibles. Considerad esta paciente espera de nuestro Señor como una oportunidad para alcanzar la salud.

viernes, 26 de julio de 2019

Santo Evangelio 26 de julio 2019



Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,18-23):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.» 


La fe sin obras es una fe "muerta"

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) 
(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy la "Parábola del sembrador" es como una advertencia que no se ha de olvidar, y una invitación perenne a responder con frutos al amor con el que Él cuida de nosotros. La fe nos permite reconocer a Cristo en el prójimo, y Su mismo Amor nos impulsa a transformar la Palabra recibida en vida entregada.

La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino. Con palabras fuertes —que siempre atañen a los cristianos—, el apóstol Santiago dice: «Si no se tienen obras, [la fe] está muerta por dentro (…). Muéstrame esa fe tuya sin las obras, y yo con mis obras te mostraré la fe» (St 2,17-18).

—Sostenidos por la fe, miramos con esperanza a nuestro compromiso en el mundo, aguardando unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia.

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La canción de María



La canción de María


Rafael Ángel Marañón


¡Con que múltiples figuras los hombres te han retratado!
Hasta mi mísera rima también se atrevió a cantar, 
Y en cuanta ocasión podía, tus grandezas relatar. 

Eres la madre del Verbo que de tu carne enfundado,
Impenetrable y divino, quiso encarnarse de ti; 
Y nadie sabe el misterio, que sucedió... porque sí 

Porque Dios propuso hacernos un regalo inesperado,
Digno de su majestad y de su amor infinito,
De su gran munificencia, de su altruismo bendito. 

Como era cosa imposible, para el hombre ser librado   
De su perfidia heredada, de su condena eternal,
Plació al Creador redimirlo por tu vientre maternal. 

Y portando en tu inocencia al que tiene el Principado,
Aceptando que el prodigio no era obra del azar,
Diste, de tu vida al mundo, al que lo había de salvar. 

Al que complace a su Padre y que tanto tú has amado;
Al Cristo que vislumbraron en su visión los profetas, 
Que a los ángeles deslumbra, y al que cantan los poetas. 

Al Rey, por derecho propio, para ser siempre adorado 
En los coros celestiales; al que alaba la creación,
Y con el débil humano quiere tener comunión. 

Y suspendido de gozo ante el milagro sagrado,
De cantarte, aun con torpeza, no he de cansarme jamás,
Que donde more tu hijo, allí también morarás.

LECTURA BREVE Is 55, 3


LECTURA BREVE Is 55, 3

Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David.

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jueves, 25 de julio de 2019

Santo Evangelio 25 de julio 2019



Día litúrgico: 25 de Julio: Santiago apóstol, patrón de España

Texto del Evangelio (Mt 20,20-28): 


En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?». Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?». Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre» (…).

Santiago el Mayor, apóstol

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) 
(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy recordamos a Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo y hermano de san Juan. Santiago pudo participar, juntamente con Pedro y Juan, en la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní y, algunos días antes, en la Transfiguración del Señor. Al inicio de los años 40 del siglo I fue martirizado por el rey Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande. 

De Santiago podemos aprender la prontitud para acoger la llamada de Jesucristo, dejando la "barca" de nuestras seguridades humanas; el entusiasmo al seguirlo por los caminos que Él nos señala más allá de nuestra presunción ilusoria; la disponibilidad para dar testimonio de Él con valentía, hasta dar la vida. El camino desde el monte de la Transfiguración hasta el monte de la agonía, simboliza toda la peregrinación de la vida cristiana, entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios.

—Jesús, gracias al ejemplo de Santiago, sabemos que si te seguimos, incluso en medio de las dificultades, vamos por el buen camino.

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La paz se llamaba José

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La paz se llamaba José


José Luis Martín Descalzo

  

La paz se llamaba José
José! José! ¿Qué hermoso es recordarle!
Él ha sido, después de Jesús, lo mejor de mi vida.

Mi madre -lo recuerdo- dijo un día:
"Ahora ya eres mujer»,
y se quedó mirando cómo cruzaba el tiempo por mis pechos
y me florecía
el corazón de mis catorce años.

Buscó en mis ojos y no entendió si eran maternales,
y dijo: "Es tan extraño: pareces
ser virgen y fecunda". Y se reía.

Yo tampoco entendía por qué todos los hombres
al cruzar por la calle me miraban, y luego
entornaban los ojos al hacerlo,
y después, tartamudos, me pedían disculpas,
como cuando has rozado un lirio sin quererlo.

Yo estaba reservada, lo sabían.

Pero nadie entendía para quién.

Por eso cuando alguien habló de matrimonio,
yo temblé. No entendía. Algo
se me quebraba dentro. Y tuve miedo.

Pero luego alguien pronunció un nombre
y yo entendí que la paz se llamaba José.

Él era distinto. La primera vez que nos vimos
su sonrisa cruzó mi alma sin pisarla
y yo me sentí libre bajo su mirada,
y al volver a mi casa
volví a sentirme entera,
como enteras quedan las manos cuando pasa el sol.



LECTURA BREVE Ef 2, 19-22


LECTURA BREVE Ef 2, 19-22

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu. 

miércoles, 24 de julio de 2019

Santo Evangelio 24 de julio 2019



Día litúrgico: Miércoles XVI del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mt 13,1-9): 

En aquel tiempo, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga».


«Una vez salió un sembrador a sembrar»

P. Julio César RAMOS González SDB 
(Mendoza, Argentina)

Hoy, Jesús —en la pluma de Mateo— comienza a introducirnos en los misterios del Reino, a través de esta forma tan característica de presentarnos su dinámica por medio de parábolas.

La semilla es la palabra proclamada, y el sembrador es Él mismo. Éste no busca sembrar en el mejor de los terrenos para asegurarse la mejor de las cosechas. Él ha venido para que todos «tengan vida y la tenga en abundancia» (Jn 10,10). Por eso, no escatima en desparramar puñados generosos de semillas, sea «a lo largo del camino» (Mt 13,4), como en «el pedregal» (v. 5), o «entre abrojos» (v. 7), y finalmente «en tierra buena» (v. 8). 

Así, las semillas arrojadas por generosos puños producen el porcentaje de rendimiento que las posibilidades “toponímicas” les permiten. El Concilio Vaticano II nos dice: «La Palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al pequeño rebaño de Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega» (Lumen gentium, n. 5). 

«Los que escuchan con fe», nos dice el Concilio. Tú estás habituado a escucharla, tal vez a leerla, y quizá a meditarla. Según la profundidad de tu audición en la fe, será la posibilidad de rendimiento en los frutos. Aunque éstos vienen, en cierta forma, garantizados por la potencia vital de la Palabra-semilla, no es menor la responsabilidad que te cabe en la atenta audición de la misma. Por eso, «el que tenga oídos, que oiga» (Mt 13,9).

Pide hoy al Señor el ansia del profeta: «Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos» (Jr 15,16).

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Te vestirás de luz



Te vestirás de luz 


Emma-Margarita R.A. -Valdés


Tus horas de agonía pasan lentas.
El cándido verdor está manido
como vaso de barro,
su lengua se ha pegado al paladar
y ya le han conducido al polvo del sepulcro.
Ansías arrancarle
de las babosas fauces del león
y de las astas de los unicornios.

Por su ánima expectante
pasan los remolinos de las aguas
y las olas del mar,
arrastrándole al más umbroso abismo.
Desciende a la gehena.
Va a absolver las raíces de los álamos,
a forzar los cerrojos del infierno,
que le vomitará luminiscente
el glorioso tercero de los días.
Ha pisado el lagar,
están sus vestiduras teñidas con su sangre.
Rechaza el latrocinio
que disfraza de guerra al holocausto,
mas con sus cinco llaves luminosas
abre el portal de bronce que desune
la ciudad de la muerte de las verdes praderas.

Volverá majestuoso con llameante antorcha,
con sus flechas agudas,
enarbolando el célico estandarte.
Asentará sus pies sobre la piedra,
heredará naciones,
repartirá despojos de los fuertes
y en los últimos tiempos
construirá un palacio de marfil 
más alto que las cimas.
Le alabarán los labios
que han bebido del mágico torrente;
le aromarán con mirra, acacia y áloe;
le alegrarán con arpas.
Serán los invitados a las bodas,
advendrán con el traje arregazado
y tomarán el ázimo de Vida.

Tú, María, te vestirás de luz,
coronarán tu frente doce estrellas,
se postrará la luna a tus pies peregrinos.
Está prendado el Rey de tu hermosura,
perfecta es la belleza inmaculada.
Inclínate ante Él,
agradece los dones recibidos
y presenta tu ofrenda del dolor.
Te dará leche, harina, miel y aceite;
adornos de oro y plata.

Porque has crecido dulce flor de loto
reinarás colmenera en los países.
Serás matriz afable,
el tronco firme y recio
del frondoso ramaje de los hombres,
gestarás vida eterna,
le darás un lugar distinguido en su casa
y en la mesa del familiar banquete.


LECTURA BREVE Hb 13,7-9a


LECTURA BREVE Hb 13,7-9a

Acordaos de aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de Dios: reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis extraviar por doctrinas llamativas y extrañas.

martes, 23 de julio de 2019

Santo Evangelio 23 de julio 2019



Día litúrgico: Martes XVI del tiempo ordinario

Santoral 23 de Julio: Santa Brígida, religiosa, patrona de Europa


Texto del Evangelio (Mt 12,46-50): En aquel tiempo, mientras Jesús estaba hablando a la muchedumbre, su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte». Pero Él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».


«El que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es (...) mi madre»

P. Pere SUÑER i Puig SJ 
(Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio se nos presenta, de entrada, sorprendente: «¿Quién es mi madre?» (Mt 12,48), se pregunta Jesús. Parece que el Señor tenga una actitud despectiva hacia María. No es así. Lo que Jesús quiere dejar claro aquí es que ante sus ojos —¡ojos de Dios!— el valor decisivo de la persona no reside en el hecho de la carne y de la sangre, sino en la disposición espiritual de acogida de la voluntad de Dios: «Extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: ‘Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre’» (Mt 12,49-50). En aquel momento, la voluntad de Dios era que Él evangelizara a quienes le estaban escuchando y que éstos le escucharan. Eso pasaba por delante de cualquier otro valor, por entrañable que fuera. Para hacer la voluntad del Padre, Jesucristo había dejado a María y ahora estaba predicando lejos de casa.

Pero, ¿quién ha estado más dispuesto a realizar la voluntad de Dios que María? «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Por esto, san Agustín dice que María, primero acogió la palabra de Dios en el espíritu por la obediencia, y sólo después la concibió en el seno por la Encarnación.

Con otras palabras: Dios nos ama en la medida de nuestra santidad. María es santísima y, por tanto, es amadísima. Ahora bien, ser santos no es la causa de que Dios nos ame. Al revés, porque Él nos ama, nos hace santos. El primero en amar siempre es el Señor (cf. 1Jn 4,10). María nos lo enseña al decir: «Ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (Lc 1,48). A los ojos de Dios somos pequeños; pero Él quiere engrandecernos, santificarnos.

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