Invocación a San Bernardo
Cada año, con motivo de la fiesta de
San Bernardo, he ofrecido a las monjas
del Monasterio de Buenafuente una
reflexión, que recogía los deseos más
actuales, según la situación en la que se
vivía en el Sistal.
Este año, al no estar presente en las
celebraciones, por andar por el Camino
de Santiago, aún se agudiza más la
necesidad de hacer la ofrenda, aunque
ya les dejé a las monjas mi obsequio, al regalarles el resumen de la nueva Constitución
Pontificia, “Buscar el rostro de Dios”, dirigida por el papa Francisco a las monjas de
clausura.
Sin embargo, ¿cómo no expresar este día una súplica a San Bernardo por el
monasterio cisterciense de Buenafuente? A lo largo de los kilómetros recorridos por sendas
solitarias del Camino del Norte, he podido rezar a modo litánico y encomendar muy
especialmente a quienes viven en el claustro, y a todos los que hacen posible que
Buenafuente sea un lugar de acogida.
Cuando se siente la fragilidad del
peregrino, surge más viva la plegaria,
ante la emergencia acude la súplica, en el
riesgo sufrido y resuelto felizmente brota
la acción de gracias, la alabanza a la
Providencia. Estos mismos sentimientos
me acuden con relación a Buenafuente, y
rezo y bendigo al Señor, porque no deja
de cuidar a quienes en Él confían.
Solo cuando se trasciende la
realidad se supera el acoso de la
circunstancia aciaga. Solo cuando se
experimenta el límite, cabe remontar el
asedio con la mirada teologal. Es en el momento difícil cuando se siente lo que significa la
ayuda de la fe.
En estos momentos, invoco al padre de la Orden Cisterciense, san Bernardo, para que
interceda por uno de los lugares que lleva el nombre del Cister – Sistal, para que en él siga
aconteciendo el milagro de la viuda de Sarepta, porque no se acaba la harina de artesa, ni el
aceite de la alcuza, a quienes se dedican a recibir al huésped como al mismo Cristo en
persona. Que siga aconteciendo la bendición de Mambré, la que recibieron los patriarcas
Abraham y Sara, por haber hospedado, sin saberlo, a quienes eran ángeles.
El salmo 125 sigue siendo una descripción de la historia de Dios con su pueblo, que
relata también lo vivido en el Sistal, la conversión de las lágrimas en cantares. ¡Que todas
las dificultades se conviertan en siembra de esperanza! Es mi deseo para las monjas y para
toda la gran familia de Amigos de Buenafuente. Desde Sobrado de los Monjes, donde
llegaremos mañana, 20 de agost
No hay comentarios:
Publicar un comentario