Novena Virgen del Carmen

viernes, 11 de diciembre de 2020

No se preocupe tanto


 No se preocupe tanto

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.

 La preocupación es una película mental de sucesos horrorosos que usted teme puedan ocurrirle. Cuando usted se preocupa demasiado, graba una película de horror en su subconsciente. Si usted continúa preocupándose, verá en su mente y absorberá en su subconsciente una y otra vez nuevas proyecciones de sus películas de horror y se hará un daño terrible. Los argumentos de esas películas mentales de horror que pasan por su mente pueden variar, pero el efecto en usted siempre es el mismo. 

Es interesante que cada uno selecciona las adversidades que con más probabilidad le puedan ocurrir y que más le "agradan". Estas las cultiva, las mima, las hace crecer cada vez más y las destaca en esta película mental de horror que proyecta una y otra vez en su mente. Todas las fobias, miedos y preocupaciones que se fabrican en la mente son absurdas y ridículas y, en el fondo, muy venenosas. Curiosamente, la mente no tiene cabida para las miles de adversidades que usted piensa que le pueden ocurrir. 

La preocupación lo lleva al miedo y a sentirse cada vez peor con usted mismo. Preocuparse excesivamente lo hará pedazos emocional, mental y físicamente convirtiéndolo en un neurótico. No crea que porque está preocupándose mucho por sus problemas los va a resolver. La preocupación no es pensar, sino emocionalizar y obsesionarse con un problema. Mientras más medite profundamente, con serenidad y pidiendo al Señor que lo ayude, menos se preocupará enfermiza y obsesivamente. 

La preocupación es similar a un arranque de mal humor, aunque, con el tiempo, quizás la preocupación le haga más daño que el mal humor. El arrebato de mal humor quizás le permita descargar algún veneno mental y aliviarse un poco, aunque en la mayoría de los casos lo que hace es envenenarlo. En cambio, la preocupación obsesiva bombea veneno mortal a su mente hasta que llena e inunda todo su ser y lo convierte en un saco de nervios, agotándolo poco a poco. El agotamiento nervioso lo puede llevar a situaciones muy lamentables. 

¿Qué hacer a nivel mental? Sabía usted que si recuerda todas las preocupaciones que ha tenido en su vida pasada, la mayoría de las que usted eligió para preocuparse nunca sucedieron. Fueron miedos que nunca se realizaron. La mayoría de las pocas adversidades que sí le sucedieron no fueron tan desastrosas como usted pensó que serían. Tal vez le hicieron menos daño que la angustia que sufrió preocupándose por esos sucesos. Por otro lado, preocuparse no impidió que sucedieran; es más, si se hubiera preocupado menos, reflexionado mejor y actuado más, muchas de esas adversidades nunca hubieran ocurrido. Tal vez algunas situaciones que usted eligió para preocuparse sucedieron tan desagradablemente como usted, en su preocupación, consi-deró que sucederían. Pero, en parte, fue así porque usted mental y emocionalmente las fue «llamando a la realidad». Usted condicionó de tal manera su mente que no encontró soluciones porque le entró horror y pavor pensando en lo que podría venir. Cuando llegó, usted no estaba preparado para afrontar el problema. Si usted se hubiera preparado mejor y preocupado menos, hubiera resuelto el problema y, al mismo tiempo, no hubieran sucedido cosas tan lamentables como las que ocurrieron. 

La preocupación excesiva nunca hace bien; al contrario, hace un daño terrible. La preocupación jamás impide que suceda algo; más bien como que permite que ocurra. Usted no podrá eliminar las dificultades simplemente preocupándose. Detenga, pues, esa auto-tortura de estar proyectando constantemente películas de horror, preocupación y miedo. Limpie ya su mente de esas horribles películas. Preocúpese menos, piense mejor y actúe más. Borre de su mente las ideas negativas y limpie sus emociones del miedo. Haga un esfuerzo por ser una persona más lúcida, tranquila, serena y confiada en el Señor. Preocúpese menos para mantenerse más sereno y equilibrado. ¿Por qué simplemente le entrega todas sus preocupaciones al Señor? Haga una limpieza en su alma y entregue a Jesús todo aquello que le preocupa. Verá que se sentirá muchísimo mejor. 

Recuerde la frase tan hermosa del Evangelio en la que el Señor dice, «Si los lirios del campo Dios los viste con esplendor, y a las aves del cielo Dios les da alimento, por qué preocuparse ustedes que son hijos de Dios. "Busquen primero el reino de Dios y lo demás les vendrá por añadidura." (Lc 12, 22-33) Tranquilícese, no se preocupe tanto, trate de tomar la vida con más calma, confíe más en el Señor y entréguese más a El. Quien vive en Dios lo tiene todo. Confíe más en el poder divino del Señor porque con El las cosas marchan mejor. No olvide que, CON DIOS, SOMOS . . . ¡INVENCIBLES! 


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