sábado, 17 de octubre de 2020

El Árbol y Yo II

 

El Árbol y Yo II

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.

 

Un Veamos las causas que pudieron hacer de ti un árbol seco. Vamos a citarlas una por una y a darte la respuesta para que tú renazcas y vuelvas a vivir. 

1.- Una mala formación en tu hogar. Quizás en tu casa no se expresaba el amor y te sentías rechazado, marginado. Nunca conociste ese amor lleno de calor humano, lleno de ternuras. Quizás por eso eres como un árbol seco. Pero, ¿sabes que Dios puede llenar ese vacío? ¿Sabes que Dios puede retroceder y llegar a ese tiempo y meterse dentro de ti, llegar donde se encuentra ese vacío y sanarte? Él puede llegar donde no llegaron tus familiares. Para eso, ora con fe a Dios y pídele el milagro. Perdona y olvida ese pasado. Ora con profundidad: Señor, sáname, llega a donde otros no pudieron llegar, que tu amor cierre mis heridas, lléname de tu amor, toma esa zona de mi inconsciente donde nadie ha podido llegar. Si con fe le pides a Dios, Él hará maravillas y comenzarás a renacer. No importa que tengas 40 años, 60 años; para Dios no hay tiempo. Él es el dueño del tiempo. Lo que para ti es pasado, Dios lo tiene presente y puede hacer de ti una persona nueva. Pídele a Dios con fe. 

2.- También una segunda causa por la que te has convertido en un árbol seco puede ser el hecho de que fuiste cultivando el egoísmo. Únicamente pensabas en ti mismo. Te olvidaste de los demás, te creías solo en el mundo, hiciste un culto de tu propio yo. El egoísmo se convirtió en un monstruo que te tragó vivo y te fuiste convirtiendo en un árbol sin vida. No estás solo en el mundo, ábrete a los demás, contempla a los seres humanos, descubre sus necesidades. Es maravilloso saber que no estás solo. 

Mira, árbol seco, que es hermoso el amor, que es lindo intercambiar sentimientos de amor. Es maravilloso entablar un puente de comunicación profunda con otras muchas personas y amar. Árbol seco, tú sabes que la soledad te hizo mucho daño y es consecuencia de tu egoísmo. Arbolito seco, que vives tan amargadamente, que vives tan triste, ¡ábrete a los demás! La gente no es tan mala como piensas. Todos son buenos, en el fondo necesitan amor. Esconden a través de sus máscaras de autosuficiencia, un gran deseo de ser amados. Vence, arbolito seco, tu miedo al rechazo. Ama y serás feliz. El gran mandamiento del Señor es el mandamiento del amor. Arranca de raíz tu egoísmo. Árbol seco, levanta la vista, levanta la mirada, hay tanta gente que te necesita. Puedes amar tanto, tanto… Vamos, anímate, rompe ya con esa barrera, conviértete en un árbol frondoso. 


Pídele a Dios, árbol seco, que haga renacer en ti esa sabia espiritual, ese fluir del espíritu, esa fuerza divina. Vamos a renacer, vamos a arrancar de raíz eso que te arruinaba, vamos a hacer de ti una persona maravillosa. Y no te olvides nunca, con el Señor eso es posible, porque ¡CON DIOS, TÚ ERES INVENCIBLE! !

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