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Pedí a María
Camilo Valverde Mudarra
Diciembre cano y sonrosado
se abrió en tétricas kalendas
huracanes rasgaron nubarrones
azules y grisáceos terrores
nublaron sus juveniles ojos
lágrimas y dolencias horrendas.
El mal incomprensible
taimado y mordaz
con muecas traicioneras
se rehizo en neumonía severa,
neumococo agresivo y voraz,
desplegó rabia temible
inquina dolosa, terrible,
dientes asesinos, boca fatal
fauces macabras, ira fiera
postraron su cuerpecito,
sorbieron su fuerzas en poquito
y robaron su feliz primavera.
Era ya el aciago trece,
el trece negro y maléfico
de aquel malaño,
de aquel huraño dos mil dos.
Me acerqué a la Madre,
María, tú que sabes de dolor,
sálvala, ruega por mi hija,
y la Virgen presto se plegó,
le pedí y Ella me oyó.
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