lunes, 14 de noviembre de 2016

Vos sois, ¡oh María!



Vos sois, ¡oh María!


Vos sois, ¡oh María! la verdadera mujer fuerte en quién el Señor ha encontrado reposo, y a quien ha hecho depositaría de todos sus tesoros. El universo entero honra vuestro casto seno como el verdadero templo de Dios donde ha comenzado la salud del mundo, y donde se ha efectuado la reconciliación entre Dios y el hombre. Vos sois el paraíso cerrado donde no ha podido penetrar el pecado para devastarlo; Vos sois el hermoso jardín en que Dios ha colocado todas las flores que adornan su Iglesia, y entre otras la hermosa violeta de vuestra humildad y la aromática rosa de vuestra caridad. ¡Oh, Madre de gracia y de bondad! ¿A quién podremos compararos? Vos sois el paraíso de Dios; de Vos brota la fuente de agua viva que riega la tierra y la fecunda; vuestros sufrimientos en el Calvario os han hecho merecedora de ser el acueducto saludable del género humano, y por Vos ha recibido el mundo inmensos beneficios. Dignaos hacer que lleguen hasta nosotros los benéficos efectos de vuestra poderosa influencia, para que lavados en sus purísimas aguas, podamos algún día ser admitidos en el reino eterno en donde no tiene entrada la más leve mancha. Amén.

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