viernes, 6 de septiembre de 2019

Santo Evangelio 6 de septiembre 2019




Evangelio según San Lucas 5,33-39.

En aquel tiempo, los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: "Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben".

Jesús les contestó: "¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos?

Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar".

Les hizo además esta comparación: "Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo.

Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más.

¡A vino nuevo, odres nuevos!

Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor".

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


La "Nueva" Alianza

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) 
(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy, frente al ritualismo farisaico, el "vino nuevo" nos remite al panorama de la "renovada" Alianza de Dios con los hombres. Dios, ante las infidelidades de Israel, reiteró la "Alianza" y, finalmente, Cristo la selló de modo "nuevo" y "definitivo". La Alianza del Sinaí se fundaba en dos elementos: 1. La "sangre de la alianza" (sangre de animales sacrificados, con la cual se rociaba el altar —símbolo de Dios— y el pueblo); 2. La palabra de Dios y la promesa de obediencia de Israel.

Esta promesa se rompió con la "idolatría" de Israel y con una historia de reiteradas desobediencias, como muestra el Antiguo Testamento. La ruptura pareció irremediable cuando Dios abandonó a su pueblo al exilio y el templo a la destrucción. Pero, en aquellos momentos, surgió la esperanza de la "nueva Alianza", no basada en la siempre frágil fidelidad humana, sino en una obediencia inviolable: la del Hijo de Dios, Jesucristo.

—Jesús, como siervo, asumes mi desobediencia en tu "obediencia hasta la muerte". ¡Concédeme un "nuevo" corazón!

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