SEGUIR EL CAMINO DE JESÚS ES ENCONTRARSE CON EL HERMANO
Por José María Martín OSA
1.- El camino verdadero. Felipe expresa la aspiración más profunda del hombre, aspiración que nadie de nosotros logra colmar. Todo hombre sigue un camino u otro. Todo hombre busca encontrar la verdad. Y todo hombre desea, en fin, que su vida no termine para siempre. A esos tres profundos anhelos del hombre da Jesús respuesta en el evangelio de hoy. En él, y en vivir la vida como Jesucristo la vivió, está la respuesta a los interrogantes y las búsquedas del hombre. El Camino a seguir, La Verdad a encontrar, la Vida que no se pierde, están al alcance de nuestra mano. Elegirlos o rechazarlos es cosa nuestra. Cuando el hombre pregunta por el camino está preguntando por el sentido y meta de su existencia. La palabra "camino" se empleaba en el Antiguo Testamento para designar la ley de Moisés como cauce y dirección que el hombre ha de conocer y aceptar si quiere llegar a la felicidad que anhela. En Jesús es Dios quien personalmente ha venido al hombre, abriéndole así el camino. Jesús afirma que El en persona es el camino verdadero y viviente que sustituye a la ley mosaica. Confiados en El sabemos que saldremos airosos de nuestra propia limitación y de la del mundo que nos rodea, por dura que sea la contradicción. Está bien marcado el sentido último de nuestra misión cristiana: vivir como Jesús ha vivido y tener la misma manera de pensar adaptada al mundo de hoy. Jesús puede hacer que el hombre sea feliz ya desde ahora.
2.- Jesús resucitado de entre los muertos es "la piedra viva". Así lo expresa la Primera Carta de Pedro. Desechado por los hombres, excomulgado por los jefes de Israel y eliminado por los romanos de la comunidad de los vivos, es ahora la base y el fundamento de la nueva convivencia de los hijos de Dios. Sobre él se edifica la Iglesia. Por la fe, todos tenemos acceso a Cristo y a la nueva vida, participamos en su resurrección y somos también nosotros "piedras vivas". El Samo 32 alaba la misericordia de Dios, porque su “plan subsiste por siempre y los proyectos de su corazón de edad en edad”. Tenemos la certeza de que nuestro servicio a la causa del progresivo reinado de Dios tiene futuro y no es una ilusoria utopía. La certeza no nace de nuestro prestigio social, de nuestras cualidades humanas, de nuestro número o de nuestras técnicas: “No vence el rey por su gran ejército, no escapa el soldado por su mucha fuerza... ni por su gran ejército se salva”. La certeza brota de la seguridad de que Dios ha puesto sus ojos en nuestra pobre humanidad, reanimándonos en nuestra escasez, alegrándonos en nuestras penas, auxiliándonos en las situaciones desesperadas: “Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor.”.
3.- Iglesia samaritana. Seguir el camino de Jesús no es fácil. Hay limitaciones internas: nuestro propio egoísmo y las debilidades que nos desvían del camino. No obstante, nos dice San Agustín que “es mejor ser cojo en el camino, que un atleta fuera de él”. La vida es una lucha en la que no estamos solos, Dios está siempre a nuestro lado. También hay dificultades externas: la incomprensión de los nuestros, la sociedad secularizada, la burla hacia lo religioso, la indiferencia reinante en el ambiente, la persecución……Los cristianos de todos los tiempos han tenido también estas dificultades. Ninguna comunidad, por muy perfecta que sea y muy conjuntada que viva, está libre de tensiones. Incluso podemos decir que las tensiones son necesarias y ayudan a crecer. Así sucedió en la primitiva comunidad cristiana, como relata el Libro de los Hechos de los Apóstoles. Las quejas de uno de los grupos, los helenistas, dio origen a un mejor estudio de la realidad. Se habló libremente por parte de todos, y apareció oportuno dividir las tareas y las responsabilidades. Surge así la institución de la diakonía (diaconía), el servicio de la caridad, o la caridad hecha servicio. La diakonía será una de las dimensiones fundamentales de la Iglesia, junto al culto y la palabra. La lista de los primeros diáconos está encabezada por Esteban. Su misión es la misión que hoy ha asumido Cáritas en la comunidad cristiana: servir al hermano pobre y necesitado. Pero Cáritas somos todos y cada uno de los miembros de la comunidad. Seguir el camino de Jesús hoy es ser iglesia samaritana, hospital de campaña, salir al encuentro del hermano solo y perdido.
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