La vendedora de flores
La vendedora de flores sonreía, su arrugado rostro resplandecía de gozo. Por impulso tomé una de sus flores
“Se ve muy ben esta mañana” , le dije.
“¡Claro!” exclamó. “sobran motivos”.
Aquella mujer vestia tan pobremente y se veía tan frágil que su actitud me intrigó.
“Sobrelleva sus problemas admirablemente”, la elogié.
Ella me explicó entonces: “Cuando crucificaron a Cristo un viernes, fue el día mas triste de la historia. Y tres días después, Èl resucitó. Por eso he aprendido a esperar tres días siempre que algo me aflige. Las cosas siempre se arreglan de una u otra manera en ese tiempo”.
Seguía sonriendo al despedirse de mi.
Sus palabras me vienen a la mente cada vez que estoy en dificultades: “Hay que esperar tres días”.
El número tres en la Biblia representa entre otras cosas “suficiente” o “perfecto”. Cuando éramos niños y tal vez no hacíamos caso, nos contaban “hasta tres”. Jesús murió y resucitó a los 33 años. Tres días tardó en resucitar, como tres son las personas divinas Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Leyendo esta reflexión, debemos recordar que todo lo que nos pase, tanto bueno como malo, puede ser como neblina que en un segundo pasa y desaparece.
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