viernes, 1 de noviembre de 2019

María, compañera del Redentor



María, compañera del Redentor

Congregación para el Clero. Santa Sede Vaticano



María engendró voluntariamente al Redentor, y por eso es causa de nuestra redención y salvación. En cierto modo todo dependió de su "Hágase en mí según tu palabra", pronunciado libremente ante el amoroso requerimiento de Dios. 

Que la Santísima Virgen sea íntima compañera o socia del Redentor, se desprende viendo la inseparabilidad entre la Encarnación de Cristo y la Redención. 

En el Credo decimos que creemos en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,... quien por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen. 

Por consiguiente, si "Cristo Redentor vino para satisfacer por nuestros pecados y para adquirirnos los auxilios de la salvación", es claro que la Santísima Virgen, por su consentimiento en la encarnación, cooperó con Cristo en "satisfacer por los pecados y adquirir para nosotros los auxilios de la salvación." 

La Encarnación no es más que el principio de la gran obra. María ofreció a su Hijo para nuestro rescate expresamente: en el templo, para que fuera, como leemos en San Lucas, "ruina y resurrección de muchos" (Lc 2, 34) 

Y para que ella fuera traspasada por la espada del dolor. Expresiones ambas que dicen demasiado del sacrificio por el cual fuimos redimidos. Mas sobre todo cuando estuvo junto a la cruz con Cristo y con toda su voluntad, renunció a los derechos maternales sobre Jesús. 

" La Bienaventurada Virgen, dice el Concilio Vaticano II, predestinada desde toda eternidad, cual Madre de Dios junto con la Encarnación del Verbo por designio de la Divina Providencia, fue en la tierra la esclarecida Madre del Divino Redentor y en forma singular la generosa colaboradora entre todas las creaturas y la humilde esclava del Señor. 

Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría en la Cruz, cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad, en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. Por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia." 

Fuente: clerus.org

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