UNA CRUZ GLORIOSA
Por José María Martín OSA
1.- Autor de salvación. Jesús es el "Siervo de Yahvé", que soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores. Jesús terminó clavado en una cruz construida con la madera de un frío árbol, fue asesinado por su infinito Amor a nosotros y por su obediencia a la voluntad del Padre, como dice la Carta a los Hebreos: “Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación”. El canto del Siervo de Yahvé es desgarrador: "maltratado voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como un cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca". Es la kenosis, el anonadamiento total por amor a la humanidad. La cruz es símbolo de adhesión, de confianza, de amor. Y, sin embargo, cuando somos incoherentes le matamos en nuestro corazón....le entregamos como Judas, a cambio de unas pocas monedas sin valor: egoísmo, comodidad, mediocridad, falta de confianza…
2.- La cruz, glorificación de Jesucristo. Si leemos despacio el relato de la pasión y muerte de Jesús, descubriremos que el que está siendo juzgado no es el reo, Jesús, sino los distintos jueces y partícipes de la pasión. Pilato es sometido a prueba y resulta que es un cobarde, aferrado a su cargo. La muerte de Jesús constituyó también un juicio contra los escribas, los fariseos y otras gentes que lo rechazaron a sabiendas, arrastrados por su orgullo. Los propios discípulos tampoco se libraron de ser puestos a prueba. Judas le entregó, Pedro le negó y los demás huyeron. Jesús fue sometido a prueba... y la prueba fue difícil. Sólo Jesús fue capaz de aceptar el desafío de aquella hora. Así fue realmente; no se trataba sólo de un juicio a Jesús, fue un juicio a todos los hombres; o mejor, era un juicio a las distintas posibilidades del hombre, a las distintas formas de entender y vivir la vida. Y sólo hubo un triunfador: Jesús. Para los sinópticos, la Pascua es la superación del escándalo de la cruz. Para Juan, la Cruz no es ningún escándalo sino el momento de la glorificación. Todas las demás posibilidades a las que tan frecuentemente nos aferramos los hombres, han quedado desacreditadas, no son válidas, no le aportan al hombre la vida que necesita. Jesús abre un nuevo horizonte para el hombre al superar la prueba a la que va a ser sometido.
3.- La cruz de Jesús y nuestras cruces. El hecho que celebramos es para nosotros tan importante que difícilmente hallaremos una actitud más propia que la de una contemplación humilde, sencilla, como quien contempla algo que le supera, le admira, le conmociona. La celebración de esta tarde no es un acto de resignación. Es un acto de fe. Fe en la fecundidad de este camino de cruz. Fe y esperanza para los que viven oprimidos o angustiados bajo el peso de tantas cruces: el hambre, la injusticia, la enfermedad, la droga…No predicamos el sufrimiento como si fuera un valor en sí mismo. Lo que hacemos es proclamar nuestra fe: que el camino de vida y de amor pasa por la cruz. Por esto veneramos la cruz y la alabamos como fuente de vida. Es una cruz gloriosa, que ayuda a llevar con confianza y
No hay comentarios:
Publicar un comentario