He, madre, de soportar Las embestidas del sino Que acompaña mi camino Sin dejarme respirar. No puedo, ya más andar; Levanto hacia ti mis ojos, En medio de los abrojos De mi triste transitar. Y miro tu ejemplo fuerte, Que venció sin entregarse En las garras de la muerte. Vivo en confianza inerte, Del que sabe doblegarse, Y que tu amor me liberte.
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