martes, 5 de mayo de 2015

“Os dejo la paz, os doy mi propia paz. Una paz que el mundo no os puede dar.”


“Os dejo la paz, os doy mi propia paz. Una paz que el mundo no os puede dar.”

La oración no es un elemento que “sigue” al compromiso a favor de la paz. Al contrario, la oración está en el centro del esfuerzo por la edificación de una paz en el orden, en la justicia y en la libertad. Orar por la paz quiere decir abrir el corazón humano a la irrupción del poder renovador de Dios. Por la fuerza vificadora de su gracia, Dios puede crear salidas hacia la paz donde parece que no hay más que obstáculos y repliegue sobre uno mismo... Orar por la paz significa orar por la justicia... 


No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón: he aquí lo que quiero anunciar a los creyentes y a los no creyentes, a los hombres y mujeres de buena voluntad que estiman el bien de la familia humana y su futuro. No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón: he aquí lo que quiero recordar a aquellos que tienen en sus manos el destino de las comunidades humanas, para que se dejen guiar siempre, en las decisiones graves y difíciles que tienen que tomar, por la luz del auténtico bien del hombre, en la perspectiva del bien común. No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón. No me cansaré de repetir esta verdad a los que, por el motivo que sea, alimentan en su corazón el odio, el deseo de venganza, los instintos destructores. 


¡Que (...) nazca en el corazón de todo creyente una oración intensa por todas las víctimas del terrorismo, por sus familias trágicamente golpeadas y por todos los pueblos que siguen siendo masacrados y atormentados por el terrorismo y la guerra! ¡Que no queden excluidos del rayo de luz que proviene de nuestra oración aquellos que ofenden gravemente a Dios y al hombre por sus actos despiadados! ¡Que puedan volver en sí mismos y darse cuenta del mal que cometen! ¡Que se vean así empujados a renunciar a toda voluntad de violencia y a pedir perdón! ¡Que la familia humana pueda encontrar en nuestros días tan tormentosos la paz verdadera y durable, esta paz que puede nacer únicamente del encuentro entre la justicia y la misericordia!


San Juan Pablo II (1920-2005), papa 
Mensaje para la jornada mundial de la paz 2002, prgr.14-15 


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