Novena Virgen del Carmen

domingo, 25 de febrero de 2018

La fe transfigura la realidad

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LA FE TRANSFIGURA LA REALIDAD

Por Gabriel González del Estal

1.- Subió con ellos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Aplicado al relato evangélico de la Transfiguración, esto nos parece evidente. Los tres apóstoles que subieron con Jesús al monte Tabor vieron, no con los ojos corporales, sino con los ojos de la fe, el Espíritu de Jesús transfigurado ante ellos. Sólo con los ojos de la fe, con los ojos del espíritu, se puede ver lo espiritual. También con los ojos de la fe vieron los tres discípulos a Elías y a Moisés conversando con Jesús. También con el Espíritu oyeron la voz del Padre que decía desde la nube: “Este es mi Hijo amado; escuchadlo”. La visión dejó a los discípulos tan entusiasmados que querían quedarse allí contemplando la visión para toda la vida. Tuvo que ser el mismo Jesús el que le dijo a Pedro que “no sabía lo que decía”. Y fue el mismo Jesús el que les dijo a los tres que había que descender de la montaña y bajar al llano, para seguir caminando hacia Jerusalén, donde le matarían, pero que él después resucitaría de entre los muertos. También hoy a nosotros es la fe en el Cristo resucitado la que puede y debe permitirnos ver a Jesús transfigurado y sentado a la derecha del Padre. En este mundo y en esta sociedad en la que nosotros vivimos sólo podemos ver a Jesús si vivimos con el alma transfigurada por la fe, y sólo viviendo transfigurados por la fe en Cristo podremos ser anunciadores de su evangelio y de su mensaje de salvación. Hoy, más que nunca, necesitamos que nuestra fe transfigure la realidad en la que vivimos, haciendo que la sociedad pueda ver y oír en nuestras obras y en nuestras palabras las obras y las palabras de Jesús. Primero debemos ser nosotros, los cristianos, los que escuchemos a Jesús, el Hijo predilecto del Padre, y los que transmitamos su mensaje a esta sociedad tan descristianizada. Si los cristianos de este siglo XXI no transfiguramos la realidad con los ojos de nuestra fe, con nuestras palabras y con nuestras obras, no esperemos que sean los políticos, o los economistas, o los medios de comunicación, los que la transfiguren.

2.- No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada; ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo. También en esta lectura del Génesis podemos ver al patriarca Abrahán viendo la realidad con los ojos de la fe. El Señor le manda sacrificar a su único hijo, Isaac, en el que el patriarca tenía puestas todas sus esperanzas. Obedecer a Dios implicaba para él renunciar a todas sus esperanzas, pero el patriarca obedece a Dios y sube al monte Moría dispuesto a cumplir el mandato del Señor. Por esta fe en Dios el patriarca Abrahán es considerado hoy padre en la fe de las tres religiones: la religión hebrea, la cristiana y la musulmana. Será el mismo Dios el que le diga al patriarca que la práctica de sacrificar a Dios personas humanas es una práctica que le desagrada, aunque la practiquen otros muchos pueblos. Es ahora cuando la fe del patriarca vuelve a transfigurar la realidad según la auténtica y verdadera voluntad de Dios. Así lo creemos también nosotros, los cristianos, aun cuando sigan existiendo algunas personas de otras religiones que crean que pueden y deben seguir sacrificando en nombre de Dios a personas humanas. Respetemos nosotros siempre la vida humana, defendámosla, y luchemos contra los que están dispuestos a sacrificarla por la causa que sea. Nuestro Dios es autor de la vida, nunca de la muerte; así es como tenemos que ver nosotros siempre la realidad, con los ojos de la fe.

3.- Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? También san Pablo vio siempre la realidad con los ojos de la fe. Sólo así podremos entender su vida. A partir de su conversión a Cristo, vivió única y exclusivamente para Cristo, aceptando riesgos, peligros, persecuciones y penalidades sin cuento, con la fe clara y segura de que si Dios estaba con él, nadie podría contra él. Cristo intercede por nosotros desde el cielo, dejemos que esta fe transfigure siempre la realidad en la que nosotros vivimos. Apoyados en nuestra fe en Cristo, en nuestra fe en Dios, vivamos firmes y confiados, aunque sean muchas las dificultades por las que tengamos que pasar en esta vida.

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