Día litúrgico: Miércoles XIII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mt 8,28-34): En aquel tiempo, Jesús al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?». Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos». Él les dijo: «Id» (…).
El demonio es un "número"
REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI)
(Città del Vaticano, Vaticano)
Hoy Jesucristo nos desenmascara al "adversario" de Dios. La bestia, el poder adverso, no lleva un nombre, sino un número: "666 es su número", dice el vidente en el "Apocalipsis". En esta ocasión se presenta a sí mismo como "legión". Es un número y convierte a la persona en un número.
¿Una señal? Si bien el demonio es "indemostrable", quienes han vivido el mundo de los campos de concentración saben a qué equivale eso: su horror se basa precisamente en que borra el rostro, en que cancela la historia, en que hace de los hombres números, piezas recambiables de una gran maquinaria. Uno es una función y nada más. Y, si sólo existen funciones, entonces el hombre no es tampoco nada más. Lo que no es función no es nada. La bestia es número y convierte en número.
—Señor, porque tienes un nombre y me das un nombre y me llamas por mi nombre, yo no soy para ti una función en una maquinaria cósmica. ¡Soy tu hijo!
Gloria a ti sr Jesus
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