miércoles, 18 de junio de 2025

Santo Evangelio 18 de Junio 2025

  


Texto del Evangelio (Mt 6,1-6.16-18):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

»Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

»Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará».



«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos invita a obrar para la gloria de Dios, con el fin de agradar al Padre, que para eso mismo hemos sido creados. Así lo afirma el Catecismo de la Iglesia: «Dios creó todo para el hombre, pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación». Éste es el sentido de nuestra vida y nuestro honor: agradar al Padre, complacer a Dios. Éste es el testimonio que Cristo nos dejó. Ojalá que el Padre celestial pueda dar de cada uno de nosotros el mismo testimonio que dio de su Hijo en el momento de su bautizo: «Éste es mi Hijo amado en quien me he complacido» (Mt 3,17).

La falta de rectitud de intención sería especialmente grave y ridícula si se produjera en acciones como son la oración, el ayuno y la limosna, ya que se trata de actos de piedad y de caridad, es decir, actos que —per se— son propios de la virtud de la religión o actos que se realizan por amor a Dios.

Por tanto, «cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial» (Mt 6,1). ¿Cómo podríamos agradar a Dios si lo que procuramos de entrada es que nos vean y quedar bien —lo primero de todo— delante de los hombres? No es que tengamos que escondernos de los hombres para que no nos vean, sino que se trata de dirigir nuestras buenas obras directamente y en primer lugar a Dios. No importa ni es malo que nos vean los otros: todo lo contrario, pues podemos edificarlos con el testimonio coherente de nuestra acción.

Pero lo que sí importa —¡y mucho!— es que nosotros veamos a Dios tras nuestras actuaciones. Y, por tanto, debemos «examinar con mucho cuidado nuestra intención en todo lo que hacemos, y no buscar nuestros intereses, si queremos servir al Señor» (San Gregorio Magno).


Consuelo de los afligidos....Ruega por nosotros

 


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martes, 17 de junio de 2025

Santo Evangelio 17 de Junio 2025

 



 Texto del Evangelio (Mt 5,43-48):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».



«Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial»


Rev. D. Iñaki BALLBÉ i Turu

(Terrassa, Barcelona, España)

Hoy, Cristo nos invita a amar. Amar sin medida, que es la medida del Amor verdadero. Dios es Amor, «que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos» (Mt 5,45). Y el hombre, chispa de Dios, ha de luchar para asemejarse a Él cada día, «para que seáis hijos de vuestro Padre celestial» (Mt 5,45). ¿Dónde encontramos el rostro de Cristo? En los otros, en el prójimo más cercano. Es muy fácil compadecerse de los niños hambrientos de Etiopía cuando los vemos por la TV, o de los inmigrantes que llegan cada día a nuestras playas. Pero, ¿y los de casa? ¿y nuestros compañeros de trabajo? ¿y aquella parienta lejana que está sola y que podríamos ir a hacerle un rato de compañía? Los otros, ¿cómo los tratamos? ¿cómo los amamos? ¿qué actos de servicio concretos tenemos con ellos cada día?

Es muy fácil amar a quien nos ama. Pero el Señor nos invita a ir más allá, porque «si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?» (Mt 5,46). ¡Amar a nuestros enemigos! Amar aquellas personas que sabemos —con certeza— que nunca nos devolverán ni el afecto, ni la sonrisa, ni aquel favor. Sencillamente porque nos ignoran. El cristiano, todo cristiano, no puede amar de manera “interesada”; no ha de dar un trozo de pan, una limosna al del semáforo. Se ha de dar él mismo. El Señor, muriéndose en la Cruz, perdona a quienes le crucifican. Ni un reproche, ni una queja, ni un mal gesto...

Amar sin esperar nada a cambio. A la hora de amar tenemos que enterrar las calculadoras. La perfección es amar sin medida. La perfección la tenemos en nuestras manos en medio del mundo, en medio de nuestras ocupaciones diarias. Haciendo lo que toca en cada momento, no lo que nos viene de gusto. La Madre de Dios, en las bodas de Caná de Galilea, se da cuenta de que los invitados no tienen vino. Y se avanza. Y le pide al Señor que haga el milagro. Pidámosle hoy el milagro de saberlo descubrir en las necesidades de los otros.


Causa de nuestra alegría.....Ruega por nosotros

 


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lunes, 16 de junio de 2025

Santo Evangelio 16 de Junio 2025

  


Texto del Evangelio (Mt 5,38-42):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda».



«Pues yo os digo: no resistáis al mal»


Rev. D. Joaquim MESEGUER García

(Rubí, Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos enseña que el odio se supera en el perdón. La ley del talión era un progreso, pues limitaba el derecho de venganza a una justa proporción: sólo puedes hacer al prójimo lo que él te ha hecho a ti, de lo contrario cometerías una injusticia; esto es lo que significa el aforismo de «ojo por ojo, diente por diente». Aun así, era un progreso limitado, ya que Jesucristo en el Evangelio afirma la necesidad de superar la venganza con el amor; así lo expresó Él mismo cuando, en la Cruz, intercedió por sus verdugos: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).

No obstante, el perdón debe acompañarse con la verdad. No perdonamos tan sólo porque nos vemos impotentes o acomplejados. A menudo se ha confundido la expresión “poner la otra mejilla” con la idea de la renuncia a nuestros derechos legítimos. No es eso. Poner la otra mejilla quiere decir denunciar e interpelar a quien lo ha hecho, con un gesto pacífico pero decidido, la injusticia que ha cometido; es como decirle: «Me has pegado en una mejilla, ¿qué, quieres pegarme también en la otra?, ¿te parece bien tu proceder?». Jesús respondió con serenidad al criado insolente del sumo sacerdote: «Si he hablado mal, demuéstrame en qué, pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?» (Jn 18,23).

Vemos, pues, cuál debe ser la conducta del cristiano: no buscar revancha, pero sí mantenerse firme; estar abierto al perdón y decir las cosas claramente. Ciertamente no es un arte fácil, pero es el único modo de frenar la violencia y manifestar la gracia divina a un mundo a menudo carente de gracia. San Basilio nos aconseja: «Haced caso y olvidaréis las injurias y agravios que os vengan del prójimo. Podréis ver los nombres diversos que tendréis uno y otro; a él lo llamarán colérico y violento, y a vosotros mansos y pacíficos. Él se arrepentirá un día de su violencia, y vosotros no os arrepentiréis nunca de vuestra mansedumbre».


Casa de Oro......Ruega por nosotros

 


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domingo, 15 de junio de 2025

Santo Evangelio 15 de Junio 2025

 



 Texto del Evangelio (Jn 16,12-15):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: ‘Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros’».



«Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa»


Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I.

(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy celebramos la solemnidad del misterio que está en el centro de nuestra fe, del cual todo procede y al cual todo vuelve. El misterio de la unidad de Dios y, a la vez, de su subsistencia en tres Personas iguales y distintas. Padre, Hijo y Espíritu Santo: la unidad en la comunión y la comunión en la unidad. Conviene que los cristianos, en este gran día, seamos conscientes de que este misterio está presente en nuestras vidas: desde el Bautismo —que recibimos en nombre de la Santísima Trinidad— hasta nuestra participación en la Eucaristía, que se hace para gloria del Padre, por su Hijo Jesucristo, gracias al Espíritu Santo. Y es la señal por la cual nos reconocemos como cristianos: la señal de la Cruz en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

La misión del Hijo, Jesucristo, consiste en la revelación de su Padre, del cual es la imagen perfecta, y en el don del Espíritu, también revelado por el Hijo. La lectura evangélica proclamada hoy nos lo muestra: el Hijo recibe todo del Padre en la perfecta unidad: «Todo lo que tiene el Padre es mío», y el Espíritu recibe lo que Él es, del Padre y del Hijo. Dice Jesús: «Por eso he dicho: ‘Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros’» (Jn 16,15). Y en otro pasaje de este mismo discurso (15,26): «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí».

Aprendamos de esto la gran y consoladora verdad: la Trinidad Santísima, lejos de ponerse aparte, distante e inaccesible, viene a nosotros, habita en nosotros y nos transforma en interlocutores suyos. Y esto por medio del Espíritu, quien así nos guía hasta la verdad completa (cf. Jn 16,13). La incomparable “dignidad del cristiano”, de la cual habla varias veces san León el Grande, es ésta: poseer en sí el misterio de Dios y, entonces, tener ya, desde esta tierra, la propia “ciudadanía” en el cielo (cf. Flp 3,20), es decir, en el seno de la Trinidad Santísima.


Auxilio de los Cristianos....Ruega por nosotros

 


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sábado, 14 de junio de 2025

Santo Evangelio 14 de Junio 2025

  


Texto del Evangelio (Mt 5,33-37):

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído también que se dijo a los antepasados: ‘No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos’. Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: ‘Sí, sí’; ‘no, no’: que lo que pasa de aquí viene del Maligno».



«Sea vuestro lenguaje: ‘Sí, sí’; ‘no, no’»


Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells

(Salt, Girona, España)

Hoy continúa Jesús comentándonos los Mandamientos. Los israelitas tenían un gran respeto hacia el nombre de Dios, una veneración sagrada, porque sabían que el nombre se refiere a la persona, y Dios merece todo respeto, todo honor y toda gloria, de pensamiento, palabra y obra. Por esto —teniendo presente que jurar es poner a Dios como testigo de la verdad de lo que decimos— la Ley les mandaba: «No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos» (Mt 5,33). Pero Jesús viene a perfeccionar la Ley (y, por tanto, a perfeccionarnos a nosotros siguiendo la Ley), y da un paso más: «No juréis en modo alguno: ni por el Cielo, (...), ni por la Tierra (...)» (Mt 5,34). No es que jurar, en sí mismo, sea malo, pero son necesarias unas condiciones para que el juramento sea lícito, como por ejemplo, que haya una causa justa, grave, seria (un juicio, pongamos por caso), y que lo que se jura sea verdadero y bueno.

Pero el Señor nos dice todavía más: «Sea vuestro lenguaje: ‘Sí, sí’; ‘no, no’» (Mt 5,37). Es decir, nos invita a vivir la veracidad en toda ocasión, a conformar nuestro pensamiento, nuestras palabras y nuestras obras a la verdad. Y la verdad, ¿qué es? Es la gran pregunta, que ya vemos formulada en el Evangelio por boca de Pilato, en el juicio contra Jesús, y a la que tantos pensadores a lo largo de los tiempos han procurado dar respuesta. Dios es la Verdad. Quien vive agradando a Dios, cumpliendo sus Mandamientos, vive en la Verdad. Dice el santo Cura de Ars: «La razón de que tan pocos cristianos obren con la exclusiva intención de agradar a Dios es porque la mayor parte de ellos se encuentran sometidos a la más espantosa ignorancia. Dios mío, ¡cuántas buenas obras se pierden para el Cielo!». Hay que pensar en ello.

Nos conviene formarnos, leer el Evangelio y el Catecismo. Después, vivir según lo que hemos aprendido.

Arca de la Alianza.....Ruega por nosotros

 


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viernes, 13 de junio de 2025

Santo Evangelio 13 de Junio 2025

 



 Texto del Evangelio (Mt 5,27-32):

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna.

»También se dijo: ‘El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio’. Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio».



«Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio»


Rev. D. Pablo CASAS Aljama

(Sevilla, España)

Hoy, Jesús nos habla claramente del amor indisoluble, fruto de un amor casto (“ecológico”, de respeto a la naturaleza). Tal como afirmó el Papa Francisco, «la santidad y la indisolubilidad del matrimonio cristiano, que con frecuencia se desintegra bajo la tremenda presión del mundo secular, debe ser profundizada por una clara doctrina y apoyada por el testimonio de parejas casadas comprometidas». Desgraciadamente, hoy en día, puede ser un tema polémico, porque parezca que vivir la castidad y la virtud de la santa pureza en medio de este mundo quede como algo trasnochado, o incluso como que puede quitarnos la libertad.

De lo que hay en nuestro corazón, hablan también nuestros “ojos”. La mirada de los esposos, por ejemplo, debe ser expresión de un amor casto y puro que dure para siempre. «Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón» (Mt 5,28).

Esta pureza de corazón se expresa tratando con dignidad nuestro cuerpo: «Vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo», nos dice san Pablo (1Cor 6,19). El Evangelio de hoy tiene que llevar a entender lo sagrado del matrimonio. No se trata de entender el Evangelio de una manera literal, puesto que perder un ojo o una mano, no nos exime de pecar y además sería otro mal añadido. El sentido de las palabras de Jesús, es de sacrificio para ser fieles al proyecto de fidelidad a Dios, hasta vivir el matrimonio para lo que fue creado y después elevado a sacramento (para los cristianos).

Jesús quiere devolver a la ley divina su fuerza, y dice: «Todo el que repudia a su mujer (…) la hace ser adúltera» (Mt 5,32). Con estas palabras nos muestra hasta qué punto cada uno es responsable de la santidad de su esposo / esposa. Estamos llamados a ser “uno” en el santo matrimonio. Es cierto que muchas veces el matrimonio no es algo fácil: vivir santamente conlleva la cruz… «El amor no nos deja indiferentes», diría Benedicto XVI.

Madre del Buen Consejo.....Ruega por nosotros

 


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Jaculatoria

 


jueves, 12 de junio de 2025

Santo Evangelio 12 de Junio de 2025

 



 Texto del Evangelio (Mt 5,20-26):

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.

»Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego.

»Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».



«Si vuestra justicia no es mayor (...) no entraréis en el Reino de los Cielos»


P. Julio César RAMOS González SDB

(Mendoza, Argentina)

Hoy, Jesús nos invita a ir más allá de lo que puede vivir cualquier mero cumplidor de la ley. Aún, sin caer en la concreción de malas acciones, muchas veces la costumbre endurece el deseo de la búsqueda de la santidad, amoldándonos acomodaticiamente a la rutina del comportarse bien, y nada más. San Juan Bosco solía repetir: «Lo bueno, es enemigo de lo óptimo». Allí es donde nos llega la Palabra del Maestro, que nos invita a hacer cosas “mayores” (cf. Mt 5,20), que parten de una actitud distinta. Cosas mayores que, paradójicamente, pasan por las menores, por las más pequeñas. Encolerizarse, menospreciar y renegar del hermano no son adecuadas para el discípulo del Reino, que ha sido llamado a ser —nada más y nada menos— que sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,13-16), desde la vigencia de las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-12).

Jesús, con autoridad, cambia la interpretación del precepto negativo “No matar” (cf. Ex 20,13) por la interpretación positiva de la profunda y radical exigencia de la reconciliación, puesta —para mayor énfasis— en relación con el culto. Así, no hay ofrenda que sirva cuando «te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti» (Mt 5,23). Por eso, importa arreglar cualquier pleito, porque de lo contrario la invalidez de la ofrenda se volverá contra ti (cf. Mt 5,26).

Todo esto, sólo lo puede movilizar un gran amor. Nos dirá san Pablo: «En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud» (Rom 13,9-10). Pidamos ser renovados en el don de la caridad —hasta el mínimo detalle— para con el prójimo, y nuestra vida será la mejor y más auténtica ofrenda a Dios.

Madre del Salvador.....Ruega por nosotros

 


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miércoles, 11 de junio de 2025

Santo Evangelio 11 de Junio 2025

  


Texto del Evangelio (Mt 10,7-13):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento. En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros».



«Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos...»


Rev. D. Jordi POU i Sabater

(Sant Jordi Desvalls, Girona, España)

Hoy celebramos al apóstol José, «a quien los Apóstoles dieron el sobrenombre de Bernabé, que significa “hijo de la consolación”» (Hch 4,36). Desde el principio fue generoso: «Tenía un campo, lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los pies de los Apóstoles» (Hch 4,37). Llevó a san Pablo a los Apóstoles, cuando todos le tenían miedo, y con él abrió el apostolado a todos los pueblos. Primero, en Antioquía, donde «exhortaba a todos a permanecer en el Señor con un corazón firme, porque era un hombre bueno, lleno de fe y del Espíritu Santo. Y una gran muchedumbre se adhirió al Señor» (Hch 11,23-24). Su celo apostólico fue ejemplar, poniendo en práctica el mandato del Maestro: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 10,7).

«Separad a Pablo y Bernabé, para una tarea que les tengo asignada» (Hch 13,2), proclamó el Espíritu Santo: fueron a Chipre y Asia Menor, y sufrieron mucho por el Señor. Tuvieron también sus diferencias y se separaron por motivo de Marcos, que les abandonó a mitad de viaje, y Pablo ya no lo aceptaba en el siguiente; pero Bernabé supo confiar en él y veremos luego a Marcos como un gran colaborador de Pedro y Pablo.

Aprendamos a no catalogar a la gente para siempre, que «las almas, como el buen vino, se mejoran con el tiempo» (San Josemaría), cuando se las sostiene con la confianza y se las quiere, ya que «nadie puede ser conocido sino cuando se le ama» (San Agustín).

Cuando veamos que alguien flaquea o retrocede, perseveremos como Bernabé, sobrenombre que significa también “hombre esforzado”, y “el que anima y entusiasma”. Son características de las que hoy estamos necesitados. Por eso acudimos al Señor con las palabras de la colecta: «Concédenos anunciar fielmente con la palabra y con las obras el Evangelio que él [Bernabé] proclamó con valentía».

Madre del Creador......Ruega por nosotros

 


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martes, 10 de junio de 2025

Santo Evangelio 10 de Junio 2025

 



Texto del Evangelio (Mt 5,13-16):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».



«Vosotros sois la sal de la tierra. (...) Vosotros sois la luz del mundo»


Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas

(Girona, España)

Hoy, san Mateo nos recuerda aquellas palabras en las que Jesús habla de la misión de los cristianos: ser sal y luz del mundo. La sal, por un lado, es este condimento necesario que da gusto a los alimentos: sin sal, ¡qué poco valen los platos! Por otro lado, a lo largo de los siglos la sal ha sido un elemento fundamental para la conservación de los alimentos por su poder de evitar la corrupción. Jesús nos dice: —Debéis ser sal en vuestro mundo, y como la sal, dar gusto y evitar la corrupción.

En nuestro tiempo, muchos han perdido el sentido de su vida y dicen que no vale la pena; que está llena de disgustos, dificultades y sufrimientos; que pasa muy deprisa y que tiene como perspectiva final —y bien triste— la muerte.

«Vosotros sois la sal de la tierra» (Mt 5,13). El cristiano ha de dar el gusto: mostrar con la alegría y el optimismo sereno de quien se sabe hijo de Dios, que todo en esta vida es camino de santidad; que dificultades, sufrimientos y dolores nos ayudan a purificarnos; y que al final nos espera la vida de la Gloria, la felicidad eterna.

Y, también como la sal, el discípulo de Cristo ha de preservar de la corrupción: donde se encuentran cristianos de fe viva, no puede haber injusticia, violencia, abusos hacia los débiles... Todo lo contrario, ha de resplandecer la virtud de la caridad con toda la fuerza: la preocupación por los otros, la solidaridad, la generosidad...

Y, así, el cristiano es luz del mundo (cf. Mt 5,14). El cristiano es esta antorcha que, con el ejemplo de su vida, lleva la luz de la verdad a todos los rincones del mundo, mostrando el camino de la salvación... Allá donde antes sólo había tinieblas, incertidumbres y dudas, nace la claridad, la certeza y la seguridad.

Madre de la Divina Gracia......Ruega por nosotros

 


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lunes, 9 de junio de 2025

Santo Evangelio 9 de Junio 2025

  


Texto del Evangelio (Jn 19,25-34):

 Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.» Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu.

Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua.



«Aquí tienes a tu madre»


Fr. Alexis MANIRAGABA

(Ruhengeri, Ruanda)

Hoy hacemos memoria de María, Madre de la Iglesia. En este sentido, contemplamos la maternidad espiritual de María en conexión con la Iglesia que es —en sí misma— Madre del Pueblo de Dios, pues «nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre» (San Cipriano). María es Madre del Hijo de Dios y a la vez Madre de aquellos que aman a su Hijo y los “bien-amados” de su Hijo, en conformidad con aquel «Mujer, aquí tienes a tu hijo; discípulo: Aquí tienes a tu madre» (Jn 19,26-27), tal como dijo Jesús. Entregando su cuerpo a los hombres y devolviendo su espíritu a su Padre, Jesucristo incluso dio su Madre a sus amigos.

Y el amor más grande es aquel con el que Jesús ama a la Iglesia (cf. Ef 5,25), a la que pertenecen sus amigos. Por lo tanto, los hijos adoptados por Dios no pueden tener a Jesús por hermano si no tienen a María como Madre porque, mientras María ama a su Hijo, ama a la Iglesia de la cual Ella es miembro eminente. Lo que no significa que María sea superior a la Iglesia, sino que Ella es «madre de los miembros de Cristo» (San Agustín).

El Concilio Vaticano II añade que María es «verdaderamente madre de los miembros de Cristo por haber cooperado con su amor a que naciesen en la Iglesia los fieles, que son miembros de aquella Cabeza (Jesús)». Además, permaneciendo en medio de los Apóstoles en el Cenáculo (cf. Hch 1,14), María —Madre de la Iglesia— nos recuerda la presencia, el don y la acción del Espíritu Santo en la Iglesia misionera. Al implorar al Espíritu Santo en el corazón de la Iglesia, María ora con la Iglesia y ora por la Iglesia, porque «asunta ya en la gloria del cielo, acompaña y protege a la Iglesia con su amor maternal» (Prefacio de la misa “María, Madre de la Iglesia”).

María cuida a sus hijos. Podemos, pues, confiarle toda la vida de la Iglesia, como hizo el papa san Pablo VI: «¡Oh, Virgen María, augusta Madre de la Iglesia, te encomendamos toda la Iglesia y el concilio ecuménico!».

Madre Castísima.....Ruega por nosotros

 


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