“A vosotros se os han dado a conocer los misterios del Reino de Dios”
Toda la obra contenida en los santos libros, anuncia a través de palabras, revela a través de hechos, establece a través de ejemplos la venida de Jesucristo nuestro Señor que, enviado por el Padre, se hace hombre naciendo de una virgen por obra del Espíritu Santo. En efecto, a lo largo de toda la creación, es él quien, a través de prefiguraciones variadas y manifiestas, engendra, lava, santifica, escoge, separa o rescata a la Iglesia en los patriarcas: por el sueño de Adán, por el diluvio de Noé, por la justificación de Abraham, por el nacimiento de Isaac, por la servidumbre de Jacob. En una palabra, a lo largo del tiempo y sus acontecimientos, el conjunto de las profecías, la puesta en marcha del plan secreto de Dios, es, por pura benevolencia, que se nos ha dado a conocer su futura encarnación…
En cada personaje, en cada época, en cada hecho, el conjunto de las profecías proyecta, como en un espejo, la imagen de su venida, de su predicación, de su Pasión, de su Resurrección y de nuestra concentración en la Iglesia… Comenzando por Adán, punto de partida de nuestro conocimiento del género humano, desde los orígenes del mundo encontramos anunciado, en gran número de prefiguraciones, todo lo que en el Señor ha recibido su plenitud total.
San Hilario (c. 315-367), obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Tratado sobre los misterios, Prefacio
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