Jerusalén la amó desde el principio
Rufino María Grández
Jerusalén la amó desde el principio
y santa la pensó, Eva sin mancha,
María siempre Virgen, bendecida,
por gracia de Jesús santificada.
Jerusalén guardó entre sus olivos
la huella de una tumba iluminada;
no cae en el torrente de la muerte
quien va a María, senda de esperanza.
Jerusalén la amaba y bendecía,
porque era suya y en ella se gozaba;
¡oh santa Iglesia, madre de las gentes,
que miras a María y ves tu alma!
Jerusalén por ella, toda hermosa,
un templo y otro templo dedicaba;
¡oh templo santo tú, callada Virgen,
en ti por fe y amor tu Dios descansa!
Jerusalén recuerda eternamente
y sabe de ella que es la consagrada;
¡oh Madre del Señor, santa María,
por ti, por tu oración, venga su gracia!
¡Oh Cristo del Calvario y del jardín,
al Padre consagrado en las entrañas,
la gloria tuya brille con los tuyos
y sea así la gloria de tu casa!
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