A la Virgen María
Emilio Alegre del Rey
San Francisco, tú que eres
espejo de humildad pura,
¡ven y alcánzame una flor
para alabar su hermosura!
Si tan hermosas las flores
cantan luz del Creador,
es el fruto su esplendor
y objeto de sus colores.
Así, la Flor generosa
por darnos el Alimento
nos dio, en fruto, el Sacramento:
¡Ella es la Flor más hermosa!
San Agustín, escritor,
varón de sabiduría,
¡enséñame una oración
para la Virgen María!
Si al Padre las oraciones
se elevan con devoción
es porque en el corazón
se sufren las aflicciones.
Y por ser la Dolorosa
primera en el sufrimiento,
tiene tan gran sentimiento
que es la orante más celosa.
San Ignacio, tú que fuiste
de la Iglesia defensor,
¡ayúdame a defender
a mi Madre con valor!
Pues si el soldado es leal
y en eso está su valor
para luchar con honor
por cuenta de un rey mortal,
¿quién puede temer qué cosa
de ningún enfrentamiento
si es su Madre y es su aliento
nuestra Virgen Victoriosa?
Hermosa Madre de Dios,
Virgen misericordiosa,
Madre amante y bondadosa,
María, ruega por nos.
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