DON DE CONSEJO
“«El Señor me aconseja, hasta de noche me instruye internamente» (cf. Sal 16, 7). Y este es otro don del Espíritu Santo: el don de consejo.
Sabemos cuán importante es, en los momentos más delicados, poder contar con las sugerencias de personas sabias y que nos quieren. Ahora, a través del don de consejo, es Dios mismo, con su Espíritu, quien ilumina nuestro corazón, de tal forma que nos hace comprender el modo justo de hablar y de comportarse; y el camino a seguir.”
(Francisco, Audiencia 7 de mayo, 2014)
SÚPLICA DEL DON DE CONSEJO, AL ESPÍRITU SANTO
Espíritu Santo, si tus dones fueran excluyentes, no sabría cual pedirte, pero, sin duda, en muchos momentos te pediría el don de Consejo. ¡Cuántas veces por haber acertado en la dirección del camino, he ahorrado pasos y trabajos inútiles! Y al revés: ¡Cuántos pasos perdidos he dado por haber confundido la senda! Sé que se trata de un consejo para el bien más personal. Tú, Espíritu divino, tienes la mejor disposición de ayuda. Ya sabes que entre humanos es muy fácil orientar a una persona de manera dominativa, tendenciosa, especulativa e interesada, por afán de captar su voluntad, y hasta su conciencia.
Tengo para mí que, en muchas ocasiones, por malas experiencias, los discípulos se emancipan de sus maestros y los hijos se hacen independientes de sus padres, aunque es cierto que en el proceso de maduración personal uno debe llegar a tomar decisiones por sí mismo.
Es engañoso creer que, siendo autodidacta, se avanza de forma más coherente. La experiencia es fuente de sabiduría, y no dejarse acompañar por quien es el Don mismo de Sabiduría, despreciando su consejo, es un riesgo temerario e inútil.
¡Ven, Espíritu Santo, Consejero del alma! Sé compañero de camino, especialmente en las encrucijadas de la vida. Si un padre, un amigo, una persona de bien, se convierten en verdaderos consejeros, cuánto más Tú, que conoces el bien y el modo de alcanzarlo, eres el mejor acompañamiento.
El Siervo del Señor reconoce que, cada mañana, porque espabila el oído y escucha la instrucción, no solo acierta en su camino, sino que se convierte en guía para otros.
Tú forma de aconsejar, Espíritu Santo, es discreta, suave, interior. Y te vales de muchas y diversas circunstancias para hacer que se note tu insinuación, la que sin violencia ni manipulación conduce por el sendero de la voluntad divina.
¡Ven, Espíritu Santo, sé Tú mi Consejero!
Amén
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