Novena Virgen del Carmen

jueves, 20 de junio de 2024

Santo Evangelio 20 de Junio 2024

 



 Texto del Evangelio (Mt 6,7-15):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.

»Vosotros, pues, orad así: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal’. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».



«Vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo»


Rev. D. Emili MARLÉS i Romeu

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, el Señor nos quiere ayudar a crecer en un tema central de nuestra vida cristiana: la oración. Nos advierte que no recemos como los paganos que intentan convencer a Dios sobre aquello que quieren. Muchas veces pretendemos conseguir lo que deseamos a través de la insistencia, haciéndonos “pesados” a Dios, creyendo que conseguiremos hacernos escuchar con nuestra verborrea. El Señor nos recuerda que el Padre está constantemente solícito de nuestra vida y que, en todo momento, él sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos (cf. Mt 6,8). ¿Vivimos con esta confianza? ¿Tengo la conciencia de que el Padre me lava los pies continuamente y que sabe mejor que nadie lo que necesito en cada momento (en las cosas grandes y en las pequeñas)?

Jesús nos abre un nuevo horizonte de plegaria: la oración de quienes se dirigen a Dios con la conciencia de hijos. El tipo de relación que tengo con una persona determina la manera en la que le pido las cosas, y también aquello que puedo esperar de ella. De un padre, y especialmente del Padre celestial, lo puedo esperar todo y sé que tiene cuidado de mi vida. Por eso Jesús, que vive siempre como un auténtico hijo, nos dice «no estéis preocupados por vuestra vida: qué vais a comer» (Mt 6,25). ¿Realmente tengo esta conciencia de hijo? ¿Me dirijo a Dios con la misma familiaridad con que lo hago con mi padre o mi madre?

Después, Jesús nos abre su corazón, y nos enseña cómo es su relación/plegaria con el Padre para que la hagamos también nuestra. Con la oración del “Padrenuestro” Jesús nos enseña a vivir como hijos. San Cipriano tiene un conocido comentario al “Padrenuestro”, en el que nos dice: «Debemos recordar y saber que, cuando llamamos “Padre” a Dios, tenemos que obrar como hijos suyos, a fin de que él se complazca en nosotros, como nosotros nos complacemos de tenerlo por Padre».

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