Memoria de San Joaquín y Santa Ana
Fray Nelson Medina O.P.
1. Una propuesta seria
1.1 En este día de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María, quiero hacer una propuesta. Quiero proponer que la Iglesia reconozca a estos dos santos, Joaquín y Ana, como Patronos de la Sexualidad Humana.
1.2 Las razones de esta propuesta son varias. Ante todo, porque la sexualidad humana pertenece al plan original del Creador y en ella hay una participación de la hermosura misma de Dios, así como de la alegría, la fecundidad y la gratuidad propias de su acto creador.
2. Algunos argumentos
2.1 El bien intrínseco del sexo humano no debe quedar oscurecido ante nuestros ojos por la multitud de pecados, imperfecciones y defectos que suelen rodear el ejercicio de la sexualidad, ni por la evidente dificultad que entraña guardar la pureza según el propio estado de vida. Por el contrario, estas mismas limitaciones nos muestran cuánto auxilio necesita nuestra fe en este aspecto, y cuánto bien puede hacer a nuestro corazón el testimonio de quienes han vivido santamente su sexualidad.
2.2 Y es que además hay una falsa idea, bastante extendida: que la única santidad de la sexualidad es no ejercerla. En la teoría la Iglesia sostiene exactamente lo contrario, porque enseña la santidad del matrimonio y defiende la dignidad de los actos propios de la unión lícita entre hombre y mujer. Pero en la práctica faltan ejemplos claros que sepan mostrar cómo se une el servicio a Dios y el ejercicio mismo de la genitalidad de hombre y mujer. Es aquí donde el humilde, discreto y fecundo testimonio de Joaquín y Ana puede hacer inmenso bien al pueblo cristiano, según es mi opinión.
3. María, Fruto Eximio de una Sexualidad Sana y Santa
3.1 María, la Inmaculada, la llena de gracia, la flor de pureza, la obra más hermosa del universo, fue engendrada por la unión sexual de sus padres, a quienes una antiquísima tradición da los nombres de Joaquín y Ana.
3.2 María misma, entonces, es la señal bellísima que Dios ha otorgado para que reconozcamos cuál es el sentido, la hermosura y la preciosa fecundidad del sexo que marca nuestro ser desde el primero hasta el último instante de nuestra vida. En ella descubrimos que el sexo no tiene por qué ser ocasión o puerta para el pecado, sino que está llamado a ser instrumento de vida, de alegría, de unión y de santidad.
3.3 Por todo ello sugiero que la Iglesia proclame a San Joaquín y Santa Ana como Patronos de la Sexualidad Humana.
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