miércoles, 30 de junio de 2021

Santo Evangelio 30 de Junio 2021

 


Texto del Evangelio (Mt 8,28-34): 

En aquel tiempo, al llegar Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?». Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos». Él les dijo: «Id». Saliendo ellos, se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron, y al llegar a la ciudad lo contaron todo y también lo de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su término.




«Le rogaron que se retirase de su término»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy contemplamos un triste contraste. “Contraste” porque admiramos el poder y majestad divinos de Jesucristo, a quien voluntariamente se le someten los demonios (señal cierta de la llegada del Reino de los cielos). Pero, a la vez, deploramos la estrechez y mezquindad de las que es capaz el corazón humano al rechazar al portador de la Buena Nueva: «Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su término» (Mt 8,34). Y “triste” porque «la luz verdadera (...) vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron» (Jn 1,9.11).

Más contraste y más sorpresa si ponemos atención en el hecho de que el hombre es libre y esta libertad tiene el “poder de detener” el poder infinito de Dios. Digámoslo de otra manera: la infinita potestad divina llega hasta donde se lo permite nuestra “poderosa” libertad. Y esto es así porque Dios nos ama principalmente con un amor de Padre y, por tanto, no nos ha de extrañar que Él sea muy respetuoso de nuestra libertad: Él no impone su amor, sino que nos lo propone.

Dios, con sabiduría y bondad infinitas, gobierna providencialmente el universo, respetando nuestra libertad; también cuando esta libertad humana le gira las espaldas y no quiere aceptar su voluntad. Al contrario de lo que pudiera parecer, no se le escapa el mundo de las manos: Dios lo lleva todo a buen término, a pesar de los impedimentos que le podamos poner. De hecho, nuestros impedimentos son, antes que nada, impedimentos para nosotros mismos.

Con todo, uno puede afirmar que «frente a la libertad humana Dios ha querido hacerse “impotente”. Y puede decirse asimismo que Dios está pagando por este gran don [la libertad] que ha concedido a un ser creado por Él a su imagen y semejanza [el hombre]» (San Juan Pablo II). ¡Dios paga!: si le echamos, Él obedece y se marcha. Él paga, pero nosotros perdemos. Salimos ganando, en cambio, cuando respondemos como Santa María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).


Clica en la imagen para rezar a JESÚS SACRAMENTADO

 


Clica en la imagen para rezar los MISTERIOS GLORIOSOS

 


LECTURA BREVE Tb 4, 16-17. 19-20



 LECTURA BREVE   Tb 4, 16-17. 19-20


No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan. Da de tu pan al hambriento y da tus vestidos al desnudo. Busca el consejo de los prudentes. Bendice al Señor en toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que lleguen a buen fin todas tus sendas y proyectos.


María del Rocío

 


MARÍA DEL ROCÍO

1.-EL ROCÍO ES BENDICIÓN

Que Dios te conceda el rocío del cielo, la fertilidad de la tierra, abundancia de trigo y de vino. (Gn 27, 28).

“Bendita del Señor sea su tierra, con lo más exquisito del cielo, el rocío, y el agua subterránea, almacenada en lo hondo, con lo mejor de los productos del sol y lo más exquisito de los frutos de las lunas” (Dt 23, 13-14).María es mediadora de bendición.

2.-EL ROCIÓN, IMAGEN DE LA EUCARISTÍA

“Por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, como

escamas, parecido a la escarcha sobre la tierra. Al verlo, los hijos de Israel se dijeron: «¿Qué es esto?». Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: «Es el pan que el Señor os da de comer. Esto manda el Señor: “Que cada uno recoja lo que necesite para comer” (Ex 16, 13-15).

“Israel habita seguro, | tranquilo mora Jacob, en tierra de grano y de mosto, bajo un cielo que destila rocío.” (Dt 33, 28). María es Mujer eucarística.

3.-EL ROCÍO, DON DE LA PALABRA REVELADA

“Escuchad, cielos, y hablaré; oye, tierra, los dichos de mi boca; descienda como lluvia mi doctrina, destile como rocío mi palabra, como llovizna sobre la hierba, como orvallo sobre el césped”.(Dt 32, 1-2). María es madre y cumplidora de la Palabra.

4.-EL ROCIÓ, IMAGEN DE LA MATERNIDAD VIRGEN

“Si cae rocío únicamente sobre el vellón, y todo el suelo queda seco, sabré que salvarás a Israel por mi mano, tal y como has dicho». Así ocurrió. Se levantó de madrugada, estrujó el vellón y exprimió el rocío del vellón, llenando una cazuela de agua. Gedeón dijo a Dios: «No se encienda tu ira contra mí, si hablo una vez más. Permíteme que pruebe solo otra vez con el vellón. Quede seco solo el vellón, mientras que en todo el suelo haya rocío». Y así lo hizo el Señor aquella noche. Quedó únicamente seco el vellón y cayó rocío en todo el suelo.” (Jue 6, 37-40). “Las nubes destilan rocío” (Prov 3, 20). María es Madre Virgen, sin pecado.

5.-EL ROCÍO, IMAGEN DE LA MATERNIDAD DIVINA

“¿Tiene padre la lluvia?, | ¿quién engendra el rocío?” (Job 38, 28). María es la Madre de Dios.

6.-EL ROCÍO Y LA MADRE DE LA IGLESIA

“Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos. Es ungüento precioso en la cabeza, que va bajando por la barba, que baja por la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento. Es rocío del Hermón, que va bajando | sobre el monte Sión. | Porque allí manda el Señor la bendición: la vida para siempre. (Sal 132). María reúne a todos los discípulos de Jesús en oración y en comunión.

7.-EL ROCÍO, IMAGEN DEL AMOR DIVINO

“Yo dormía, pero mi corazón velaba. ¡Un rumor...! Mi amado llama: «Ábreme, hermana mía, amada mía, mi paloma sin tacha; que mi cabeza está cubierta de rocío, mis rizos del relente de la noche».” (Cat 5, 2). María es la Amada, la esposa la llenada de gracia y de Espíritu Santo.

martes, 29 de junio de 2021

Santo Evangelio 29 de Junio 2021



 Texto del Evangelio (Mt 16,13-19): 

En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».




«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo»


Mons. Jaume PUJOL i Balcells, Arzobispo Emérito de Tarragona

(Tarragona, España)

Hoy celebramos la solemnidad de San Pedro y San Pablo, los cuales fueron fundamentos de la Iglesia primitiva y, por tanto, de nuestra fe cristiana. Apóstoles del Señor, testigos de la primera hora, vivieron aquellos momentos iniciales de expansión de la Iglesia y sellaron con su sangre la fidelidad a Jesús. Ojalá que nosotros, cristianos del siglo XXI, sepamos ser testigos creíbles del amor de Dios en medio de los hombres tal como lo fueron los dos Apóstoles y como lo han sido tantos y tantos de nuestros conciudadanos.

En una de las primeras intervenciones del Papa Francisco, dirigiéndose a los cardenales, les dijo que hemos de «caminar, edificar y confesar». Es decir, hemos de avanzar en nuestro camino de la vida, edificando a la Iglesia y confesando al Señor. El Papa advirtió: «Podemos caminar tanto como queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, alguna cosa no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, esposa del Señor».

Hemos escuchado en el Evangelio de la misa un hecho central para la vida de Pedro y de la Iglesia. Jesús pide a aquel pescador de Galilea un acto de fe en su condición divina y Pedro no duda en afirmar: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Inmediatamente, Jesús instituye el Primado, diciendo a Pedro que será la roca firme sobre la cual se edificará la Iglesia a lo largo de los tiempos (cf. Mt 16,18) y dándole el poder de las llaves, la potestad suprema.

Aunque Pedro y sus sucesores están asistidos por la fuerza del Espíritu Santo, necesitan igualmente de nuestra oración, porque la misión que tienen es de gran trascendencia para la vida de la Iglesia: han de ser fundamento seguro para todos los cristianos a lo largo de los tiempos; por tanto, cada día nosotros hemos de rezar también por el Santo Padre, por su persona y por sus intenciones.

Clica en la imagen para rezar a JESÚS SACRAMENTADO

 


Clica en la imagen para rezar los MISTERIOS DOLOROSOS

 


LECTURA BREVE Ga 6, 8

 

LECTURA BREVE   Ga 6, 8


Lo que uno siembre, eso cosechará. El que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.


La Señora del Cielo, más bella que el sol



 La Señora del Cielo, más bella que el sol


“Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del

sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas

sobre su cabeza” (Apc 12, 1)

La belleza es orden, equilibrio,

armonía, espacio habitable.

La belleza es gratuidad, ofrenda,

generosidad.

La belleza es visión luminosa,

esplendor, transfiguración.

La belleza es fidelidad,

autenticidad, verdad.

La belleza es bondad, perdón,

humildad, donación de sí.

La belleza es discreción, libera

de la rutina y de la desesperanza.

La belleza es necesaria, es

esencial, atrae, fascina, enamora.

La belleza es amor, entrega,

olvido de sí.

lunes, 28 de junio de 2021

Santo Evangelio 28 de Junio 2021

  


Texto del Evangelio (Mt 8,18-22):

En aquel tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».


«Sígueme»

Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells

(Salt, Girona, España)

Hoy, el Evangelio nos presenta —a través de dos personajes— una cualidad del buen discípulo de Jesús: el desprendimiento de los bienes materiales. Pero antes, el texto de san Mateo nos da un detalle que no querría pasar por alto: «Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre...» (Mt 8,18). Las multitudes se reúnen cerca del Señor para escuchar su palabra, ser curados de sus dolencias materiales y espirituales; buscan la salvación y un aliento de Vida eterna en medio de los vaivenes de este mundo.

Como entonces, algo parecido pasa en nuestro mundo de hoy día: todos —más o menos conscientemente— tenemos la necesidad de Dios, de saciar el corazón de los bienes verdaderos, como son el conocimiento y el amor a Jesucristo y una vida de amistad con Él. Si no, caemos en la trampa de querer llenar nuestro corazón de otros “dioses” que no pueden dar sentido a nuestra vida: el móvil, Internet, el viaje a las Bahamas, el trabajo desenfrenado para ganar más y más dinero, el coche mejor que el del vecino, o el gimnasio para lucir el mejor cuerpo del país.... Es lo que les pasa a muchos actualmente.

En contraste, resuena el grito lleno de fuerza y de confianza del Papa San Juan Pablo II hablando a la juventud: «Se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo». Para eso es preciso, como el Señor, el desprendimiento de todo aquello que nos ata a una vida demasiado materializada y que cierra las puertas al Espíritu.

«El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza (...). Sígueme» (Mt 8,22), nos dice el Evangelio de hoy. Y san Gregorio Magno nos recuerda: «Tengamos las cosas temporales para uso, las eternas en el deseo; sirvámonos de las cosas terrenales para el camino, y deseemos las eternas para el fin de la jornada». Es un buen criterio para examinar nuestro seguimiento de Jesús.


Clica en la imagen para rezar a JESÚS SACRAMENTADO

 


Clica en la imagen para rezar los MISTERIOS GOZOSOS

 


María, Virgen y Madre

 


MARÍA, VIRGEN Y MADRE

“La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.” (Jn 16, 21) Virgen María, me parece mentira que ya hayamos llegado a final de mes. Mañana será fiesta en tu honor, en reconocimiento de tu gesto servicial, que no solo fue acudir a atender a tu prima, sino habernos servido el Pan del Cielo, por haber concebido y dado a luz al Hombre perfecto, al modelo de humanidad.

María, ¿sabes si se refería Jesús a ti, cuando explicó la experiencia de la mujer al ser madre? ¿Se refería tu Hijo a él mismo, cuando señalaba la alegría porque en el parto de la mujer se nos ha dado un hombre? Él será presentado así: “¡Ecce Homo!” Si una mujer, como dice tu Hijo, al acercarse el momento del parto siente temor y miedo al dolor, y sobre todo ansiedad, por el deseo de que todo salga bien y, una vez que da a luz, no se acuerda del apuro, sino que se alegra por haber dado un hombre al mundo, ¡cuánto mayor será tu alegría, por habernos dado al Hijo del hombre!

Tu Hijo es el canon de humanidad. En Él se nos ha revelado qué es ser hombre para Dios. Tú concebiste al Verbo divino, le diste tu carne y tu sangre, en ti tomó la naturaleza humana, por obra del Espíritu, y nació de ti el Hijo de Dios, hombre en todo como nosotros, hombre perfecto, pleno, modelo y arquetipo para todos.

Tu Magnificat adelantó el gozo de tu maternidad. Si la mujer madre se llena de gozo en el momento de dar a luz, tú exultaste al concebirlo. Tu maternidad llevaba el sello divino, de manera precoz manifestaste la alegría que la mujer expresa al sentirse madre.

Gracias, María, porque nos has dado en tu Hijo el espejo en quien mirarnos, para saber si nuestro crecimiento espiritual y humano es según Dios. En Jesús se nos desvela la forma más plena de ser humanos. Con razón debes alegrarte, porque de tus entrañas nos ha nacido, a todos, un hijo, y estamos alegres.

Gracias porque tu maternidad nos ha hecho fecundos, de la tierra ha germinado el Salvador. Si de Adán, el Creador sacó a Eva, de ti, mujer, nos ha nacido el nuevo Adán.

Por ti ha sido reparada la descendencia de Eva

domingo, 27 de junio de 2021

Santo Evangelio 27 de Junio 2021

 



 Texto del Evangelio (Mc 5,21-43): 

En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.

Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?». Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad».

Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?». Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.



«Solamente ten fe»


Fray Valentí SERRA i Fornell

(Barcelona, España)

Hoy, san Marcos nos presenta una avalancha de necesitados que se acerca a Jesús-Salvador buscando consuelo y salud. Incluso, aquel día se abrió paso entre la multitud un hombre llamado Jairo, el jefe de la sinagoga, para implorar la salud de su hijita: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva» (Mc 5,23).

Quién sabe si aquel hombre conocía de vista a Jesús, de verle frecuentemente en la sinagoga y, encontrándose tan desesperado, decidió invocar su ayuda. En cualquier caso, Jesús captando la fe de aquel padre afligido accedió a su petición; sólo que mientras se dirigía a su casa llegó la noticia de que la chiquilla ya había muerto y que era inútil molestarle: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?» (Mc 5,35).

Jesús, dándose cuenta de la situación, pidió a Jairo que no se dejara influir por el ambiente pesimista, diciéndole: «No temas; solamente ten fe» (Mc 5,36). Jesús le pidió a aquel padre una fe más grande, capaz de ir más allá de las dudas y del miedo. Al llegar a casa de Jairo, el Mesías retornó la vida a la chiquilla con las palabras: «Talitá kum, que quiere decir: ‘Muchacha, a ti te digo, levántate’» (Mc 5,41).

También nosotros debiéramos tener más fe, aquella fe que no duda ante las dificultades y pruebas de la vida, y que sabe madurar en el dolor a través de nuestra unión con Cristo, tal como nos sugiere el papa Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi (Salvados por la esperanza): «Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito».

Clica en la imagen para rezar a JESÚS SACRAMENTADO

 


Clica en la imagen para rezar los MISTERIOS GLORIOSOS

 


LECTURA BREVE Dn 6, 26b-27



 LECTURA BREVE   Dn 6, 26b-27


Teman y tiemblen ante Dios: Él es el Dios vivo que subsiste por siempre, su reino no será destruido y su imperio durará hasta el fin. El que salva y libera obra señales y milagros.


María, Consuelo de los Afligidos



 MARÍA, CONSUELO DE LOS AFLIGIDOS

“… su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». (Lc 2, 48) María, tú también pasaste por la prueba de la tristeza, hasta de la angustia. No solo porque la profecía de Simeón estuvo siempre en tu memoria como espada pendiente sobre ti, sino porque en el desarrollo de los acontecimientos de tu Hijo, experimentaste la zozobra.

Si el Hijo de Dios tomó de ti nuestra naturaleza, y fue en todo semejante a nosotros, menos en el pecado, de tal forma que lo vemos llorar ante la muerte de su amigo Lázaro y sentir angustia en Getsemaní, ¡cuánto más tú, su madre, tuviste que sentir por Él y por ti los desgarros del sufrimiento!

El sentimiento de tristeza no es contrario al Evangelio. Sentir el zarpazo del dolor, de la prueba y de la muerte, no es contrario a la fe. Si lo fuera, ni tú ni Jesús habríais manifestado tan abiertamente vuestra angustia.

Tus gestos consoladores para los que tienen necesidad, como fueron tu ayuda a Isabel o tu intervención en Caná, no los hiciste desde la situación magnánima de quien siente el dolor de los otros sin saber lo que duelen la soledad, el vacío, la muerte, sino desde la compasión.

Tú palabra, tu presencia, tu silencio, se convierten en gestos cercanos, compañeros, que alivian, porque proceden de quien ha experimentado en su vida la prueba y el límite, y sin embargo, no ha perecido en la desesperanza.

Tu angustia, la espada de dolor en tu alma, la contemplación de tu Hijo en la Cruz, te han hecho experta en compasión, maestra espiritual para acompañar a quienes están tristes, a quienes se sienten solos, incomprendidos y angustiados.

Señora, no me abandones. Y con tantos con los que camino por este valle, a veces tan oscuro, muéstrate compasiva y compañera. ¡Cómo ayuda saberse acompañados en la hora de la prueba! Gracias, Madre, que seamos capaces de cantar el Magnificat en toda circunstancia.

sábado, 26 de junio de 2021

Santo Evangelio 26 de Junio 2021

  


Texto del Evangelio (Mt 8,5-17): 

En aquel tiempo, al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace». Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes». Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído». Y en aquella hora sanó el criado.

Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle. Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; Él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: «Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades».



«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano»


Rev. D. Xavier JAUSET i Clivillé

(Lleida, España)

Hoy, en el Evangelio, vemos el amor, la fe, la confianza y la humildad de un centurión, que siente una profunda estima hacia su criado. Se preocupa tanto de él, que es capaz de humillarse ante Jesús y pedirle: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos» (Mt 8,6). Esta solicitud por los demás, especialmente para con un siervo, obtiene de Jesús una pronta respuesta: «Yo iré a curarle» (Mt 8,7). Y todo desemboca en una serie de actos de fe y confianza. El centurión no se considera digno y, al lado de este sentimiento, manifiesta su fe ante Jesús y ante todos los que estaban allí presentes, de tal manera que Jesús dice: «En Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande» (Mt 8,10).

Podemos preguntarnos qué mueve a Jesús para realizar el milagro. ¡Cuántas veces pedimos y parece que Dios no nos atiende!, y eso que sabemos que Dios siempre nos escucha. ¿Qué sucede, pues? Creemos que pedimos bien, pero, ¿lo hacemos como el centurión? Su oración no es egoísta, sino que está llena de amor, humildad y confianza. Dice san Pedro Crisólogo: «La fuerza del amor no mide las posibilidades (...). El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no es resignación ante la imposibilidad, no se intimida ante dificultad alguna». ¿Es así mi oración?

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo...» (Mt 8,8). Es la respuesta del centurión. ¿Son así tus sentimientos? ¿Es así tu fe? «Sólo la fe puede captar este misterio, esta fe que es el fundamento y la base de cuanto sobrepasa a la experiencia y al conocimiento natural» (San Máximo). Si es así, también escucharás: «‘Anda; que te suceda como has creído’. Y en aquella hora sanó el criado» (Mt 8,13).

¡Santa María, Virgen y Madre!, maestra de fe, de esperanza y de amor solícito, enséñanos a orar como conviene para conseguir del Señor todo cuanto necesitamos.


Clica en la imagen para rezar a JESÚS SACRAMENTADO

 


Clica en la imagen para rezar los MISTERIOS GLORIOSOS

 


Clica en la imagen para rezar los MISTERIOS GOZOSOS

 


LECTURA BREVE 2 Pe 3, 13-15a

 


LECTURA BREVE   2 Pe 3, 13-15a


Nosotros conforme a la promesa del Señor esperamos cielos nuevos y tierra nueva, en los que tiene su morada la santidad. Por eso, carísimos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad con toda diligencia que él os encuentre en paz, sin mancha e irreprensibles. Considerad esta paciente espera de nuestro Señor como una oportunidad para alcanzar la salud.


Maria, Profeta



 MARÍA, PROFETA

“Engrandece mi alma al Señor, porque su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada.” (Lc 1, 46. 50-53)

Al escuchar tu cántico, me resuena el sermón del monte, cuando Jesús proclamó las bienaventuranzas, que tú ya habías anunciado: “Bienaventurados los pobres;los mansos; los que lloran, los que tienen hambre y sed; los misericordiosos…” (Mt 5, 3-10) En tu Magníficat, adelantaste la bendición de Jesús, cuando pronunció: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños.» (Mt 11, 25)

Sobre todo, al meditar tu himno de alabanza, anticipaste los títulos por los que heredaremos el reino, y que Jesús proclamó: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." (Mt 25, 34-36)

En verdad, el Espíritu te inundó, no solo para que concibieras en tu seno y dieras a luz al Hijo de Dios, sino para conocer y profesar los valores del reino de Dios. Tú no solo los proclamaste, sino que los viste como verdadero profeta.

Tu capacidad de escucha, tu meditación silenciosa te permitió no hablar por ti, sino por la fuerza del Espíritu. Tu espíritu se alegró al percibir dentro de ti la

Buena Nueva, el Evangelio hecho carne.

Tú no hablaste por propia cuenta, tus palabras obedecieron siempre a las mociones del Espíritu, fuiste guiada por Él en tu obrar y en tu decir. Con razón concebiste en tu seno la Palabra por obra del Espíritu, porque fuiste dócil y obediente a su inspiración.

El que nació de ti fue el nacido de lo alto, engendrado por la fuerza del Espíritu. María, profecía de Dios y del Evangelio, enséñanos a no hablar precipitadamente, sino como tú, por haber escuchado y meditado la moción consoladora del Espíritu.

viernes, 25 de junio de 2021

Santo Evangelio 25 de Junio 2021

  


Texto del Evangelio (Mt 8,1-4): 

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró ante Él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Él extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante quedó limpio de su lepra. Y Jesús le dice: «Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio».



«Señor, si quieres puedes limpiarme»


Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano

(Cervera, Lleida, España)

Hoy, el Evangelio nos muestra un leproso, lleno de dolor y consciente de su enfermedad, que acude a Jesús pidiéndole: «Señor, si quieres puedes limpiarme» (Mt 8,2). También nosotros, al ver tan cerca al Señor y tan lejos nuestra cabeza, nuestro corazón y nuestras manos de su proyecto de salvación, tendríamos que sentirnos ávidos y capaces de formular la misma expresión del leproso: «Señor, si quieres puedes limpiarme» (Mt 8,2).

Ahora bien, se impone una pregunta: Una sociedad que no tiene conciencia de pecado, ¿puede pedir perdón al Señor? ¿Puede pedirle purificación alguna? Todos conocemos mucha gente que sufre y cuyo corazón está herido, pero su drama es que no siempre es consciente de su situación personal. A pesar de todo, Jesús continúa pasando a nuestro lado, día tras día (cf. Mt 28,20), y espera la misma petición: «Señor, si quieres...» (cf. Mt 8,2). No obstante, también nosotros debemos colaborar. San Agustín nos lo recuerda en su clásica sentencia: «Aquél que te creó sin ti, no te salvará sin ti». Es necesario, pues, que seamos capaces de pedir al Señor que nos ayude, que queramos cambiar con su ayuda.

Alguien se preguntará: ¿por qué es tan importante darse cuenta, convertirse y desear cambiar? Sencillamente porque, de lo contrario, seguiríamos sin poder dar una respuesta afirmativa a la pregunta anterior, en la que decíamos que una sociedad sin conciencia de pecado difícilmente sentirá deseos o necesidad de buscar al Señor para formular su petición de ayuda.

Por eso, cuando llega el momento del arrepentimiento, el momento de la confesión sacramental, es preciso deshacerse del pasado, de las lacras que infectan nuestro cuerpo y nuestra alma. No lo dudemos: pedir perdón es un gran momento de iniciación cristiana, porque es el momento en que se nos cae la venda de los ojos. ¿Y si alguien se da cuenta de su situación y no quiere convertirse? Dice un refrán popular: «No hay peor ciego que el que no quiere ver».


Clica en la imagen para rezar a JESÚS SACRAMENTADO

 


Clica en la imagen para rezar los MISTERIOS DOLOROSOS

 



LECTURA BREVE Ga 2, 19b-20



 LECTURA BREVE   Ga 2, 19b-20


Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mi. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

Maria, La Creyente e Intercesora

 


  MARIA LA CREYENTE E INTERCESORA

“Haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5)

María, tú eres la creyente y la mediadora de todas las gracias. Si nosotros, con nuestra oración, hecha con fe, podemos realizar obras semejantes a las de tu Hijo, ¿qué no podrás hacer tú?

Me has enseñado, Señora, al acercarme a los santuarios, en los que se te honra con tanta devoción, a valorar el poder de la oración. Hay lugares en los que se percibe

de manera muy viva la fuerza sobrenatural. No solo porque se den signos especiales, sino porque se instala en el corazón el gozo y la alegría, los mismos efectos que se produjeron cuando visitaste a Isabel, tu prima.

Si por la intercesión de los santos, cada día nos llegan noticias de obras que superan nuestra capacidad humana, ¡cuánto más, Señora, por tu intercesión siguen experimentándose los frutos de la gracia!

Tú sabes lo que nos hace falta. Tú eres la mujer sensible, solidaria, capaz de impulsar a tu Hijo Jesús para que intervenga y actúe con poder y misericordia.

Si la mujer cananea, la sirofenicia y la hemorroisa, arrancaron de Jesús aquellos gestos de compasión, que dieron vida y salud, ¡cuánto más nos estará aconteciendo por tu maternidad prolongada con nosotros!

No reivindico ningún poder especial, deseo que seas tú la que, conociendo la súplica de tantos, que en momentos de dolor, enfermedad, paro, soledad, o exclusión,acuden menesterosos a la oración, intervengas maternalmente en su favor.

Aunque es verdad que tu Hijo nos ha entregado el regalo de poder actuar de manera sobrehumana, si lo hacemos con fe. ¡Cuánto bien podríamos realizar con tan solo actuar con fe!

Danos, entonces, tu humilde actitud creyente, confiada, orante, para que a nuestro paso por la vida dejemos correr, a través nuestro, el río de gracia que ayude, consuele, mejore a tantos que se nos encomiendan.

Virgen María, comprendo que es una responsabilidad social de los creyentes pedir otras intervenciones en favor de los demás, si nosotros mismos tenemos el regalo de hacer las obras que Jesús hizo a su paso por nuestro mundo. No obstante es más segura tu ayuda que la nuestra.

jueves, 24 de junio de 2021

Santo Evangelio 24 de Junio 2021

  


Texto del Evangelio (Lc 1,57-66.80): 

Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados.

Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.



«El niño crecía y su espíritu se fortalecía»


Rev. D. Joan MARTÍNEZ Porcel

(Barcelona, España)

Hoy, celebramos solemnemente el nacimiento del Bautista. San Juan es un hombre de grandes contrastes: vive el silencio del desierto, pero desde allí mueve las masas y las invita con voz convincente a la conversión; es humilde para reconocer que él tan sólo es la voz, no la Palabra, pero no tiene pelos en la lengua y es capaz de acusar y denunciar las injusticias incluso a los mismos reyes; invita a sus discípulos a ir hacia Jesús, pero no rechaza conversar con el rey Herodes mientras está en prisión. Silencioso y humilde, es también valiente y decidido hasta derramar su sangre. ¡Juan Bautista es un gran hombre!, el mayor de los nacidos de mujer, así lo elogiará Jesús; pero solamente es el precursor de Cristo.

Quizás el secreto de su grandeza está en su conciencia de saberse elegido por Dios; así lo expresa el evangelista: «El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel» (Lc 1,80). Toda su niñez y juventud estuvo marcada por la conciencia de su misión: dar testimonio; y lo hace bautizando a Cristo en el Jordán, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto y, al final de su vida, derramando su sangre en favor de la verdad. Con nuestro conocimiento de Juan, podemos responder a la pregunta de sus contemporáneos: «¿Qué será este niño?» (Lc 1,66).

Todos nosotros, por el bautismo, hemos sido elegidos y enviados a dar testimonio del Señor. En un ambiente de indiferencia, san Juan es modelo y ayuda para nosotros; san Agustín nos dice: «Admira a Juan cuanto te sea posible, pues lo que admiras aprovecha a Cristo. Aprovecha a Cristo, repito, no porqué tú le ofrezcas algo a Él, sino para progresar tú en Él». En Juan, sus actitudes de Precursor, manifestadas en su oración atenta al Espíritu, en su fortaleza y su humildad, nos ayudan a abrir horizontes nuevos de santidad para nosotros y para nuestros hermanos.


Clica en la imagen para rezar a JESÚS SACRAMENTADO

 


Clica en la imagen para rezar los MISTERIOS LUMINOSOS

 


LECTURA BREVE Ml 4, 5-6

 


LECTURA BREVE   Ml 4, 5-6


Mirad, os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible. Convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir yo a destruir la tierra.


María Auxiliadora

 


MARÍA AUXILIADORA

«Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción - ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones». (Lc 2, 34-35)

Este día, los cristianos de China te invocan de manera especial, y la familia salesiana te lleva siempre en su invocación bajo el nombre de Auxiliadora. En la letanía del rosario, te llamamos Auxiliadora.

Creo que el secreto de tu fuerza compasiva está en que fuiste iniciada en el sufrimiento, en la prueba del dolor, y por ello se te constituyó en refugio, puerto franco de tantos que se sienten a la deriva.

En ti se cumple también la profecía: “El Señor me ha dado una lengua de iniciado, para decir una palabra de aliento al abatido” (Is 50, 4) ¡Cómo se agradece la palabra de quien sabes que no se la inventa, sino que la dice desde el corazón,desde la experiencia de la prueba superada!

Tu Hijo nos ha adelantado en el sufrimiento, y su ejemplo de amor nos permite asociarnos a Él en el momento de la prueba. Es muy distinto el dolor cuando cuando se rechaza, de cuando se ofrece de manera solidaria.

Si de Jesús se puede decir: “Sus heridas nos han curado”, en ti, igualmente podemos percibir la compasión, la acogida entrañable. Tu espada de dolor se multiplicó por siete, para que nadie se sienta fuera de tu mirada compañera.

Me duele, sin embargo, lo que dice el profeta, sobre todo porque lleva razón: “Y si alguien dice: « ¿Y esas heridas que hay en tus manos?», responderá: «Las he recibido en casa de mis amigos».” (Zac 13, 6). Resulta my fuerte contemplar tu dolor y el de Jesús, y saberme causa de ellos.

Hay sufrimiento moral que duele más que el físico. Tú eres experta en comprender y acompañar el dolor del alma, el que sin que se perciba, se lleva por dentro, por el sentimiento de soledad, rechazo, incomprensión, despojo, injusticia.

María, ¡sigue siendo nuestra auxiliadora!

miércoles, 23 de junio de 2021

Santo Evangelio 23 de Junio 2021

 



 Texto del Evangelio (Mt 7,15-20): 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis».



«Por sus frutos los reconoceréis»


+ Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret

(Vic, Barcelona, España)

Hoy, se nos presenta ante nuestra mirada un nuevo contraste evangélico, entre los árboles buenos y malos. Las afirmaciones de Jesús al respecto son tan simples que parecen casi simplistas. ¡Y justo es decir que no lo son en absoluto! No lo son, como no lo es la vida real de cada día.

Ésta nos enseña que hay buenos que degeneran y acaban dando frutos malos y que, al revés, hay malos que cambian y acaban dando frutos buenos. ¿Qué significa, pues, en definitiva, que «todo árbol bueno da frutos buenos (Mt 7,17)»? Significa que el que es bueno lo es en la medida en que no desfallece obrando el bien. Obra el bien y no se cansa. Obra el bien y no cede ante la tentación de obrar el mal. Obra el bien y persevera hasta el heroísmo. Obra el bien y, si acaso llega a ceder ante el cansancio de actuar así, de caer en la tentación de obrar el mal, o de asustarse ante la exigencia innegociable, lo reconoce sinceramente, lo confiesa de veras, se arrepiente de corazón y... vuelve a empezar.

¡Ah! Y lo hace, entre otras razones, porque sabe que si no da buen fruto será cortado y echado al fuego (¡el santo temor de Dios guarda la viña de las buenas vides!), y porque, conociendo la bondad de los demás a través de sus buenas obras, sabe, no sólo por experiencia individual, sino también por experiencia social, que él sólo es bueno y puede ser reconocido como tal a través de los hechos y no de las solas palabras.

No basta decir: «Señor, Señor!». Como nos recuerda Santiago, la fe se acredita a través de las obras: «Muéstrame tu fe sin las obras, que yo por las obras te haré ver mi fe» (Sant 2,18).


Clica en la imagen para rezar a JESÚS SACRAMENTADO

 


Clica en la imagen para rezar los MISTERIOS GLORIOSOS

 


LECTURA BREVE Dt 4, 39-40a

 


LECTURA BREVE   Dt 4, 39-40a


Has de reconocer hoy y recordar que el Señor es Dios, en lo alto del cielo y abajo en la tierra, y que no hay otro. Guarda los mandatos y preceptos que te voy a dar hoy.


María, La Elegida de Dios



 MARÍA, LA ELEGIDA DE DIOS

«No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios» (Lc 1, 30). María, tú eres consciente del privilegio de que Dios se haya enamorado de ti. Era algo impensable. Te sobresaltaste, pero diste fe a las palabras del arcángel Gabriel.

Siempre que me introduzco en la estancia más íntima de tu vida, me viene a la memoria algo que le escuché personalmente al Papa Benedicto XVI, evocando a San Agustín: “El ángel, "entrando en su presencia", no la llama por su nombre terreno, María, sino por su nombre divino, tal como Dios la ve y la califica desde siempre: "Llena de gracia (gratia plena)", que en el original griego es κεχαριτωμένη "llena de gracia", y la gracia no es más que el amor de Dios; por eso, en definitiva, podríamos traducir esa palabra así: "amada" por Dios (cf. Lc 1, 28).(Homilía, 25 de marzo, 2006).

Sí, tú fuiste la Amada por Dios, la más amada. Gracias a ti nos ha venido la salvación al mundo. Tú eres el prototipo del nuevo pueblo de Dios, a quien Él trataba como a esposa. Tu mismo Hijo, en resonancia de las alianzas antiguas, te presentó como fruto de la alianza nueva, y te llamó “mujer”. Este nombre se aplicaba a la esposa. En ti se desposó Dios con la humanidad. En ti aconteció la visión del profeta: “Ya no te llamarán abandonada, ni a tu tierra devastada. A ti te llamarán mi favorita, y a tu tierra desposada. Como joven que se casa con su novia así te desposa el que te construyó. La alegría que encuentra el marido con esposa, la encontrará tu Dios contigo” (Is 62).

Y al contemplarte “Amada por Dios” en el contexto del Evangelio, me encuentro con mi propia llamada, la que nace también de una opción divina: “He sido yo quien os he elegido”, dice Jesús a los suyos. “Vosotros sois mis amigos”.

La opción de tu Hijo por mí, y por cada uno, es la única razón de la esperanza, y de caminar, a pesar de todo, hacia adelante, porque no es por mi fuerza y empeño mi seguimiento, sino porque Jesús me ha llamado y me ha declarado su amor.

Es indecible la marca que se queda grabada en el corazón cuando, por gracia, se llega a sentir, aunque solo sea por un instante, el Amor de Dios. ¡Qué sería en tu caso!

Desde la experiencia del amor divino, se comprende tu exultación y tu cántico, al que yo también me uno, por ti y por mí.

martes, 22 de junio de 2021

Santo Evangelio 22 de Junio 2021

  


Texto del Evangelio (Mt 7,6.12-14): 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran».

«No deis a los perros lo que es santo»


Diácono D. Evaldo PINA FILHO

(Brasilia, Brasil)

Hoy, el Señor nos hace tres recomendaciones. La primera, «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos» (Mt 7,6), contrastes en que los “bienes” son asociados a “perlas” y lo “que es santo”; y, por otro lado, los “perros y puercos” a lo que es impuro. San Juan Crisóstomo nos enseña que «nuestros enemigos son iguales a nosotros en su naturaleza pero no en su fe». A pesar de que los beneficios terrenales son concedidos de igual manera a los dignos e indignos, no es así en lo que se refiere a las “gracias espirituales”, privilegio de aquellos que son fieles a Dios. La correcta distribución de los bienes espirituales implica un celo por las cosas sagradas.

La segunda es la llamada “regla de oro” (cf. Mt 7,12), que compendiaba todo lo que la Ley y los Profetas recomendaron, tal como ramas de un único árbol: El amor al prójimo presupone el Amor a Dios, y de Él proviene.

Hacer al prójimo lo que queremos que nos hagan implica una transparencia de acciones para con el otro, en el reconocimiento de su semejanza a Dios, de su dignidad. ¿Por qué razón deseamos el Bien para nosotros mismos? Porque lo reconocemos como medio de identificación y unión con el Creador. Siendo el Bien el único medio para la vida en plenitud, es inconcebible su ausencia en nuestra relación con el prójimo. No hay lugar para el bien donde prevalezca la falsedad y predomine el mal.

Por último, la "puerta estrecha"... El Papa Benedicto XVI nos pregunta: «¿Qué significa esta ‘puerta estrecha’? ¿Por qué muchos no pueden pasar por ella? ¿Es un pasaje reservado para algunos elegidos?». ¡No! El mensaje de Cristo «nos dice que todos podemos entrar en la vida. El pasaje es ‘estrecho’, pero abierto a todos; ‘estrecho’ porque es exigente, requiere compromiso, abnegación, mortificación del propio egoísmo».

Roguemos al Señor que realizó la salvación universal con su muerte y resurrección, que nos reúna a todos en el Banquete de la vida eterna.


«Entrad por la puerta estrecha»


+ Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué

(Manresa, Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos hace tres recomendaciones importantes. No obstante, centraremos nuestra atención en la última: «Entrad por la entrada estrecha» (Mt 7,13), para conseguir la vida plena y ser siempre felices, para evitar ir a la perdición y vernos condenados para siempre.

Si echas un vistazo a tu alrededor y a tu misma existencia, fácilmente comprobarás que todo cuanto vale cuesta, y que lo que tiene un cierto nivel está sujeto a la recomendación del Maestro: como han dicho con gran profundidad los Padres de la Iglesia, «por la cruz se cumplen todos los misterios que contribuyen a nuestra salvación» (San Juan Crisóstomo). Una vez me decía, en el lecho de su agonía, una anciana que había sufrido mucho en su vida: «Padre, quien no saborea la cruz no desea el cielo; sin cruz no hay cielo».

Todo lo dicho contradice a nuestra naturaleza caída, aunque haya sido redimida. Por eso, además de enfrentarnos con nuestro natural modo de ser, tendremos que ir a contracorriente a causa del ambiente de bienestar que se fundamenta en el materialismo y en el goce incontrolado de los sentidos, que buscan —al precio de dejar de ser— tener más y más, obtener el máximo placer.

Siguiendo a Jesús —que ha dicho «Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12)—, nos damos cuenta que el Evangelio no nos condena a una vida oscura, aburrida e infeliz, sino todo lo contrario, pues nos promete y nos da la felicidad verdadera. No hay más que repasar las Bienaventuranzas y mirar a aquellos que, después de entrar por la puerta estrecha, han sido felices y han hecho dichosos a los demás, obteniendo —por su fe y esperanza en Aquel que no defrauda— la recompensa de la abnegación: «El ciento por uno en el presente y la vida eterna en el futuro» (Lc 18,30). El “sí” de María está acompañado por la humildad, la pobreza, la cruz, pero también por el premio a la fidelidad y a la entrega generosa.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...