Novena Virgen del Carmen

lunes, 25 de febrero de 2013

Undécima Estación JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ



Undécima Estación
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]

«Y lo crucificaron», dicen escuetamente los evangelistas. Había llegado el momento terrible de la crucifixión, y Jesús fue fijado en la cruz con cuatro clavos de hierro que le taladraban las manos y los pies. Levantaron la cruz en alto y el cuerpo de Cristo quedó entre cielo y tierra, pendiente de los clavos y apoyado en un saliente que había a mitad del palo vertical. En la parte superior de este palo, encima de la cabeza de Jesús, pusieron el título o causa de la condenación: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos». También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

El suplicio de la cruz, además de ser infame, propio de esclavos criminales o de insignes facinerosos, era extremadamente doloroso, como apenas podemos imaginar. El espectáculo mueve a compasión a cualquiera que lo contemple y sea capaz de nobles sentimientos. Pero siempre ha sido difícil entender la locura de la cruz, necedad para el mundo y salvación para el cristiano. La liturgia canta la paradoja: «¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza / con un peso tan dulce en su corteza!».

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.

Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.

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