jueves, 24 de noviembre de 2016

Somos templos de Dios



Somos templos de Dios

Meditación y Reflexiones Cristianas:

 Somos templos de Dios En el momento del Bautismo vinieron a nuestra alma las tres personas de la Santísima Trinidad con el deseo de permanecer unidas a nuestra existencia. Esta presencia, especialísima, sólo se pierde por el pecado mortal.

San Agustín, al considerar esta inefable cercanía de Dios, exclamaba: “¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva!; he aquí que Tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba (...) Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Me tenían lejos de Ti las cosas que, si no estuviesen en Ti, no serían. Tú me llamaste claramente y rompiste mi sordera; brillaste, resplandeciste, y curaste mi ceguedad”. (Confesiones, 10, 27, 38).

Los cristianos no debemos contentarnos con no perder a Dios: debemos buscarle constantemente en nosotros mismos procurando el recogimiento de los sentidos que tienden a distraerse, desparramarse y quedarse apegados a las cosas.

Para lograr este recogimiento, a algunos el Señor les pide que se retiren del mundo, pero Dios quiere que la mayoría de los cristianos (madres, estudiantes, trabajadores...) le encontremos en medio de nuestros quehaceres.

Mediante la mortificación habitual durante el día, guardamos para Dios los sentidos. ¡Es asombroso comprobar una y otra vez la estrecha relación que existe entre esta mortificación y el gozo interior!

Mortifiquemos la imaginación, librándola de pensamientos inútiles; mortifiquemos la memoria, echando a un lado recuerdos que no nos acercan al Señor; mortifiquemos la voluntad, cumpliendo con el deber concreto, porque el trabajo intenso, si está dirigido a Dios, lejos de impedir el diálogo con Él, lo facilita.

Desde los primeros siglos de la era cristiana, la palabra “Trinidad” nos ayuda a entender el misterio de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mateo 28, 19), tres personas divinas en la perfecta unidad del amor, “porque Dios es Amor” (1 Juan 4, 8). El Espíritu Santo está en el alma del cristiano en gracia, para que cada vez se parezca más a Cristo, para moverlo al cumplimiento de la voluntad del Padre, y ayudarle en esa tarea.

Meditación y Reflexiones Cristianas: Somos templos de Dios¿Porqué sentirnos solos, si la Santísima Trinidad nos acompaña? Pidamos a la Virgen que nos enseñe a comprender esta dichosísima realidad. ¡Qué distinto es nuestro porte, nuestro comportamiento, nuestra conversación, aún en circunstancias difíciles, cuando tenemos conciencia de que somos templos de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo!

Roguemos a nuestra Madre: “¡Dios te salve María, templo y Sagrario de la Santísima Trinidad, ayúdame!”

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