Novena Virgen del Carmen

domingo, 16 de mayo de 2021

La confirmación.




 La confirmación.

La confirmación es el sacramento que nos hace soldados de Cristo, capaces de dar testimonio de nuestra fe y de luchar contra el mal y contra el Maligno. Los apóstoles

recibieron su confirmación el día de Pentecostés. Por eso, la confirmación es como nuestro Pentecostés personal. 

Los apóstoles eran cristianos, discípulos y seguidores de Cristo, pero antes de Pentecostés, estaban llenos de miedo y eran incapaces de dar testimonio de su fe y

mucho menos de dar la vida por Cristo. Aquel día de Pentecostés su vida se renovó y fueron “revestidos del poder de lo alto” (Lc 24,49). Recibieron el poder del Espíritu Santo y pudieron ser verdaderos testigos de Jesús “en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta el extremo de la tierra” (Hech 1,8).

Con nuestra confirmación, recibida con plena conciencia y preparación, Jesús se convertirá no sólo en nuestro Salvador, sino también en nuestro Señor, el centro y

dueño de nuestra vida. Y lo amaremos con nuevo fervor a El y a todo lo que es de El: su Madre María, su Palabra divina, su Iglesia, su representante en la tierra, el Papa, sus hermanos (todos los hombres).

En la confirmación, el poder del Espíritu Santo se manifiesta en plenitud y le da al cristiano el poder de predicar y de dar testimonio de su fe.”De esta manera, se

compromete mucho más, como auténtico testigo de Cristo, a extender y defender su fe con sus palabras y obras” (Cat 1285).

Para mejor significar el don del Espíritu Santo, se añade a la imposición de las manos una unción con óleo perfumado (crisma). Esta unción ilustra el nombre de “cristiano”,que significa ungido y que tiene su origen en el nombre de Cristo, al que “Dios ungió con el Espíritu, Santo” (Hech 10,38; Cat 1289). El nombre de confirmación sugiere la idea de la confirmación del bautismo y el robustecimiento de la gracia bautismal (Cat 1289). Por esto, aunque el ministro ordinario es el Obispo, en caso de peligro de muerte,cualquier sacerdote puede y debe confirmar (Canon 883). Incluso se debe confirmar a los niños, aunque no tengan todavía uso de razón (Canon 891).

La confirmación, es como una maduración del bautismo: lo “confirma” refuerza y completa (se recomienda para ambos sacramentos el mismo padrino). Por ella, llegamos

a ser cristianos adultos en la fe y recibimos los dones y carismas del Espíritu Santo (1 Co 12,13 y 14).

“La confirmación, como el bautismo, del que es la plenitud, sólo se da una vez. La confirmación, en efecto, imprime en el alma una marca espiritual indeleble, el

“carácter”, que es el signo de qué Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu, revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo. Este carácter perfecciona el sacerdocio común de los fieles, recibido en el bautismo y el confirmado recibe el poder de confesar la fe de Cristo públicamente y como en virtud de un cargo” (Cat 1304-1305).

Como vemos, el sacramento de la confirmación es sumamente importante y todo cristiano tiene obligación de recibirlo para vivir su vida cristiana en plenitud y no vivir

como un niño espiritualmente. Todos tenemos obligación de predicar la Palabra de Dios y de defender nuestra fe y de luchar contra el mal, pero si no tenemos esa plenitud del Espíritu Santo, que se nos da en la confirmación, no seremos capaces de vivir y obrar como verdaderos y auténticos cristianos. 


Padre Ángel Peña Benito. O.A.R.

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