EL ROSTRO MATERNO DE MARÍA EN LOS PRIMEROS SIGLOS
En la constitución Lumen gentium, el Concilio afirma que “los fieles unidos a Cristo, su Cabeza, en comunión con todos los santos, conviene también que veneren la memoria "ante todo de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo nuestro Dios y Señor" (n. 52). La constitución conciliar utiliza los términos del canon romano de la misa, destacando así el hecho de que la fe en la maternidad divina de María está presente en el pensamiento cristiano ya desde los primeros siglos.
En la Iglesia naciente, a María se la recuerda con el título de Madre de Jesús. Es el mismo Lucas quien, en los Hechos de los Apóstoles, le atribuye este título, que, por lo demás, corresponde a cuanto se dice en los evangelios: “¿No es éste (...) el hijo de María?”, se preguntan los habitantes de Nazaret, según el relato del evangelista san Marcos (6,3). “¿No se llama su madre María?”, es la pregunta que refiere san Mateo (13,55).
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