"Una sola cosa te falta"
Hay una riqueza que es la muerte para todo aquello que ella domina: liberaros de ella y vosotros seréis salvados. Purificad vuestra alma, rendidla para poder entender la llamada del Señor que os repite: "¡Ven y sígueme!" Es la voz que hace caminar tras ella a quien tiene el corazón puro: la gracia de Dios resbala en un alma repleta y desgarrada por una multitud de posesiones.
Los que miran su fortuna, su oro su plata, sus casas, como dones de Dios, estos por testimoniar a Dios su reconocimiento ayudaran a los pobres con sus bienes. El sabe que lo que posee pertenece mas a sus hermanos que a él mismo; el dueño de su riqueza lo convertirán en esclavo. El no las encierra en su alma, porque no encierra su vida en ellas, pero el persigue sin cansarse una obra toda divina. Y si un día su fortuna se pierde, el acepta su ruina con un corazón libre. A este hombre, Dios lo declara bienaventurado, lo llama “pobre en el espíritu” heredero seguro del Reino de los Cielos (Mt,53)...
Hay, por el contrario, quien acumula su riqueza en su corazón, en la morada del Santo Espíritu. La guarda en sus tierras; el acumula sin fin su fortuna, y no se inquieta mas que por amontonar mas todos los días; no eleva jamás los ojos al cielo; se embota en lo temporal, puesto que el viene del polvo y retornará al polvo (Gn3,19) ¿Cómo puede el probar el deseo del Reino, el que, en la morada del corazón, lleva un campo o una mina, a el que la muerte le sorprenderá fatalmente en medio de sus pasiones? “ Porque donde está tu tesoro, allí también está tu corazón” (Mt 6,21)
San Clemente de Alejandría (150-c. 215), teólogo
Homilía titulada "¿Cuál rico se salvará?"
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