Junto a tu acequia
Junto a tu acequia de agua limpia y pura
se alzó lozano el árbol de mi vida.
Tu presencia fue savia enardecida
que lo vistió de gracia y de verdura.
Mas, ay, que un día aciago a la tersura
del agua dique puso, enloquecida,
mi alma. ¡Adiós ramas, flores, frutecida
carga y adiós, follaje y hermosura!
¡Piedad para tu hijo, Madre mía!
¡Vuelva a regar mi tronco tu agua clara
en savia y flor y fruto trasmutada!
¡Ponle un dosel de verde lozanía,
Templo de Dios y de los cielos Ara!
¡Sin Ti será en pavesas leño y nada!
P. Antonio Márquez Fernández, S.D.B.
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