Novena Virgen del Carmen

viernes, 30 de octubre de 2020

SIÉNTASE BIEN PERDONANDO

 


SIÉNTASE BIEN PERDONANDO

"--Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano, si me hace algo malo? ¿Hasta siete?

Jesús le contestó: 

--No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. (Mt 18,21)

La Palabra de Dios nos habla del perdón como la acción necesaria para poder vencer el resentimiento, el rencor y hasta el odio para acercarnos más a las demás personas y a Dios. Para experimentar el perdón, hay que perdonar a los demás. 

Quizás alguien lo ha ofendido y usted no ha logrado olvidar e incluso guarda rencor hacia esa persona. 

Perdonar no es fácil. Cuando alguien nos ofende, tenemos la tendencia de devolver con la misma moneda: ojo por ojo y diente por diente, al mal con el mismo mal. Hay que comprender que al hacer daño a otra persona, uno se hace más daño a sí mismo. La venganza puede llegar a convertirse en un mal hábito. El odio surge fácilmente como una reacción a las ofensas y envenena nuestra alma. Un famoso escritor llamado Lewis Smith dijo, "El odio es un cáncer que ahoga nuestra alegría." Por otro lado, la venganza jamás logra un empate. El célebre pacifista hindú, Mahatma Ghandi, dijo, "Si nos guiáramos por la justicia basada en ojo por ojo y diente por diente, la humanidad acabaría sin ojos y sin dientes." Tomemos en cuenta también que algunas de las ofensas que nos hacen en realidad son verdades mal dichas o pronunciadas. Nos hará mucho bien eliminar la ironía que el otro puede estar añadiendo a lo que nos dice y asimilar lo dicho. A veces necesitamos que otros nos muestren nuestros defectos, pero muchas personas que nos aman y están cerca de nosotros no nos dicen nada por temor a perder nuestra amistad o amor. 

¿Cómo liberarnos del rencor y el resentimiento? 

Ante todo, debemos enfrentar el rencor. Hable de sus sentimientos con la persona que lo ofendió y trate de comprenderla. Posiblemente esa persona le puede aclarar fácilmente lo sucedido, o quizás esté enferma y su conducta sea la manifestación de un problema interno. Es necesario separar al ofensor de la ofensa. En lugar de sentir rencor hacia esa persona, acoja más bien un sentimiento de comprensión o lástima. Cuando Dios nos perdona, sigue amándonos porque El separa el pecado del pecador, nos acepta y nos perdona, aunque aborrezca y rechace el pecado cometido. 

Olvide el pasado y lo negativo. No fije de forma obsesiva en su memoria las cosas malas que sucedieron en el pasado. Haga un intento por olvidar lo negativo y sustituya esto por ideas del presente o hechos buenos del pasado. 

No se canse de perdonar. Es difícil deshacerse del rencor y el odio. Por eso hay que realizar el esfuerzo de perdonar. Jesús dice que perdonemos "setenta veces siete", lo que significa que hay que perdonar siempre. 

Sin embargo, es importante reiterar que perdonar no implica permitir ofensas y atropellos. Usted tiene derecho a defender su dignidad, a que los demás entiendan que usted merece respeto. Pero que esto no sea excusa para no perdonar siempre y ser feliz. Cuesta mucho liberarse del resentimiento. Por eso, necesitamos pedir ayuda al Señor para lograr perdonar y olvidar. Necesitamos la fuerza del poder de Dios para lograrlo. 

En la medida que usted madure y adquiera más fortaleza, se sentirá menos perturbado por las ofensas. Una autoimagen positiva le dará seguridad personal y su comprensión de la naturaleza humana le permitirá entender las crisis por las que pasan las personas y el motivo de su manera de actuar. Asimile los golpes que da la vida, especialmente las ofensas, y busque la verdad que pueda haber en las manifestaciones de la persona que lo ofende. Si su fe es grande, Jesús le transmitirá la fuerza espiritual necesaria para vencer cualquier ofensa. 

La persona que ama demuestra fortaleza. Significa que puede seguir amando, queriendo y estimando a pesar de lo que le hagan. Amar significa acercarse e identificarse más con Dios, nuestro Señor, quien tiene misericordia infinita. 


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