Virginidad perpetua de María
Congregación para el Clero. Santa Sede Vaticano
a. - La virginidad corporal o integridad física que supone la carencia total y perpetua de todo deleite carnal en la Virgen;
b. - La virginidad esencial del alma, o sea la voluntad de evitar todo cuanto se opone a la perfecta castidad, y
c. - La virginidad integral del sentido, o sea la inmunidad de los movimientos de concupiscencia de la carne y del placer venéreo, de tal manera que no experimentara nada menos casto.
Sin embargo, cuando nos referimos a la Virginidad perpetua de la Madre de Dios, nos referimos a la primera, es decir, a la corporal, puesto que la segunda y la tercera son consecuencias necesarias de su Purísima Concepción y de su plenitud de gracia.
La virginidad corporal de María subsiste:
l.- ANTES DEL PARTO, en la misma concepción, puesto que, según leemos en el Evangelio de San Lucas, concibió a Jesús, no de varón, sino fuera de todo concurso humano: " la virtud del altísimo te hará sombra" (Lc l, 37)
2.-EN EL PARTO, porque dio a luz a su Hijo sin violar, romper ni perforar o desgarrar el sello de la virginidad, sin dolor, por especial y portentoso milagro del poder divino "Como el rayo del sol pasa a través de un cristal sin romperlo ni mancharlo", según la hermosa expresión del catecismo del P. Astete. De manera que la mente humana se resistiría a admitir si no estuviera en el misterio de la fe.
3.-DESPUES DEL PARTO, es decir, que después del nacimiento de Cristo tampoco hubo consorcio alguno con varón, y por consiguiente no tuvo otros hijos, y ni siquiera perdió la integridad de su cuerpo de manera puramente accidental.
La triple virginidad de María antes del parto, en el parto y después del parto es un misterio de fe católica, proclamado en el Concilio Lateranense bajo el Papa Martín I, en el año 649, y también en el Concilio III de Constantinopla en el año 68O. Sin embargo, ya antes esta verdad estaba en el patrimonio de la fe cristiana.
Los primeros en proferir injurias contra este inefable privilegio de la Madre del Señor, fueron los judíos, al decir que Cristo nació verdadera y propiamente engendrado por José; más tarde completaron la farsa blasfema atribuyendo el nacimiento de Jesucristo a la obra de un soldado romano llamado Panther o Pantheres, conseja heredada por muchos protestantes y racionalistas que ven con mucho agrado la confusión entre "Parhenos", sustantivos griego que significa "Virgen", y "Panter" o "Panteros", nombre propio de un varón.
La definición del Concilio Lateranense dice:
" Si alguno, en conformidad con los santos Padres, no confiesa que la Santa Madre de Dios y siempre Virgen Inmaculada María... concibió del Espíritu Santo sin concurso de varón, y que ésta engendró incorruptiblemente, permaneciendo insoluble su virginidad después del parto, sea condenado".
El Evangelio nos ofrece el más claro testimonio de la Virginidad perpetua de María por boca de ella misma en esa hermosa expresión con la que respondió al saludo del Angel
" María dijo al ángel: ¿ Cómo será esto, pues no conozco varón? " (Lc l, 34)
Expresión que indica un voto emitido, en un presente admirable," a lo divino", y que significa: no conozco, ni he de conocer, significado este que fue refrendado por la misma autoridad de Dios, al explicarle inmediatamente el Angel del Señor:
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño que nazca será santo y llamado Hijo de Dios" (Lc l, 35)
Igual explicación ofrece el Angel del Señor a su esposo José:
"Estando desposada María su madre, con José, antes de que convivieran se encontró encinta por virtud del Espíritu Santo."
" José, su marido, siendo justo y no queriendo denunciarla, resolvió dejarla secretamente.
" Estaba pensando en esto, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueño y le dijo:
" José, hijo de David, no temas recibir contigo a María, tu mujer, pues su concepción es del Espíritu Santo." (Mt. l, l8,2O)
La antigua tradición llamaba siempre a María con el título de Aeiparthenos, palabra griega que significa: La siempre Virgen, expresión que, a la verdad, contrastaba enormemente con el ambiente pagano, y se hacía incomprensible para aquellos cuyas mejores vírgenes eran nada más que prostitutas sagradas.
Fuente: clerus.org
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