Camino claro, diáfano ser
Eleuterio Fernández Guzmán
Si, acaso, la duda acoge el corazón
del hermano,
si tiembla su mano al escanciar palabras
sobre impoluto lienzo
y no refleja la bella forma del amor dado.
Si en el proceloso caminar, de oscuridades lleno,
no encuentra el recuerdo que emerger pueda
para sanar la herida que, desde el mundo,
al alma llega,
si no sabe qué pedir, cómo orar, qué sentir;
si la paz no llega porque no entrega su dicha
ni puede escapar de la caricia que agrada
al hombre mundano
pero quiere tener para sí, bien dentro, y arrullarlo,
el verso que recoja, de María, lo entregado,
sepa este apóstol del presente, si es que quiere,
si pretende solución que le devuelva al presente
más hallado, y poner, para el otro, su mano y su costado
y ayudar a llevar la yunta con otro hermano,
que los ojos de la Virgen, los que Gabriel admiraron,
marcan el camino más preclaro,
destino que es, a la vez, lo que Dios ya ha amado.
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