LA ESPERANZA CRISTIANA EN TIEMPOS DE CRISIS
Por Gabriel González del Estal
1.- Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Este domingo comenzamos el tiempo de Adviento, un tiempo de esperanza cristiana. Vivir con esperanza cristiana es vivir esperando que Cristo reinará un día en nuestro mundo. Creer que Cristo terminará reinando en nuestro mundo es creer que llegará un día en el que el bien triunfe sobre el mal, la justicia sobre la injusticia, la paz sobre la guerra. Desde el punto de vista litúrgico, el Adviento es el tiempo que los cristianos dedicamos a prepararnos para poder celebrar dignamente el día de Navidad. Pero el Adviento, en general, es más que el Adviento litúrgico, es vivir todos los días de nuestra vida animados por la esperanza de que algún día Dios nacerá entre nosotros y se quedará para siempre con nosotros, de tal manera que podremos vivir aquí en la tierra como auténticos hijos de Dios. Esto, desde nuestra condición de hombres pecadores, es difícil de esperar, y en tiempos de crisis lo es aún más. Porque si miramos a nuestro alrededor, al mundo en el que realmente vivimos, vemos muy pocas señales de que esto vaya a suceder en un futuro cercano. En nuestro mundo de hoy no es Dios el que gobierna, ni en nuestra economía, ni en nuestra convivencia social y política, ni en el ámbito diario de nuestros valores y de nuestros quehaceres habituales. Pero decir que nuestra esperanza cristiana en estos tiempos de crisis es muy difícil de mantener, no es decir que debamos renunciar a ella, sino todo lo contrario. Los hombres que vivían en tiempos de Cristo y que mataron a Cristo no eran mucho mejores que nosotros; también Cristo vivió en un tiempo de crisis: crisis política, crisis social, crisis económica, crisis moral. Y, sin embargo, Cristo luchó hasta el último momento de su vida para que el reino de Dios se hiciera realidad. Él mismo puso en marcha ese reino, el reino de Dios. Nosotros, como discípulos de Cristo, tenemos la obligación de seguir trabajando para que ese reino iniciado por Cristo pueda hacerse realidad también entre nosotros. Así lo esperamos y así se lo pedimos a Dios nuestro Padre en este tiempo de Adviento: que Cristo pueda seguir naciendo y reinando entre nosotros. A pesar de todas las crisis.
2.- Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas. También el profeta Isaías, el gran cantor de la esperanza cristiana en el Antiguo Testamento, nos dijo, en nombre de Dios, que un día será el mismo Dios el que nos instruirá en sus caminos, nos guiará por sus sendas, y ese día podremos hacer de las lanzas podaderas y de las espadas arados. Pero para eso nosotros deberemos dejarnos guiar por su luz, abandonar nuestros oscuros caminos de egoísmo, injusticia y violencia. Y eso que el mismo profeta tuvo que vivir en tiempos de profunda crisis social y política, en medio de continuas guerras con sus consiguientes deportaciones. Los cristianos debemos ser siempre personas de esperanza, porque no esperamos lo que esperamos fiándonos de nuestras propias fuerzas, sino de la fuerza invencible de nuestro Dios. No queremos ser anunciadores de catástrofes y derrotas, sino anunciadores de salvación y de gracia.
3.- Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad… vistiéndonos del Señor Jesucristo. Esta es la finalidad de este tiempo de Adviento, del Adviento litúrgico y del Adviento que es toda nuestra vida misma. En este primer domingo de Adviento comenzamos un camino de purificación interior, para poder llegar al día de Navidad totalmente limpios de pecado y llenos de la gracia de Dios. Para eso, Dios se encarnó en el hombre Jesús de Nazaret, para redimirnos del pecado que está dentro de cada uno de nosotros y enseñarnos la verdadera Verdad y el verdadero Camino para llegar a la verdadera Vida, la vida que está en Dios y es Dios mismo. No desperdiciemos este tiempo de Adviento, encendamos la vela de nuestra esperanza cristiana y caminemos, alegres, al encuentro de nuestro Dios. A pesar de todas las crisis en las que nos está tocando vivir.
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