Manifestarse a favor de Cristo delante de los hombres
Cada día puedes dar testimonio de Cristo. Estabas tentado por el espíritu de impureza; pero... has creído mejor no ensuciar la castidad del espíritu y del cuerpo: entonces, tú eres mártir, testigo de Cristo... Estabas tentado por el espíritu de orgullo; pero viendo al pobre e indigente, te ha movido un tierna compasión, y has preferido la humildad a la arrogancia; tú eres testigo de Cristo. Mejor aún: no has dado testimonio con tu palabra sino con tu acción.
¿Cuál es el testimonio más seguro? «Todo aquel que confiesa que Jesucristo ha venido en carne» (1Jn 4,2) y que observa los preceptos del Evangelio... ¡Cuántos son cada día esos mártires de Cristo, escondidos, que confiesan al Señor Jesús! El apóstol Pablo ha conocido esta clase de martirio y da un testimonio de fe a Cristo cuando dice: «El objeto de nuestro orgullo es el testimonio de nuestra conciencia» (2Co 1,12) Porque ¡cuántos son los que han confesado la fe exteriormente pero la han negado interiormente!... Sé, pues, fiel y valiente en las persecuciones interiores para, así, triunfar en la exteriores. Igualmente ocurre con las persecuciones de dentro, las hay «de reyes y de gobernantes», jueces de un poder temible. Un ejemplo de ello lo tienes en las tentaciones del Señor (Mt 4,1ss).
San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Homilía 20 sobre el salmo 118; CSEL 62, 467s
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