jueves, 31 de mayo de 2018

Santo Evangelio 31 de mayo 2018



Día litúrgico: 31 de Mayo: La Visitación de la Virgen


Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.


«Saltó de gozo el niño en mi seno»

Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida 
(Lleida, España)

Hoy contemplamos el hecho de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Tan pronto como le ha sido comunicado que ha sido escogida por Dios Padre para ser la Madre del Hijo de Dios y que su prima Isabel ha recibido también el don de la maternidad, marcha decididamente hacia la montaña para felicitar a su prima, para compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas con el don de la maternidad y para servirla.

El saludo de la Madre de Dios provoca que el niño, que Isabel lleva en su seno, salte de entusiasmo dentro de las entrañas de su madre. La Madre de Dios, que lleva a Jesús en su seno, es causa de alegría. La maternidad es un don de Dios que genera alegría. Las familias se alegran cuando hay un anuncio de una nueva vida. El nacimiento de Cristo produce ciertamente «una gran alegría» (Lc 2,10).

A pesar de todo, hoy día, la maternidad no es valorada debidamente. Frecuentemente se le anteponen otros intereses superficiales, que son manifestación de comodidad y de egoísmo. Las posibles renuncias que comporta el amor paternal y maternal, asustan a muchos matrimonios que, quizá por los medios que han recibido de Dios, debieran ser más generosos y decir “sí” más responsablemente a nuevas vidas. Muchas familias dejan de ser “santuarios de la vida”. El Papa San Juan Pablo II constata que la anticoncepción y el aborto «tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de la libertad, que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad».

Isabel, durante cinco meses, no salía de casa, y pensaba: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor» (Lc 1,25). Y María decía: «Engrandece mi alma al Señor (...) porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (Lc 1,46.48). La Virgen María e Isabel valoran y agradecen la obra de Dios en ellas: ¡la maternidad! Es necesario que los católicos reencuentren el significado de la vida como un don sagrado de Dios a los seres humanos.

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Canto y gozo a María


Canto y gozo a María

Rafael Ángel Marañón 


Como soy del mundo ajeno,
María no me avergüenza,
Pues venero hasta la trenza
De su cabello moreno.

Si a mi madre terrenal
Amé con tanta pasión,
A María con más razón
Por ser mi madre eternal.

En su noble corazón,
Y en su seno virginal,
Amó al que firme y cabal
Fue divina salvación.

Y la amo con pasión
Y admito que con locura,
Porque no hay santa más pura,
Que mi madre de adopción.

Canto gozoso a mi amada;
María es, junto al Cristo,
Lo más fiel, y me revisto
Del cordero, y mi abogada.

LECTURA BREVE Sb 7, 27-28


LECTURA BREVE   Sb 7, 27-28

La sabiduría, sin salir de si misma, todo lo renueva; en todas las edades entra en las almas santas y forma en ellas amigos de Dios y profetas, porque Dios no ama sino a quien vive con la sabiduría.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Santo Evangelio 30 de mayo 2018


Día litúrgico: Miércoles VIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 10,32-45): En aquel tiempo, los discípulos iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo. Tomó otra vez a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de Él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará». 

Se acercan a Él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos». Él les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?». Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda». Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?». Ellos le dijeron: «Sí, podemos». Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado». 

Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».


«Tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos»

Rev. D. René PARADA Menéndez 
(San Salvador, El Salvador)

Hoy, el Señor nos enseña cuál debe ser nuestra actitud ante la Cruz. El amor ardiente a la voluntad de su Padre, para consumar la salvación del género humano —de cada hombre y mujer— le mueve a ir deprisa hacia Jerusalén, donde «será entregado (…), le condenarán a muerte (…), le azotarán y le matarán» (cf. Mc 10,33-34). Aunque a veces no entendamos o, incluso, tengamos miedo ante el dolor, el sufrimiento o las contradicciones de cada jornada, procuremos unirnos —por amor a la voluntad salvífica de Dios— con el ofrecimiento de la cruz de cada día. 

La práctica asidua de la oración y los sacramentos, especialmente el de la Confesión personal de los pecados y el de la Eucaristía, acrecentarán en nosotros el amor a Dios y a los demás por Dios de tal modo que seremos capaces de decir «Sí, podemos» (Mc 10,39), a pesar de nuestras miserias, miedos y pecados. Sí, podremos abrazar la cruz de cada día (cf. Lc 9,23) por amor, con una sonrisa; esa cruz que se manifiesta en lo ordinario y cotidiano: la fatiga en el trabajo, las normales dificultades en la vida familiar y en las relaciones sociales, etc.



Sólo si abrazamos la cruz de cada día, negando nuestros gustos para servir a los demás, conseguiremos identificarnos con Cristo, que vino «a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45). San Juan Pablo II explicaba que «el servicio de Jesús llega a su plenitud con la muerte en Cruz, o sea, con el don total de sí mismo». Imitemos, pues, a Jesucristo, transformando constantemente nuestro amor a Él en actos de servicio a todas las personas: ricos o pobres, con mucha o poca cultura, jóvenes o ancianos, sin distinciones. Actos de servicio para acercarlos a Dios y liberarlos del pecado.

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Cantiga de loores de Santa María


Cantiga de loores de Santa María


Juan Ruiz, Arcipreste de Hita


Santa Virgen escogida,
de Dios Madre muy amada,
en los cielos ensalzada
del mundo salud e vida.

Del mundo salud e vida,
de muerte destruimiento,
de gracia llena complida
de coitados salvamento
de aqueste dolor que siento
en presión sin merecer,
tú me deña estorcer
con el tu defendimento.

Con el tu defendimento,
non catando mi maldad
nin el mi merecimiento
mas la tu propia bondad;
que confieso en verdat
que so pecador errado;
de ti sea ayudado,
por la tu virginidad.

Por la tu virginidad
que non ha comparación,
nin hobiste egualdad
en obra e entención,
complida de bendición;
pero non só mereciente,
venga a ti, Señora, en miente
de complir mi petición.

De complir mi petición
como a otros ya compliste,
de tan fuerte tentación
en que só coitado triste;
pues poder has, e hobiste,
tú me guarda en tu mano;
bien acorres muy de llano
al que quieres e quisiste.



LECTURA BREVE Col 3, 23-24


LECTURA BREVE   Col 3, 23-24

Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres: sabiendo bien que recibiréis del Señor en recompensa la herencia. Servid a Cristo Señor.

martes, 29 de mayo de 2018

Santo Evangelio 29 de mayo 2018


Día litúrgico: Martes VIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 10,28-31): En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros».


«Nadie que haya dejado casa (...) por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno (...) y en el mundo venidero, vida eterna»

Rev. D. Jordi SOTORRA i Garriga 
(Sabadell, Barcelona, España)

Hoy, como aquel amo que iba cada mañana a la plaza a buscar trabajadores para su viña, el Señor busca discípulos, seguidores, amigos. Su llamada es universal. ¡Es una oferta fascinante! El Señor nos da confianza. Pero pone una condición para ser discípulos, condición que nos puede desanimar: hay que dejar «casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio» (Mc 10,29).

¿No hay contrapartida? ¿No habrá recompensa? ¿Esto aportará algún beneficio? Pedro, en nombre de los Apóstoles, recuerda al Maestro: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» (Mc 10,28), como queriendo decir: ¿qué sacaremos de todo eso?

La promesa del Señor es generosa: «El ciento por uno: ahora en el presente (...) y en el mundo venidero, vida eterna» (Mc 10,30). Él no se deja ganar en generosidad. Pero añade: «Con persecuciones». Jesús es realista y no quiere engañar. Ser discípulo suyo, si lo somos de verdad, nos traerá dificultades, problemas. Pero Jesús considera las persecuciones y las dificultades como un premio, ya que nos ayudan a crecer, si las sabemos aceptar y vivir como una ocasión de ganar en madurez y en responsabilidad. Todo aquello que es motivo de sacrificio nos asemeja a Jesucristo que nos salva por su muerte en Cruz.

Siempre estamos a tiempo para revisar nuestra vida y acercarnos más a Jesucristo. Estos tiempos y todo tiempo nos permiten —por medio de la oración y de los sacramentos— averiguar si entre los discípulos que Él busca estamos nosotros, y veremos también cuál ha de ser nuestra respuesta a esta llamada. Al lado de respuestas radicales (como la de los Apóstoles) hay otras. Para muchos, dejar “casa, hermanos, hermanas, madre, padre...” significará dejar todo aquello que nos impida vivir en profundidad la amistad con Jesucristo y, como consecuencia, serle sus testigos ante el mundo. Y esto es urgente, ¿no te parece?

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Cantico a María


La poesía de la Navidad 

Rafael Ángel Marañón
  

Eres fuente de alegría
¿Por que no puedo yo amarte
y con júbilo cantarte,
manojito de armonía? 

No quiero hacer teología;
solo quiero venerarte,
y con poemas loarte
endulzando el alma mía. 

Eres madre del que santo,
se entregó a tan cruel suplicio
por haberme amado tanto. 

Y yo sé, joyel de encanto,
que hiciste tal sacrificio 
para consolar mi llanto.

LECTURA BREVE Is 55, 10-11


LECTURA BREVE   Is 55, 10-11

Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía; sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.

lunes, 28 de mayo de 2018

Santo Evangelio 28 de mayo 2018



Día litúrgico: Lunes VIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 10,17-27): Un día que Jesús se ponía ya en camino, uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante Él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre». Él, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud». Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme». Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. 

Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!». Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios». Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?». Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios».


«Anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres (...); luego, ven y sígueme»

P. Joaquim PETIT Llimona, L.C. 
(Barcelona, España)

Hoy, la liturgia nos presenta un evangelio ante el cual es difícil permanecer indiferente si se afronta con sinceridad de corazón.

Nadie puede dudar de las buenas intenciones de aquel joven que se acercó a Jesucristo para hacerle una pregunta: «Maestro bueno: ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?» (Mc 10,17). Por lo que nos refiere san Marcos, está claro que en ese corazón había necesidad de algo más, pues es fácil suponer que —como buen israelita— conocía muy bien lo que la Ley decía al respecto, pero en su interior había una inquietud, una necesidad de ir más allá y, por eso, interpela a Jesús.

En nuestra vida cristiana tenemos que aprender a superar esa visión que reduce la fe a una cuestión de mero cumplimiento. Nuestra fe es mucho más. Es una adhesión de corazón a Alguien, que es Dios. Cuando ponemos el corazón en algo, ponemos también la vida y, en el caso de la fe, superamos entonces el conformismo que parece hoy atenazar la existencia de tantos creyentes. Quien ama no se conforma con dar cualquier cosa. Quien ama busca una relación personal, cercana, aprovecha los detalles y sabe descubrir en todo una ocasión para crecer en el amor. Quien ama se da.

En realidad, la respuesta de Jesús a la pregunta del joven es una puerta abierta a esa donación total por amor: «Anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres (…); luego, ven y sígueme» (Mc 10,21). No es un dejar porque sí; es un dejar que es darse y es un darse que es expresión genuina del amor. Abramos, pues, nuestro corazón a ese amor-donación. Vivamos nuestra relación con Dios en esa clave. Orar, servir, trabajar, superarse, sacrificarse... todo son caminos de donación y, por tanto, caminos de amor. Que el Señor encuentre en nosotros no sólo un corazón sincero, sino también un corazón generoso y abierto a las exigencias del amor. Porque —en palabras de san Juan Pablo II— «el amor que viene de Dios, amor tierno y esponsal, es fuente de exigencias profundas y radicales».

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Canción íntima


Canción íntima

Padre Felipe Santos Campaña SDB



En tu amor, Virgen Madre,
De perlas preciosas.
Mi corazón solo.
Sin ruidos,
Ni agitaciones,
Ni estridencias.
Sólo tu Amor
Y mi recuerdo.
Yo con la tarde.
Tú con la mañana.
Y entre tarde y mañana,
Tu Amor me ensalza.
Luna de mil flores
Por las rendijas de mi alma.
Tú, María Virgen,
Rayo de alba,
Que me das quietud
E inmensa calma.


LECTURA BREVE Lv 20, 26


LECTURA BREVE   Lv 20, 26

Sed para mí santos, porque yo, el Señor, soy santo, y os he separado de entre los pueblos para que seáis míos.

domingo, 27 de mayo de 2018

Santo Evangelio 27 de mayo 2018



Día litúrgico: La Santísima Trinidad (B) (Domingo siguiente a Pentecostés)

Texto del Evangelio (Mt 28,16-20): En aquel tiempo, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».

«Haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»

Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida 
(Lleida, España)

Hoy, la liturgia nos invita a adorar a la Trinidad Santísima, nuestro Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un solo Dios en tres Personas, en el nombre del cual hemos sido bautizados. Por la gracia del Bautismo estamos llamados a tener parte en la vida de la Santísima Trinidad aquí abajo, en la oscuridad de la fe, y, después de la muerte, en la vida eterna. Por el Sacramento del Bautismo hemos sido hechos partícipes de la vida divina, llegando a ser hijos del Padre Dios, hermanos en Cristo y templos del Espíritu Santo. En el Bautismo ha comenzado nuestra vida cristiana, recibiendo la vocación a la santidad. El Bautismo nos hace pertenecer a Aquel que es por excelencia el Santo, el «tres veces santo» (cf. Is 6,3).

El don de la santidad recibido en el Bautismo pide la fidelidad a una tarea de conversión evangélica que ha de dirigir siempre toda la vida de los hijos de Dios: «Ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1Tes 4,3). Es un compromiso que afecta a todos los bautizados. «Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad» (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 40).

Si nuestro Bautismo fue una verdadera entrada en la santidad de Dios, no podemos contentarnos con una vida cristiana mediocre, rutinaria y superficial. Estamos llamados a la perfección en el amor, ya que el Bautismo nos ha introducido en la vida y en la intimidad del amor de Dios.

Con profundo agradecimiento por el designio benévolo de nuestro Dios, que nos ha llamado a participar en su vida de amor, adorémosle y alabémosle hoy y siempre. «Bendito sea Dios Padre, y su único Hijo, y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros» (Antífona de entrada de la misa).

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Solo Dios basta

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SOLO DIOS BASTA

Por José María Martín OSA

1.- Dios es comunidad de Amor. Como culminación de los misterios de nuestra fe celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad. Sirve de muy poco que intentemos explicar en términos filosóficos o matemáticos lo que es un misterio que nunca vamos a comprender del todo. Reconociendo que vemos estas cosas en espejo y en enigma, como dice San Agustín, "se nos presenta en el Padre el origen, en el Hijo la natividad, en el Espíritu Santo del Padre y el Hijo la comunidad, y en los tres la igualdad". Nuestra experiencia de fe nos dice que Dios es Padre amoroso, que cuida de sus hijos y les protege, porque es "auxilio y escudo" (Salmo); Dios está a nuestro lado, dialoga con nosotros y nos ayuda, respeta nuestras diferencias, pero nos quiere a todos por igual. Dios es Hijo, que nos ama hasta el extremo de dar su vida por nosotros, que quiere darnos a conocer que sólo es feliz aquél que es capaz de darse al otro y de perdonar. Dios es Espíritu, que nos fortalece y nos da su aliento para que sigamos caminando hacia su encuentro. Pero lo que más nos importa es saber que Dios es Amor, amor entre personas. Dios es comunidad.

2- Buscar, comprender y amar. Es muy conocida la leyenda del episodio de San Agustín en la playa: un niño trata de meter toda el agua del mar en un pequeño pozo que está construyendo en la arena. El santo obispo de Hipona contempla lo que está haciendo el niño y le dice que es imposible que consiga su objetivo. Pero el niño le responde diciéndole que es más difícil todavía desentrañar lo que estaba pensando. Al parecer, San Agustín estaba meditando en el misterio de la Santísima Trinidad. Leyenda o realidad, lo cierto es que, tras escribir un extenso tratado con el título "De Trinitate” llegó a la conclusión de que lo importante no es sólo conocer, lo más importante es amar ¿De qué sirve conocer algún bien si no lo amásemos? Busquemos con todas nuestras fuerzas a Dios con la seguridad de que El sale antes a nuestro encuentro. Quien busca, encuentra, quien desea un bien acaba teniéndolo. Nuestra súplica debe ser ésta: "Dame fuerzas para la búsqueda, tú que hiciste que te encontrara y me has dado la esperanza de un conocimiento más perfecto. Ante Ti está mi ciencia y mi ignorancia; si me abres, recibe al que entra; si me cierras, abre al que llama. Haz que me acuerde de Ti, te comprenda y te amé" (San Agustín). He aquí la clave: buscar, comprender y amar.

3.- No es cuestión de doctrina, sino de vivencia. El amor de Dios se ha difundido en nosotros por el Espíritu Santo que se nos ha dado. Dios se da a conocer al hombre mediante el amor. Sólo será capaz de conocer a Dios aquél que experimente el amor de Dios en su vida, que se sienta amado por El. Ya lo decía San Juan: "sólo el que ama conoce a Dios". Es significativa esta parábola:

"Un hombre le decía a su amigo que había conocido a Dios. Este le preguntó: ¿quién es Dios, dónde vive, qué hace? Pero nuestro hombre no supo contestarle, sólo le dijo que antes era un alcohólico, que pegaba a su mujer, que había arruinado a su familia y se había quedado sin trabajo. Ahora, sin embargo, desde que sintió que Dios estaba a su lado su vida cambió totalmente: dejó la bebida, encontró trabajo y se sentía muy feliz junto a su mujer y a sus hijos. Había descubierto la única verdad importante: Dios es Amor. Este descubrimiento transformó su vida. Esto es lo que sabía de Dios.....".

4.- “Solo Dios basta” En la Fiesta de la Santísima Trinidad la Iglesia celebra la Jornada “Pro orantibus”. En este día se nos invita a orar por aquellos que oran continuamente por nosotros; invitación más significativa en este año de la Vida Consagrada; orar para que los llamados a esta vocación singular vivan su vocación de contemplación en total fidelidad al Espíritu. El lema de este año: “Solo quiero que le miréis a Él“ es una conocida frase de Santa Teresa de Jesús y nos recuerda que seguimos celebrando el Año Jubilar Teresiano. En esta frase se resume lo esencial de la vida contemplativa: entender la vida únicamente desde Dios, relativizando todo aquello que tanto nos ocupa y así recordarnos a todos que estamos llamados a vivir deseando el mundo futuro. Debemos seguir orando con más intensidad que nunca al dueño de la mies que siga enviando vocaciones contemplativas a los monasterios para que no falte entre nosotros esta dimensión eclesial que nos ayude a todos a vivir nuestra vocación de seguidores de Jesús.

sábado, 26 de mayo de 2018

Santo Evangelio 26 de mayo 2018



Día litúrgico: Sábado VII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 10,13-16): En aquel tiempo, algunos presentaban a Jesús unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él». Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.


«Dejad que los niños vengan a mí»

Rev. D. Josep Lluís SOCÍAS i Bruguera 
(Badalona, Barcelona, España)

Hoy, los niños son noticia. Más que nunca, los niños tienen mucho que decir, a pesar de que la palabra “niño” significa “el que no habla”. Lo vemos en los medios tecnológicos: ellos son capaces de ponerlos en marcha, de usarlos e, incluso, de enseñar a los adultos su correcta utilización. Ya decía un articulista que, «a pesar de que los niños no hablan, no es signo de que no piensen».

En el fragmento del Evangelio de Marcos encontramos varias consideraciones. «Algunos presentaban a Jesús unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían» (Mc 10,13). Pero el Señor, a quien en el Evangelio leído en los últimos días le hemos visto hacerse todo para todos, con mayor motivo se hace con los niños. Así, «al ver esto, se enfadó y les dijo: ‘No se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios’» (Mc 10,14).

La caridad es ordenada: comienza por el más necesitado. ¿Quién hay, pues, más necesitado, más “pobre”, que un niño? Todo el mundo tiene derecho a acercarse a Jesús; el niño es uno de los primeros que ha de gozar de este derecho: «Dejad que los niños vengan a mí» (Mc 10,14).

Pero notemos que, al acoger a los más necesitados, los primeros beneficiados somos nosotros mismos. Por esto, el Maestro advierte: «Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él» (Mc 10,15). Y, correspondiendo al talante sencillo y abierto de los niños, Él los «abrazaba (...), y los bendecía poniendo las manos sobre ellos» (Mc 10,16).

Hay que aprender el arte de acoger el Reino de Dios. Quien es como un niño —como los antiguos “pobres de Yahvé”— percibe fácilmente que todo es don, todo es una gracia. Y, para “recibir” el favor de Dios, escuchar y contemplar con “silencio receptivo”. Según san Ignacio de Antioquía, «vale más callar y ser, que hablar y no ser (...). Aquel que posee la palabra de Jesús puede también, de verdad, escuchar el silencio de Jesús».

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Campo de amor


Campo de amor

Padre Felipe Santos Campaña SDB



Virgen María,
Cuando abro mis ojos
Al amanecer de cada día,
Veo en la vida únicamente
Cómo florece tu Amor.
No me interesa lo demás:
Es vulgaridad y ambición.
Cuando veo los naranjales,
Vestidos de azahar y verdor,
Sólo pienso en tu Amor.
El niño que grita en la calle,
El anciano que anda encorvado,
La joven que camina airosa,
Me llaman la atención:
En ellos y ellas hay amor.
Madre Virgen
Haz que mis ojos 
De luz se enciendan,
Para que te vea de rosa
En cada cosa.


LECTURA BREVE Mi 6, 8



LECTURA BREVE   Mi 6, 8

Se te ha dado a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que Dios desea de ti: simplemente que practiques la justicia, que ames la misericordia, y que camines humildemente con tu Dios.

viernes, 25 de mayo de 2018

Santo Evangelio 25 de mayo 2018



Día litúrgico: Viernes VII del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mc 10,1-12): En aquel tiempo, Jesús, levantándose de allí, va a la región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde Él y, como acostumbraba, les enseñaba. Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?». Él les respondió: «¿Qué os prescribió Moisés?». Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla». Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre». 

Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».


«Como acostumbraba, les enseñaba»

Rev. D. Miquel VENQUE i To 
(Barcelona, España)

Hoy, Señor, quisiera hacer un rato de oración para agradecerte tu enseñanza. Tú enseñabas con autoridad y lo hacías siempre que te dejábamos, aprovechabas todas las ocasiones: ¡claro!, lo entiendo, Señor, tu misión básica era transmitir la Palabra del Padre. Y lo hiciste.

—Hoy, “colgado” en Internet te digo: Háblame, que quiero hacer un rato de oración como fiel discípulo. Primero, quisiera pedirte capacidad para aprender lo que enseñas y, segundo, saber enseñarlo. Reconozco que es muy fácil caer en el error de hacerte decir cosas que Tú no has dicho y, con osadía malévola, intento que Tú digas aquello que a mí me gusta. Reconozco que quizá soy más duro de corazón que aquellos oyentes.

—Yo conozco tu Evangelio, el Magisterio de la Iglesia, el Catecismo, y recuerdo aquellas palabras del Papa san Juan Pablo II en la Carta a las Familias: «El proyecto del utilitarismo asentado en una libertad orientada según el sentido individualista, es decir, una libertad vacía de responsabilidad, es el constitutivo de la antítesis del amor». Señor, rompe mi corazón deseoso de felicidad utilitarista y hazme entrar dentro de tu verdad divina, que tanto necesito.

—En este lugar de mirada, como desde la cima de la cordillera, comprendo que Tú digas que el amor matrimonial es definitivo, que el adulterio —además de ser pecado como toda ofensa grave hecha a ti, que eres el Señor de la Vida y del Amor— es un camino errado hacia la felicidad: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla» (Mc 10,11). 

—Recuerdo a un joven que decía: «Mossèn el pecado promete mucho, no da nada y lo roba todo». Que te entienda, buen Jesús, y que lo sepa explicar: Aquello que Tú has unido, el hombre no lo puede separar (cf. Mc 10,9). Fuera de aquí, fuera de tus caminos, no encontraré la auténtica felicidad. ¡Jesús, enséñame de nuevo!

Gracias, Jesús, soy duro de corazón, pero sé que tienes razón.

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Campesina


Campesina


Monseñor  Pedro María Casaldáliga
  

«Llamados a las filas de una nueva milicia, 
marchan los hijos mozos con un macuto prematuro de ira, 
y queda el campo fiel abandonado... 

El pedazo de tierra que teníais, detrás de aquel otero 
por donde entraba el sol,
lo trabajaban juntas tus manos y Sus Manos.
Salía el Sembrador una mañana, y abría el mundo el corazón estéril.
De pronto sorprendían Sus Ojos creadores 
un filo de cizaña advenediza. 
El grano de mostaza se hacía ya posada para todas   las aves viajeras,
y crecía en el trigo la forma presentida de Su Carne...

Volvían los pastores, con la noche a la espalda 
-¿con la muerte a la espalda volverían?-, 
y balaba el aprisco recobrado y concorde. 
Él volvía también, y te llamaba 
como quien grita alerta, cada tarde, 
a la hora precisa de las hostias.

Pero un día se fue, ya para siempre. 
Junto al taller, cerrado por ausencia, 
el mástil de un madero naufragaba en la sangre del ocaso, 
y el campo y tú quedabais a la espera.

Se van los hijos mozos...
La tierra ya no da para la vida. No da para los ojos       y el deseo.
Detrás del oleaje varado de los surcos 
la múltiple sirena de la ciudad invita a la aventura. 
Los brazos se han cansado de echar semilla al viento irresponsable, 
¡y están muy lejos del dolor del campo 
el Sanedrín blindado de leyes y el Pretorio!

Llegarán los tractores, ¿pero a tiempo?,
¿desplazarán los brazos?, ¿se llevarán las almas?

Sobre la tierra, núbil a pesar de los hombres desalmados, 
tarde o temprano llueve.
Dios sigue amaneciendo cada día. 
Aún tiene el horizonte camino para el alba y el regreso. 
Y en el soto erizado de chopos de esperanza 
permanece de guardia la alondra de tu ermita. 

LECTURA BREVE Ef 2, 8-9



LECTURA BREVE   Ef 2, 8-9

Estáis salvados por la gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.

jueves, 24 de mayo de 2018

Santo Evangelio 24 de mayo 2018



Día litúrgico: Jueves VII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 9,41-50): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa. Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga; pues todos han de ser salados con fuego. Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros».


«Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa»

Rev. D. Xavier PARÉS i Saltor 
(La Seu d'Urgell, Lleida, España)

Hoy, el Evangelio proclamado se hace un poco difícil de entender debido a la dureza de las palabras de Jesús: «Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela (...). Si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo» (Mc 9,43.47). Es que Jesús es muy exigente con aquellos que somos sus seguidores. Sencillamente, Jesús nos quiere decir que hemos de saber renunciar a las cosas que nos hacen daño, aunque sean cosas que nos gusten mucho, pero que pueden ser motivo de pecado y de vicio. San Gregorio dejará escrito «que no hemos de desear las cosas que sólo satisfacen las necesidades materiales y pecaminosas». Jesús exige radicalidad. En otro lugar del Evangelio también dice: «El que quiera ganar la vida, la perderá, pero el que la pierda por Mí, la ganará» (Mt 10,39).

Por otro lado, esta exigencia de Jesús quiere ser una exigencia de amor y de crecimiento. No quedaremos sin su recompensa. Lo que dará sentido a nuestras cosas ha de ser siempre el amor: hemos de llegar a saber dar un vaso de agua a quien lo necesita, y no por ningún interés personal, sino por amor. Tenemos que descubrir a Jesucristo en los más necesitados y pobres. Jesús sólo denuncia severamente y condena a los que hacen el mal y escandalizan, a los que alejan a los más pequeños del bien y de la gracia de Dios.

Finalmente, todos hemos de pasar la prueba de fuego. Es el fuego de la caridad y del amor que nos purifica de nuestros pecados, para poder ser la sal que da el buen gusto del amor, del servicio y de la caridad. En la oración y en la Eucaristía es donde los cristianos encontramos la fuerza de la fe y del buen gusto de la sal de Cristo. ¡No quedaremos sin recompensa!

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Camino claro, diáfano ser


Camino claro, diáfano ser


Eleuterio Fernández Guzmán 


Si, acaso, la duda acoge el corazón 
del hermano,
si tiembla su mano al escanciar palabras
sobre impoluto lienzo
y no refleja la bella forma del amor dado.

Si en el proceloso caminar, de oscuridades lleno,
no encuentra el recuerdo que emerger pueda
para sanar la herida que, desde el mundo,
al alma llega,
si no sabe qué pedir, cómo orar, qué sentir;
si la paz no llega porque no entrega su dicha
ni puede escapar de la caricia que agrada
al hombre mundano
pero quiere tener para sí, bien dentro, y arrullarlo,
el verso que recoja, de María, lo entregado,
sepa este apóstol del presente, si es que quiere, 
si pretende solución que le devuelva al presente
más hallado, y poner, para el otro, su mano y su costado
y ayudar a llevar la yunta con otro hermano,
que los ojos de la Virgen, los que Gabriel admiraron,
marcan el camino más preclaro, 
destino que es, a la vez, lo que Dios ya ha amado.

LECTURA BREVE Est 10, 9



LECTURA BREVE   Est 10, 9

Mi pueblo es Israel, que clamó a Dios y fue salvado. Salvó el Señor a su pueblo y nos liberó de todos estos males; obró Dios grandes señales y prodigios como nunca los hubo en los demás pueblos.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Santo Evangelio 23 de mayo 2018



Día litúrgico: Miércoles VII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 9,38-40): En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros». Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros».


«El que no está contra nosotros, está por nosotros»


Rev. D. David CODINA i Pérez 
(Puigcerdà, Gerona, España)

Hoy escuchamos una recriminación al apóstol Juan, que ve a gente obrar el bien en el nombre de Cristo sin formar parte del grupo de sus discípulos: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y tratamos de impedírselo porque no viene con nosotros» (Mc 9,38). Jesús nos da la mirada adecuada que hemos de tener ante estas personas: acogerlas y ensanchar nuestras miras, con humildad respecto a nosotros mismos, compartiendo siempre un mismo nexo de comunión, una misma fe, una misma orientación, es decir, caminar juntos hacia la perfección del amor a Dios y al prójimo. 

Esta manera de vivir nuestra vocación de “Iglesia” nos invita a revisar con paz y seriedad la coherencia con que vivimos esta apertura de Jesucristo. Mientras haya “otros” que nos “molesten” porque hacen lo mismo que nosotros, esto es un claro indicio de que todavía el amor de Cristo no nos impregna en toda su profundidad, y nos pedirá la “humildad” de aceptar que no agotamos “toda la sabiduría y el amor de Dios”. En definitiva, aceptar que somos aquellos que Cristo escoge para anunciar a todos cómo la humildad es el camino para acercarnos a Dios.

Jesús obró así desde su Encarnación, cuando nos acerca al máximo la majestad de Dios en la pequeñez de los pobres. Dice san Juan Crisóstomo: «Cristo no se contentó con padecer la cruz y la muerte, sino que quiso también hacerse pobre y peregrino, ir errante y desnudo, quiso ser arrojado en la cárcel y sufrir las debilidades, para lograr de ti la conversión». Si Cristo no dejó pasar oportunidad alguna para que vivamos el amor con los demás, tampoco dejemos pasar la ocasión de aceptar al que es diferente a nosotros en la manera de vivir su vocación a formar parte de la Iglesia, porque «el que no está contra nosotros, está por nosotros» (Mc 9,40).

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