26 de Febrero
SANTA PAULA MONTAL FORNÉS
DE SAN JOSÉ DE CALASANZ
Virgen, fundadora del Instituto de Hijas
de María, Religiosas de las Escuelas Pías
Arenys de Mar (Barcelona), 11-octubre-1799
+ Olesa de Montserrat, 26-febrero-1889
B. 18-abril-1993
C. 25-noviembre-2001
La
larga vida de Paula Montal, de casi 90 años, se puede dividir en tres
períodos bien definidos, de 30 años de duración cada uno, en distintas
poblaciones de Cataluña, en España
INFANCIA Y JUVENTUD
El
período de su infancia y juventud, 30 años, transcurrió todo en su
villa natal. Paula Montal y Fornés nació el 11 de octubre de 1799 en
Arenys de Mar. Fue bautizada el mismo día y le pusieron los nombres de
Paula, Vicenta, María. Recibió el sacramento de la Confirmación el 4 de
junio de 1803. Del matrimonio de sus padres, ambos viudos, Ramón Montal y
Vicenta Fornés, nacieron cinco hijos. Paula era la primogénita. Pero en
la casa paterna vivían cuatro hijos del primer matrimonio de su padre.
La
familia Montal Fornés formaba un hogar numeroso y complejo, con doce
miembros e hijos de dos matrimonios. Vivían del trabajo del padre,
maestro cordelero. De posición económica sencilla, durante la infancia
de Paula se agravó por las guerras y la situación política inestable de
la época, sobre todo a la muerte del padre, 1809. Pero en el hogar se
vivía un ambiente muy cristiano. Por eso tuvieron gran cuidado y
solicitud en que fuese educada en los más profundos valores de la vida
cristiana, y en el amor a la Virgen. Desde los años de su niñez y
juventud, profesó un amor sincero y entrañable a la Virgen María, que
fue madurando y profundizando durante toda su vida. Huérfana de padre a
los 10 años, al ser la hermana mayor, tuvo que trabajar como «puntaire»,
encajera, para ayudar a su madre y sacar adelante a la familia. Entre
tanto llevó a cabo una intensa actividad apostólica parroquial,
especialmente, como catequista, al lado del párroco Salvio Carbó y bajo
la dirección espiritual de un padre capuchino.
En la
parroquia fue miembro activo de la Cofradía de Nuestra Señora del
Rosario y de la Congregación de la Virgen de los Dolores, a la que tuvo
una gran devoción hasta su muerte. Joven trabajadora y catequista, fue
en este periodo cuando constató como una necesidad urgente en la Iglesia
y en la sociedad: la educación integral humano cristiana de las niñas y
jóvenes, la promoción de la mujer, para salvar las familias y
transformar la sociedad. Fiel al llamamiento del Señor decidió consagrar
totalmente su vida a esta misión.
En Arenys de Mar
realizó sus primeros ensayos de apostolado catequético-docente, y los
culminó con la fundación de su primera escuela para niñas en Figueras,
en 1829.
FUNDACIÓN DEL INSTITUTO (1829-1859)
a) Figueras, 1829, primera escuela
En
el año 1829, superando las dificultades políticas y sociales de la
época y, acompañada de su amiga Inés Busquets, se trasladó de Arenys de
Mar a Figueras para abrir su primera escuela. El año 1830 se unió a la
obra otra amiga, Felicia Clavell. De 1829 a 1842 realizó una intensa
labor educativa en aquella población gerundense.
En
Figueras apareció claramente perfilada su vocación de educadora,
religiosa, escolapia (hacia 1837), y fundadora. En la escuela de
Figueras, Paula Montal, rompió toda discriminación entre las materias
impartidas a los niños y a las niñas, porque su obra educativa estaba
encaminada a la promoción integral de la niña y de la joven. Valoraba la
dignidad de la mujer y su valioso papel en el hogar y en la sociedad y
quiso darles una educación intelectual y cristiana convenientes. Es la
fundadora de la primera congregación española del siglo XIX, dedicada
exclusivamente a la educación integral humano-cristiana femenina con un
cuarto voto de enseñanza.
Su actividad apostólica atrajo a
dos nuevas colaboradoras, alumnas de la escuela: Francisca de Domingo,
1837 y Margarita Molinet, 1841.
b) Arenys de Mar, 1842: expansión y afianzamiento del carisma
La
fundación de la segunda escuela fue realizada por Paula Montal, el 8 de
mayo de 1842, y permaneció al frente de la misma hasta 1846.
Paula
Montal intuyó el verdadero papel de la catequesis en la tarea educativa
de las alumnas, y cómo una verdadera educación cristiana debe tener
como centro la Eucaristía. Buscó, también, la integración de los padres
en la tarea educativa del colegio, de tal manera que lograba: hacerles
partícipes de una educación cristiana y colaboradores con las maestras
en la educación de sus hijas.
En este tiempo, conoció y
trató a los padres escolapios del colegio de Mataró. Por su conducto y
bajo su dirección, ella y todas sus compañeras, vistieron un hábito
común, con ceñidor,
al modo de la sotana escolapia, y
empezaron a llamarse Hijas de María. Allí decidió el entronque con la
Escuela Pía, para lo cual, aconsejada por los escolapios de Mataró,
realizó la fundación de Sabadell, 1846.
c) Sabadell, 1846: consolidación de la obra: Escolapias
Paula
Montal abrió su tercera escuela en Sabadell, el 24 de octubre de 1846.
Organizó la escuela con una pedagogía flexible y de variados contenidos;
daba un papel preponderante a la formación cristiana, con ese matiz
escolapio de amor a la Virgen y a San José de Calasanz; abierta al
entorno que le rodeaba; en franca colaboración con la familia.
A
poco más de seis meses de estar en Sabadell ya se habían injertado en
la familia escolapia. Paula Montal fue el motor y artífice de aquella
integración, aconsejada y orientada por los padres Jacinto Felíu y
Agustín Casanovas, que en ella declinaban siempre la última
responsabilidad como fundadora y poseedora del carisma.
d) Etapas del proceso de integración en la Escuela Pía y expansión (1846-1859)
En Sabadell se estructuró canónicamente el instituto con la espiritualidad y reglas calasancias, con el proceso siguiente:
9 de diciembre de 1846. Paula Montal recibe el Manual de Preces de los
padres escolapios, enviado por el padre Jacinto Felíu, que les permitió
empezar a vivir la espiritualidad de San José de Calasanz.
2 de febrero de 1847. Convenientemente preparadas por el padre Agustín
Casanovas, Paula Montal y sus tres primeras compañeras emitieron en
Sabadell sus votos religiosos de castidad, pobreza, obediencia y
enseñanza, como Hijas de María Escolapias. A partir de esa fecha siempre
se identificó como Paula Montal de San José de Calasanz. A lo largo del
año 1847 pronunciaron sus votos religiosos seis compañeras más.
14 de marzo de 1847. En esta fecha se celebró en Sabadell el primer
capítulo general. Fue elegida superiora general Felicia Clavell de Santa
Teresa. Paula alejada de la dirección de su obra, mantuvo su
responsabilidad de fundadora. Inmediatamente se organizó el noviciado de
Sabadell y fue nombrada maestra de novicias (1852-1859) y superiora de
la casa de Sabadell.
3 de abril de 1847. El padre
Jacinto Felíu le mandó, desde Madrid, un Extracto de las Constituciones
de San José de Calasanz, que debidamente acomodado a sus circunstancias
concretas, fue aplicado como norma de vida en las tres casas del
instituto: Figueras, Arenys de Mar y Sabadell.
1 de
agosto de 1848. Un segundo eslabón legislativo lo constituye el
Compendio de las Constituciones de San José de Calasanz. Fue la norma de
vida del naciente instituto hasta el 1853.
Año 1853, primeras Constituciones de las Hijas de María Escolapias. Son
un trasunto fiel de las escritas por San José de Calasanz. Con ello se
culminaba la integración en la Escuela Pía del instituto fundado por
Paula Montal.
Cuatro fueron las fundaciones realizadas
directamente por Paula Montal: Igualada (1849), Vendrell (1850) y Masnou
(1852), además de Figueras.
De forma más o menos directa
estuvo presente en las actividades y expansión del instituto en que se
abrieron los colegios de: Girona, 1853; Blanes (Girona), 1854;
Barcelona, 1857; Sóller (Mallorca), 1857.
Bajo el
magisterio de Paula, las novicias aprendían lecciones vitales sobre la
vida religiosa y espiritual escolapia, que pueden sintetizarse en tres
breves puntos: Sed almas de oración; vivir la práctica de la obediencia y
de la humildad; estudio y vivencia de las Constituciones.
En
términos generales, Paula Montal, como maestra de novicias, fue la
formadora, salvo muy pocos casos, de las 130 primeras religiosas del
instituto.
e) Paula Montal en su retiro de Olesa de Montserrat, 1859-1889
El
tercer período de su vida (1859-1889), lo pasó todo él en Olesa de
Montserrat, un tanto alejada de la dirección del Instituto, y trabajando
intensamente en el reducido campo de acción que la obediencia le había
confiado: la comunidad y las niñas de Olesa de Montserrat. Allí
permaneció hasta su muerte.
En Olesa de Montserrat vivió
con intensidad todos los problemas y alegrías del Instituto, proyectando
en su propia actividad y en todas sus hermanas su testimonio de una
vida entregada a Dios, a través de la tarea educativa, y en sus últimos
años, a una oración intensa y confiada. Su existencia se fue apagando
lentamente y el 26 de febrero de 1889, después de una dolorosa
enfermedad, se durmió suavemente en el Señor, tras haber exclamado con
voz clara y mirada brillante y fija en un punto: Madre, Madre mía».
A
su muerte el Instituto de Hijas de María Escolapias por ella fundado,
se había extendido por gran parte de España. Contaba con 19 colegios,
distribuidos en dos provincias religiosas, atendidos por 308 religiosas,
y había 35 novicias.
Su vida se puede definir como
vocación de amor y servicio a la niñez y juventud femeninas, a través de
su educación integral cristiana.
VIRTUDES
En
la vida y en la obra apostólica de Paula Montal, vemos que la razón y
el centro de su ser como cristiana y religiosa, y de su hacer como
educadora era Dios, y que supo realizar existencialmente la síntesis
fecunda de su amor teologal a Dios, y su amor de servicio al prójimo.
Este
amor a Dios se nutría en la oración, en el trato asiduo y profundo con
él. Su primer biógrafo se expresó en estos términos: En el primer
período trabajaba y oraba; en la última época oraba y edificaba sin
cesar... Vivía para orar. Su vida era una oración perseverante, y su
oración era como un eco de la oración de Jesús...».
Y el
amor de Dios que llenaba su corazón la hizo apóstol celoso, que quería
compartir con los otros el amor que le embargaba. De tal manera que la
fundación de su obra educativa «fue un desbordamiento del amor de Dios
que la consumía».
Como buena hija espiritual de San José
de Calasanz (- 25 de agosto) captó pronto el valor de la humildad como
fundamento profundo de la santidad, de una vida de fidelidad y de
entrega a Dios, y supo vivir su consagración al centro del misterio
Pascual, en un camino de total abandono, oscuridad, pobreza, obediencia y
humildad. Se identificó con el texto paulino: «Habéis muerto y vuestra
vida está oculta con Cristo en Dios» (Col 3, 3). Porque la humildad fue
su virtud característica. Una humildad practicada heroicamente en las
realidades diarias y en la noble tarea de la promoción humano-cristiana
de la mujer.
A este respecto escribía a una novicia: «...
ya sabe que para llegar a la cumbre de la perfección hemos de practicar
la santa humildad y la obediencia, con estas dos virtudes nos uniremos a
Jesucristo...»
En otras ocasiones afirmaba: «La humildad y
la obediencia nos conducirán a la patria celestial, donde tendremos la
dicha de ver a nuestro amado esposo de nuestras almas».
La
pobreza fue compañera inseparable en su vida. El amor a la pobreza es
considerado algo esencial en su persona y en el instituto, y la pobreza
una virtud de la que era amantísima.
Paula Montal, fiel a
su vocación escolapia, reservó para la Virgen María un puesto destacado
en su espiritualidad y en su vida. La espiritualidad mariana la vivió
desde su niñez y juventud y fue la nota propia que dio a su instituto:
Hijas de Maria; es decir, su vida y todas sus empresas apostólicas las
puso bajo la protección de María Santísima. En sus últimos años, su
piedad mariana adquiere unos fervientes deseos de posesión y presencia:
»Ruega fervientemente a su bondadosa Madre, siempre Virgen María...»,
«Deseaba ardientemente dar
un abrazo a su Santísima Madre,
la Virgen María, a quien invocaba con su expresión favorita: Madre
mía». Su devoción a María era sencilla y afectuosa. Vivía en intimidad
con ella. De esta unión nacía un amor total y confiado a María y a sus
directrices que la orientaban siempre a Jesús.
MENSAJE DE SU VIDA
Para
Paula Montal, el tema de la mujer y la urgencia de su promoción
integral humano cristiana fue, a partir de 1829, la razón exclusiva de
su consagración a Dios y el objeto de su obra apostólica.
La
obra educativa de Paula Montal estaba centrada, pues, en la educación,
en la mujer y en la familia; temas urgentes en su momento histórico, y
temas candentes y de gran actualidad hoy. Su mensaje es, pues, actual,
actualísimo y su carisma tan válido y de plena necesidad como lo era en
el contexto socio-cultural en que se inició y consolidó.
Hoy
el Instituto de Hijas de María, Religiosas de las Escuelas Pías, por
ella fundado, se halla extendido en 18 naciones de Europa, América, Asia
y África. En ellas, 810 religiosas escolapias, distribuidas en 112
comunidades, con la colaboración de profesores seglares, imparten una
educación integral humano cristiana a unos 42.000 alumnos.
El
proceso diocesano para su canonización comenzó en la diócesis de
Barcelona el 3 de mayo de 1957. Fue beatificada por el papa Juan Pablo
II, el 18 de abril de 1993.
Cuando toda la Iglesia puso
los ojos en Paula, el 25 de noviembre de 2001, día de su canonización,
todos pudieron escuchar el elogio del papa Juan Pablo II en su homilía,
cuando se refirió a Santa Paula Montal: Fundadora de una familia
religiosa, inspirada en el lema calasancio «piedad y letras», se dedica a
la promoción de la mujer y de la familia con su ideal de «salvar la
familia, educando a las niñas en el santo temor de Dios»; al final dará
muestra de la autenticidad, el temple y la ternura de su espíritu, un
espíritu modelado por Dios durante los treinta años de vida escondida en
Olesa de Montserrat... El mensaje de Santa Paula sigue siendo actual y
su carisma educativo es fuente de inspiración en la formación de las
generaciones del tercer milenio.
Y, en el discurso a los
peregrinos, el 26 de noviembre, dijo de Santa Paula el papa: Su perfil
espiritual nos muestra una persona que seda de Dios y se consagra a él,
colaborando en su plan de salvación, especialmente por medio de la
dedicación a la enseñanza. Fue una mujer mística arraigada en la acción.
Mª. ISOLINA VÁZQUEZ, SCH.P.
Superiora general