LA ENTREGA DE MARÍA
Por José María Martín, OSA
1.- Jesús viene a nuestro encuentro. Dios no cita a sus hijos en lejanos lugares, sino que sale a nuestro encuentro en la persona de cualquier caminante que pasa a nuestro lado necesitado de ayuda.
"Tuvo Dimitri que salir, por orden del Señor, hacia un lugar de la estepa rusa para allí celebrar con El, a una hora determinada, una importante conversación. En el camino tropezó con un viajero cuyo carruaje se había atascado. Se detuvo a ayudarle. La operación fue muy laboriosa, duró largo rato. Al final, Dimitri consultó la hora, vio que se había hecho muy tarde y reemprendió su marcha a toda prisa. Voló más que corrió y llegó jadeante al lugar de la cita. ¡Inútil! ¡Dios no había esperado, se había ido ya!, pensó el pobre Dimitri. Pero, sin embargo, de pronto oyó la voz de Dios que le dijo:
--Has llegado puntualmente a la cita, pues yo era el arriero al que se le había atascado el carro”.
2.- Así actuaba María. Supo asumir en su vida lo que nos dice la carta a los Hebreos "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad". María, siempre atenta a quien pudiera necesitar su ayuda, visita a su prima Isabel. Demuestra su amor generoso y entregado. Es solidaria con el necesitado. Nosotros nos pasamos la vida poniendo excusas para no comprometernos demasiado, quizá por miedo a equivocarnos, por incertidumbre ante el futuro, por no estar seguros de nuestras propias fuerzas. María, sin embargo, dijo: "Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". María entregó a Dios su propia persona. Es una entrega total, no a plazos o con matices. Es frecuente ver cómo en Navidad parece que se nos ablanda el corazón, pero con frecuencia se trata de un sentimiento efímero, que se nos olvida fácilmente. Es fácil provocar la compasión como hacen los grandes maratones solidarios de televisión. Lo importante es tener sensibilidad y compasión para descubrir dónde están los rostros sufrientes.
3. Llamada a la solidaridad. Ser solidario es vivir de tal manera que "lo que le pasa al necesitado, a mí me importa y no me deja indiferente". ¡Qué bueno sería que este año pusiera un Belén diferente sin ángeles, ni pastores ni reyes! En su lugar podría poner estas figuras: un parado, víctima de la multinacionales, que esconde su cabeza entre sus manos; un hambriento, que tiene su vientre hinchado, pero su estómago está vacío; un inmigrante, que no tiene hogar ni patria y se siente extraño en un ambiente hostil; un preso que se siente al margen de la sociedad; un enfermo de sida, tumbado en el lecho de su desesperanza; y tantos y tantos excluidos del sistema... Cada día la pobreza es una realidad más cercana y difusa, los pobres son personas que están a nuestro lado, cerca de nosotros. Si queremos encontrarnos con Jesús, busquémosle en el pobre y seamos capaces de ponerles en el portal de nuestro corazón.
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