La Madre triste
Federico Acosta Noriega
El cadáver de Cristo ya reposa
entre los brazos de su madre triste
y tanto es el dolor que en ella existe
que con la angustia el alma le rebosa.
En su pálida tez, del desconsuelo
nublados de llorar sus dulces ojos,
al contemplar del Hijo los despojos
que lleva en su regazo con anhelo.
Y en medio de la noche que ha vestido
el luto del dolor con su negrura,
la mujer zamorana no ha querido
a la Virgen dejar con su amargura,
y la acompaña en el intenso drama
y Nuestra Madre con amor le llama.
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