miércoles, 15 de agosto de 2018

La muerte no tuvo poder sobre la Virgen


 LA MUERTE NO TUVO PODER SOBRE LA VIRGEN

Por Gabriel González del Estal

1.- El último enemigo aniquilado será la muerte. Este es realmente el principal mensaje de la fiesta de la Asunción de la Virgen María a los cielos: que la muerte –el mayor enemigo natural de todo mortal- no tuvo poder sobre ella y no nos vencerá tampoco a nosotros definitivamente. Nuestro destino es la vida y no una vida cualquiera, sino una vida eterna. Este mensaje, consolador y universal, ha sido descrito, a lo largo de los siglos, de muy distintas maneras, tanto oral como literariamente. En todas las religiones del mundo existen tradiciones orales y textos literarios en los que se habla de la victoria de hombres y dioses sobre la muerte. La manera de expresar, oral o literariamente, esta creencia religiosa está condicionada por las creencias culturales y físicas de las sociedades en las que se desarrolla. En una sociedad en la que se creía que el cielo era un lugar físico que estaba arriba, la tierra estaba en el centro y el infierno era otro lugar físico que estaba abajo, la creencia religiosa en el triunfo del hombre sobre la muerte se entendía naturalmente como subida desde la tierra al cielo. Hoy la teología nos dice que ni el cielo, ni el infierno pueden ser lugares físicos que estén arriba o abajo. Y si no son lugares físicos, no pueden estar allí cuerpos físicos sometidos a las leyes físicas de la materia. Lo que afirma hoy la fiesta de la Asunción es que María, la madre de Jesús de Nazaret, se fue directamente al cielo, íntegra y totalmente, después de su estancia en esta vida, y que está y vivirá eternamente en los brazos de Dios. María venció definitivamente a la muerte y es un maravilloso ejemplo para todos nosotros, los que aún estamos viviendo, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

2.- María se puso en camino y fue aprisa a la montaña. De este relato evangélico de Lucas en el que se nos describe el emocionante encuentro de María con su prima Isabel, que ya tenía en su vientre al futuro precursor, se pueden hacer múltiples lecturas, todas ellas muy sugestivas y sugerentes. Yo quiero fijarme solamente en la rapidez, física y espiritual, con la que actuó María para visitar y ayudar a su prima Isabel, en los últimos meses de su embarazo. María estuvo siempre en camino hacia Dios, pero el camino de María hacia Dios pasaba siempre por el servicio a las personas. Ella se encontraba con Dios cada vez que se encontraba con una persona necesitada. Y lo más maravilloso, en este caso, es que la presencia de María suscitaba y encendía la presencia de Dios en los que la veían a ella. Ella sabía ver a Dios en las personas a las que ayudaba y las personas a las que ayudaba María descubrían igualmente la grandeza de Dios en la humildad de María. Este es también, creo yo, el sentido más profundo del Magnificat. María supo ser el canal humilde a través del cual Dios dispensó su gracia redentora a la humanidad. Dios se lució en María y a través de María. Esta debería ser siempre nuestra petición y también nuestro propósito: que seamos canales limpios a través de los cuales Dios pueda dispensar su gracia a las personas con las que nos encontramos en nuestro caminar por la vida.

3.- El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse al niño. Es la eterna lucha entre el bien y el mal. En este texto del Apocalipsis parece que Juan se refiere al peligro que corría la primitiva Iglesia de Cristo, de ser devorada por el dragón de la increencia y de la herejía. Juan les dice que no teman, que el poderío de Dios y la potestad de su Cristo triunfarán sobre el dragón. Es un texto optimista, que quiere dar confianza, ánimo y valor a aquellos primeros cristianos que estaban sufriendo persecución. También ahora muchos cristianos están como asustados por la fuerza con la que muchas personas tratan de desprestigiar y hundir a la Iglesia de Cristo. También hoy nosotros debemos leer con esperanza el mensaje del Apocalipsis: si somos fieles al evangelio, es seguro que el poderío de Dios y la potestad de su Cristo nos salvarán de las fauces del dragón.

4.- Cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino. Pablo, en un primer momento, como sabemos, estaba convencido de que Cristo iba a volver de un momento a otro e iba a inaugurar un reino nuevo y eterno donde Dios estaría todo en todos, después de haber aniquilado todo principado, poder y fuerza. En este contexto hemos de leer este texto, en el que se nos dice que Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. En el nuevo reino de Dios ya no habrá llanto ni dolor, porque todo será vida y gracia, justicia, santidad y amor. Este nuevo reino de Dios todavía no se ha hecho realidad en este mundo; de nosotros depende el que caminemos hacia él, con más rapidez o más lentitud. Los cristianos estamos llamados a trabajar con Cristo, por él y en él, para que el verdadero reino de Dios pueda ser realidad cuanto antes entre nosotros. María, la virgen asunta al cielo, es hoy nuestro mejor ejemplo.

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