Novena Virgen del Carmen

lunes, 30 de noviembre de 2020

Santo Evangelio 30 de Noviembre 2020

   



Texto del Evangelio (Mt 4,18-22):

 En aquel tiempo, caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, Le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, Le siguieron.


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«Os haré pescadores de hombres»


Prof. Dr. Mons. Lluís CLAVELL

(Roma, Italia)

Hoy es la fiesta de san Andrés apóstol, una fiesta celebrada de manera solemne entre los cristianos de Oriente. Fue uno de los dos primeros jóvenes que conocieron a Jesús a la orilla del río Jordán y que tuvieron una larga conversación con Él. Enseguida buscó a su hermano Pedro, diciéndole «Hemos encontrado al Mesías» y lo llevó a Jesús (Jn 2,41). Poco tiempo después, Jesús llamó a estos dos hermanos pescadores amigos suyos, tal como leemos en el Evangelio de hoy: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres» (Mt 4,19). En el mismo pueblo había otra pareja de hermanos, Santiago y Juan, compañeros y amigos de los primeros, y pescadores como ellos. Jesús los llamó también a seguirlo. Es maravilloso leer que ellos lo dejaron todo y le siguieron “al instante”, palabras que se repiten en ambos casos. A Jesús no se le ha de decir: “después”, “más adelante”, “ahora tengo demasiado trabajo”...

También a cada uno de nosotros —a todos los cristianos— Jesús nos pide cada día que pongamos a su servicio todo lo que somos y tenemos —esto significa dejarlo todo, no tener nada como propio— para que, viviendo con Él las tareas de nuestro trabajo profesional y de nuestra familia, seamos “pescadores de hombres”. ¿Qué quiere decir “pescadores de hombres”? Una bonita respuesta puede ser un comentario de san Juan Crisóstomo. Este Padre y Doctor de la Iglesia dice que Andrés no sabía explicarle bien a su hermano Pedro quién era Jesús y, por esto, «lo llevó a la misma fuente de la luz», que es Jesucristo. “Pescar hombres” quiere decir ayudar a quienes nos rodean en la familia y en el trabajo a que encuentren a Cristo que es la única luz para nuestro camino.


Los jóvenes y la violencia (segunda parte

 


Los jóvenes y la violencia (segunda parte)

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.

En la familia se dan muchas discusiones y peleas estériles y absurdas por las cosas más triviales. La gente se resiente mucho por estas peleas, insultos, conflictos, rivalidades continuas y maltratos y las heridas después cuestan cerrar. Este cáncer tan tremendo de odios y resentimientos absurdos, provocados por el pecado de soberbia, causan mucho sufrimiento. Además, en muchos hogares se ve de manera indiscriminada cualquier tipo de programa en el que predomina la violencia, así como ejemplos de orgullo y soberbia. No es de extrañar, entonces, que se utilicen las armas de la pelea, el grito y la malcriadez, para imponer la razón sobre los demás. El continuo bombardeo de violencia en los medios de comunicación social, en los programas, películas y aún las telenovelas, está causando graves consecuencias en la convivencia familiar.

Es cierto que algunas veces se sufre de incomprensión en casa por diferencias de generación. Los papás nacieron en otra época, tienen otra manera de pensar, ven las cosas de manera diferente; pero no por eso están equivocados y dejan de tener razón. Un joven inteligente sabe escuchar, aprender de los consejos y comprender que, aunque los papás no tengan a veces toda la razón, tampoco son ignorantes ni mentirosos. Hay que ser astuto, saber escuchar, ser humilde y aprender de la experiencia de los mayores. Recuerda que la Palabra dice que pongas la otra mejilla, lo que significa que no devuelvas mal por mal. Si te gritan, no grites; si te ofenden, no ofendas; no añadas más leña al fuego. Algunos papás y mamás están tan golpeados por la vida que se descontrolan. Ponte en su lugar, mira su historia personal y su contexto y te darás cuenta que algunas veces no actúan con toda la razón y el equilibrio, por los golpes que han recibido en la vida.

Es necesario que tú pongas una gran medida de comprensión. Si tus papás, hermanos o amigos te fallan, Jesús dice que perdones setenta veces siete. Reconcíliate lo más pronto que sea posible; no seas rencoroso, mata el resentimiento antes de que se convierta en rencor y odio. Dice Jesús en la Palabra que amemos al que dice ser nuestro enemigo. ¿Qué diferencia tenemos con los paganos si no amamos a nuestro enemigo? Como dice Jesús en la Palabra, antes de que el juez te lleve al alguacil y te metan preso, reconcíliate cuanto antes.

¿Cómo está tu alma, tu familia? ¿Vives contigo mismo y en tu casa en paz o lo contrario a la paz que es la violencia? La violencia, maltrato, gritos y divisiones en los hogares son muros que separan a la familia. Pero Cristo es la paz, el camino, la verdad y la vida. Joven, lleva la paz a tu casa convirtiéndote en un muchacho o muchacha de oración. Si en tu casa hay problemas, llénate del Señor, haz oración profunda, lee la Palabra, únete a un grupo juvenil y participa en los sacramentos, confesando y comulgando. Tú puedes ser el elemento de cambio y contrarrestar la violencia con la paz. Convierte la oración en un hábito, así como leer la Biblia y bendecir los alimentos. También es importante el diálogo y la comunicación, porque es lindo cuando la familia asiste unida a misa, sale junta a pasear y tiene juegos en común en casa. Les toca la obligación moral para ayudar en esto y hacer todo lo que puedan para que el Señor reine en la casa. Muchachos, contribuyan para que en su casa reine realmente el amor y la paz, porque, créanme, así se vive más a gusto.

¡Quién como Dios, quién más grande que el Señor! Aparta de ti el pecado de la soberbia que descontrola tu ser, causa que tus instintos estén por encima de la razón y que las emociones te dañen, apareciendo sentimientos de crueldad engendrados por el odio. Conviértete en un muchacho o muchacha de paz; no cierres nunca tu puño para agredir ni levantes la voz para insultar. Vive en Jesucristo que es el Dios Hombre de la paz y con Él serás... ¡INVENCIBLE! !

                 

LECTURA BREVE Rm 13, 13-14a

 


LECTURA BREVE   Rm 13, 13-14a

Andemos como en pleno día, con dignidad. No andemos en comilonas y borracheras, ni en deshonestidad ni lujuria, ni en riñas ni envidias; sino revestíos de Jesucristo, el Señor.


domingo, 29 de noviembre de 2020

Santo Evangelio 29 de Noviembre 2020

  


Texto del Evangelio (Mc 13,33-37): 

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento. Al igual que un hombre que se ausenta deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele; velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada. No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos. Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!».

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«A todos lo digo: ¡Velad!»


Mons. Josep Àngel SAIZ i Meneses Obispo de Terrassa

(Barcelona, España)

Hoy iniciamos con toda la Iglesia un nuevo Año Litúrgico con el primer domingo de Adviento. Tiempo de esperanza, tiempo en el cual se renueva en nuestros corazones el recuerdo de la primera venida del Señor, en humildad y ocultación, y se renueva el anhelo del retorno de Cristo en gloria y majestad.


Este domingo de Adviento está profundamente marcado por una llamada a la vigilancia. San Marcos incluye hasta tres veces en las palabras de Jesús el mandamiento de “velar”. Y la tercera vez lo hace con una cierta solemnidad: «Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!» (Mc 13,37). No es sólo una recomendación ascética, sino una llamada a vivir como hijos de la luz y del día.


Esta llamada está dirigida no solamente a sus discípulos, sino a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, como una exhortación que nos recuerda que la vida no tiene sólo una dimensión terrenal, sino que está proyectada hacia un “más allá”. El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, dotado de libertad y responsabilidad, capaz de amar, tendrá que rendir cuentas de su vida, de cómo ha desarrollado las capacidades y talentos que de Dios ha recibido; si los ha guardado egoístamente, o si los ha hecho fructificar para la gloria de Dios y al servicio de los hermanos.


La disposición fundamental que hemos de vivir y la virtud que hemos de ejercitar es la esperanza. El Adviento es, por excelencia, el tiempo de esperanza, y la Iglesia entera está llamada a vivir en la esperanza y a llegar a ser un signo de esperanza para el mundo. Nos preparamos para conmemorar la Navidad, el inicio de su venida: la Encarnación, el Nacimiento, su paso por la tierra. Pero Jesús no nos ha dejado nunca; permanece con nosotros de diversas maneras hasta la consumación de los siglos. Por esto, «¡con Jesucristo siempre nace y renace la alegría!» (Papa Francisco).

Los jóvenes y la violencia



 Los jóvenes y la violencia

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.

 Jesucristo es nuestra paz. Él vino a traer paz y reconciliación donde hay conflicto y rivalidad; a derribar los muros del odio que nos separan de nuestros hermanos. En Cristo no existen diferencias ni divisiones entre esclavos y libres, judíos y griegos, hombres y mujeres, por un lugar en la sociedad. Todos somos uno en Cristo Jesús y Él es nuestra paz. Dios nos creó para vivir en paz y armonía, para la comunicación y la comunión como hermanos. Desde el principio, el ser humano fue creado por Dios para vivir en armonía. Pero Adán y Eva quisieron ser como dioses, cayeron en el pecado de soberbia y nos apartaron del corazón de Dios.

Según el Antiguo Testamento, la madre del pecado es la soberbia o querer ser como dios. La soberbia engendra pugnas y rivalidades que producen violencia. Este terrible pecado lleva a sentir envidia, celos y a cometer actos, algunas veces, atroces. La violencia tiene muchas facetas y todas, al final, conducen a lo mismo: destruir a otra persona. Si todos pretenden ser como dios, se eliminan unos a otros como sea. Por pugnas y rivalidades sin control, algunas familias han hundido y hasta destruido a uno de los suyos que se convierte en víctima de la envidia de los demás. En definitiva, querer ser como dios, o el pecado de soberbia, conduce irremediablemente a violencia, desgracia y muerte.

Hay muchas clases de violencia. Es tan violento el hombre que golpea a la mujer, como el que no le habla ni le da cariño; tan violenta la madre que golpea al hijo, como la que no le da amor; tan violento el chiquillo que es malcriado con su padre y su madre, como aquel que no les habla. Todas las clases de violencia se generan en el pecado de soberbia o querer ser como dios. Desdichadamente, sustituir a Dios en el seno de la familia con la soberbia ocasiona mucho sufrimiento.

Nacemos para la paz, pero vivimos situaciones anormales por el pecado. La violencia que existe en el mundo por guerras y crímenes es impresionante. Nacemos para ser libres, pero somos esclavos y vivimos en guerra y desgracia llevados por el pecado. Los soberbios y orgullosos, que se creen dios, terminan siendo violentos para alcanzar sus fines. ¿Por qué nos matamos entre hermanos y andamos siempre en rivalidades y pugnas? Por el pecado de la soberbia: pensar que sólo yo o mi clan, o mi partido, o mi país tiene toda la razón; creerse merecedor de todo sin méritos para ello. En la casa se cae en violencia cuando uno solo pretende tener toda la verdad y la razón y se olvida que otros también tienen derechos.

Si el ser humano cae en el pecado de soberbia, las pasiones, que deben ser pulidas por el espíritu, se descontrolan y generan sentimientos tan tristes y dolorosos como el odio y la razón se deja controlar por el instinto de agresividad. Pero los instintos deben ser controlados por la razón. Las emociones dañadas por el pecado conducen a ideas negativas de unos respecto de otros y luego viene el maltrato y los golpes. Muchos hombres maltratan a sus mujeres, porque se creen dios y si la pobre mujer se atreve a opinar o contradecirlo, le cae a golpes. Muchos papás son violentos con sus hijos, porque creen que solamente ellos tienen toda la razón.

El termómetro que mide la presencia de Jesús en el hogar es la medida de paz que exista. Jesús no está donde hay peleas, pugnas, encontronazos, rivalidades, gritos, maltrato y otros tipos de violencia. En cambio, la presencia de Jesús, el Señor, trae paz, reconciliación, armonía, dominio de sí mismo, control emocional y amor. Lo contrario de la violencia es la paz; de la soberbia, la humildad; del orgullo, el reconocimiento que uno es sólo creación de Dios, no un dios. Dios tiene que entrar y habitar en sus hogares, porque Jesucristo es la paz y vino a romper los muros que nos dividen. Busquemos la paz en nuestros hogares para que Jesús esté siempre presente porque con Él somos, ¡INVENCIBLES!


LECTURA BREVE Rm 13, 11b-12

 


LECTURA BREVE   Rm 13, 11b-12


Ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.


sábado, 28 de noviembre de 2020

Santo Evangelio 28 de Noviembre de 2020

 



 Texto del Evangelio (Lc 21,34-36): 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre».

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«Estad en vela (...) orando en todo tiempo»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Hoy, último día del tiempo ordinario, Jesús nos advierte con meridiana claridad sobre la suerte de nuestro paso por esta vida. Si nos empeñamos, obstinadamente, en vivir absortos por la inmediatez de los afanes de la vida, llegará el último día de nuestra existencia terrena tan de repente que la misma ceguera de nuestra glotonería nos impedirá reconocer al mismísimo Dios, que vendrá (porque aquí estamos de paso, ¿lo sabías?) para llevarnos a la intimidad de su Amor infinito. Será algo así como lo que le ocurre a un niño malcriado: tan entretenido está con “sus” juguetes, que al final olvida el cariño de sus padres y la compañía de sus amigos. Cuando se da cuenta, llora desconsolado por su inesperada soledad.


El antídoto que nos ofrece Jesús es igualmente claro: «Estad en vela, pues, orando en todo tiempo» (Lc 21,36). Vigilar y orar... El mismo aviso que les dio a sus Apóstoles la noche en que fue traicionado. La oración tiene un componente admirable de profecía, muchas veces olvidado en la predicación, es decir, de pasar del mero “ver” al “mirar” la cotidianeidad en su más profunda realidad. Como escribió Evagrio Póntico, «la vista es el mejor de todos los sentidos; la oración es la más divina de todas las virtudes». Los clásicos de la espiritualidad lo llaman “visión sobrenatural”, mirar con los ojos de Dios. O lo que es lo mismo, conocer la Verdad: de Dios, del mundo, de mí mismo. Los profetas fueron, no sólo los que “predecían lo que iba a venir”, sino también los que sabían interpretar el presente en su justa medida, alcance y densidad. Resultado: supieron reconducir la historia, con la ayuda de Dios.


Tantas veces nos lamentamos de la situación del mundo. —¿Adónde iremos a parar?, decimos. Hoy, que es el último día del tiempo ordinario, es día también de resoluciones definitivas. Quizás ya va siendo hora de que alguien más esté dispuesto a levantarse de su embriaguez de presente y se ponga manos a la obra de un futuro mejor. ¿Quieres ser tú? Pues, ¡ánimo!, y que Dios te bendiga.


Lo que quiere tu hijo



 Lo que quiere tu hijo


Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.


Tener hijos establece una nueva situación sicológica que hace necesarios una serie de elementos que deben reunir las parejas. Es primordial la función educadora de los padres a los hijos. 

Es inconcebible una procreación sin educación. No basta con ser padres biológicos; hay que ser padres personales y el primer deber es tener hijos sanos. Esto exige una dinámica nueva entre la pareja que dependerá de la madurez, la preparación personal conyugal y los modelos de paternidad que tengan al respecto. 

La familia nace con la llegada del hijo. La unión conyugal es, entonces, sinónimo de familia. Una familia es algo más que una estructura estática o convencional. No es simplemente la foto de los padres y los hijos que siguen de manera inalterable los patrones de la sociedad. La familia es algo que vive una realidad dinámica que involucra interacción y vincula afectividad con una serie de elementos y sentimientos. Es vida y dinamismo que hace que cada uno de los miembros se sienta que existe y vale. 

En la educación de los hijos existen ciertos A-B-C que son una realidad. Esto hace que los hijos se desarrollen en un hogar equilibrado. Es necesaria una comunicación adecuada. Los hijos deben crecer viendo a sus padres juntos y no solamente teniendo la función educadora de la madre. Es necesario el equilibro paterno; un compañero, guía, fuerte y seguro. El hijo debe encontrar al padre siempre que lo necesite. Ser padres implica, entonces, ser modelos de vida. Los padres deben estar conscientes que la vida familiar los va a absorber y envolver de una manera total en muchos momentos. No basta con ser amigos; es mucho más lo que requiere una paternidad auténtica. Lo que los hijos necesitan de los padres es su presencia activa en la casa. Alguien que responsablemente asuma su papel de manera integral; que tenga autoridad y disciplina conjugado con amistad, con afectividad profunda y con el deseo de formar una personalidad auténtica. 

El arte de vivir consiste en ocupar un puesto en la sociedad sin violentar las necesidades de uno mismo y de los demás. El arte de ser padres consiste en enseñarles a los niños el arte de vivir. Las necesidades y los sentimientos opuestos, es decir, los de los padres y los de los hijos, pueden coexistir. Para lograr esta capacidad de comprensión es necesario establecer un diálogo siempre abierto entre padres e hijos. El primer paso para esto es guiar a los hijos hacia su propia independencia. Es importante determinar cuándo el niño se encuentra preparado para dar el siguiente paso en su propio desarrollo. Gradualmente, el muchacho va adquiriendo mayor autoridad y autonomía para enfrentarse a la vida siendo él mismo el que deba resolver sus problemas. 

El papel de los padres no es crear un lecho de rosas para su hijo, sino ayudarle a abrirse camino a través de las espinas. El desarrollo del temperamento se produce por medio de la interrelación del niño con su entorno. Es ahí donde los logros como también las frustraciones forman parte importante de la vida diaria. 

La meta de encausar al niño hacia su independencia no se limita a enseñarlo a controlar su esfínter o a vestirse solo, sino a desarrollar su autonomía, su capacidad de pensar independientemente y de enfrentarse a la vida y a los obstáculos para alcanzar sus objetivos. 

La autoridad implica el respeto, la admiración y el amor que se ganan los padres formando bien al chiquillo y esta autoridad la ejercen los padres cautivando con su personalidad al muchacho. Un hijo requiere cariño, ternura, amor y respeto a su autonomía y a su propia individualidad. Un hijo requiere que sus padres lo consideren un ser independiente. 

Que el Señor los bendiga a ustedes papás, que formen bien a sus hijos y en relación con esto les digo: Ámense mucho, pues ese amor influirá positivamente en los muchachos. Y no se olviden que el Señor los ama, que Jesús los quiere y que ¡CON DIOS, SOMOS INVENCIBLES!


LECTURA BREVE Rm 12, 14-16a



 LECTURA BREVE   Rm 12, 14-16a


Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir entre vosotros, sin apetecer grandezas; atraídos más bien por lo humilde.


El Noviazgo



 EL NOVIAZGO

Monseñor Romulo Emiliani


El noviazgo es una relación formal de un muchacho y una muchacha que, después de un período en el cual fueron amigos, comprenden que hay algo más que una amistad. El noviazgo es fruto y expresión de amor. 

Noviazgo es también el período de preparación para el matrimonio. En el noviazgo ambos empiezan a comprometerse formalmente para casarse más adelante. El proceso del noviazgo siempre debe comenzar con una amistad que después puede fructificar en una relación más formal como novios. 

En muchos jóvenes de quince o dieciséis años existe una confusión muy curiosa. Ellos creen que porque encuentran un buen amigo que le llena, le cae muy bien y es una persona comprensiva a quien le encanta dialogar, ya tienen que ser novios. Muchos adolescentes queman etapas sin saborear bien lo que es una auténtica amistad y no dan tiempo para que la amistad dé frutos. Piensan que porque se entienden bien con su nueva amistad inmediatamente tienen que ser novios. 

Jóvenes, entiendan bien que una cosa es tener un buen amigo o una buena amiga y otra cosa muy diferente es tener relación de novios. Para que exista un noviazgo, se necesita que ambos se hayan conocido primero como amigos porque el noviazgo es el período de preparación para el matrimonio, que es la unión plena de una pareja que se ama y quiere realizarse en el amor. Además, el matrimonio es el medio creado por Dios para procrear los hijos que son el fruto del amor de la pareja. 

Es un terrible error convertir lo que podría ser una amistad preciosísima en un mal noviazgo, cuando todavía ambos son demasiado jóvenes y no han madurado suficiente para entrar en una relación de esa naturaleza. Muchos jóvenes cambian de novio o novia a cada rato. En el fondo, lo que realmente están buscando es un buen amigo o una buena amiga, pero confunden los sentimientos de amistad con los de amor. Después andan frustrados y aburridos, porque han perdido la frescura e inocencia de la juventud en relaciones amorosas vacías e inútiles. 

Es muy triste ver muchachos y muchachas que se encuentran desilusionados y amargados porque se pelearon con el novio o la novia y ya no se van a hablar más, ni siquiera como amigos. En el fondo, no existía en ellos amor de pareja, tal y como se entiende en el noviazgo, sino simplemente una amistad muy linda que pudo haber florecido, pero que se frustró porque comenzaron esa relación prematuramente o porque la moda es tener novio o novia. 


CARACTERÍSTICAS DEL NOVIAZGO 

El noviazgo es un tiempo ideal y lindísimo para dialogar, conocerse mejor y comprenderse más. Durante el noviazgo, es maravilloso descubrir quién es la otra persona y para eso se necesita tiempo. ¿Por qué perder un tiempo tan bonito como el de la juventud casándose tan jovencitos? 

En la generación de nuestros padres o abuelos, los jóvenes generalmente terminaban el bachillerato y empezaban a trabajar inmediatamente en la finca, la tienda, el almacén o la fábrica. Ellos maduraban más rápido por los trabajos y necesidades que pasaban. Ustedes, los jóvenes de ahora, maduran más lentamente que sus padres y abuelos, porque estudian más tiempo el bachillerato y la universidad y como resultado dependen más tiempo de ellos. Hoy día es normal ver muchachos de 24 ó 25 años que dependen de sus padres, cuando antes no era así. 

Vamos a analizar las características y condiciones fundamentales para que se dé un buen noviazgo, que será la mejor base para un matrimonio bueno, sólido y duradero. 

Esperar el momento oportuno 

En el período de noviazgo, ambos jóvenes van a intentar conocerse más, vivir más de cerca y dialogar más para estar bien preparados para el matrimonio. Según opinión de muchos psicólogos que tratan el tema del matrimonio, el noviazgo debe durar un período aproximado de año y medio, dos años o dos años y medio. Ese es el tiempo ideal para que el noviazgo sea verdaderamente una preparación para el matrimonio. 

Yo creo que la edad ideal para que una joven tenga un novio es de los 22 a los 24 años, para permitir que pase más tiempo con su familia y sus amigos, se dedique a los estudios y también para socializar, hacer nuevas amistades y conocer otros muchachos. 

Los varones maduran más lentamente que las muchachas porque a nivel mental y físico son más lentos en el desarrollo. Entonces, para los jóvenes la edad ideal para un noviazgo es como a los 27 años, más o menos. A esa edad ya ha hecho su carrera o está trabajando, su vida está encaminada y tiene los medios necesarios para poder casarse y mantener a su familia. 

Hay jóvenes de 24 ó 25 años que apenas empiezan a despegar y algunos no logran nunca despegarse del vientre materno y ésto es muy peligroso. 

Cuidado con los noviazgos de dos o cuatro meses, así como los de seis o siete años porque son peligrosos. Cuando la pareja es muy joven, el matrimonio no es aconsejable porque pueden confundir sentimientos y emociones. Si tú con los pocos años que tienes todavía no te conoces bien, ¿cómo quieres conocer bien a tu novio o tu novia en un mes y medio? No hay que desesperarse, ten calma. Después tendrás toda una vida de casados... ¡hasta de cuarenta o cincuenta años! 

¡No hay prisa; vive y goza tu juventud! Aprende un poco de la vida para que, cuando te cases, hayas vivido lo suficiente para experimentar un poco lo que es la vida y vayas más seguro de lo que quieres. ¡Aprovecha este tiempo precioso! 

Compartir con la pareja 

El noviazgo es un tiempo ideal para compartir juntos, salir a paseos, participar en grupos juveniles, conocer bien a la familia del otro y tener muchísimas actividades en común. Esta es la mejor forma para conocer bien a tu pareja, o sea, en actividades y paseos recreativos juveniles y en reuniones familiares. 

El novio y la novia tienen derecho a estar a solas para hablar y dialogar. Pero yo no concibo un noviazgo donde están siempre los dos solitos. Hay que aprender a estar en grupo, porque las actividades de grupo son fundamentales. 

Yo creo firmemente que la causa de que muchos matrimonios fracasan es que hicieron un mal noviazgo. En el período del noviazgo, es indispensable conocer bien a la pareja para saber bien con quién te vas a casar, porque es una decisión para toda la vida. Escoge bien con quién te vas a casar, no sea que después te lleves una tremenda sorpresa. Mira que tu novio será el padre de tus hijos; tu novia será la madre de tus hijos. 

Respetar la libertad de la otra persona 

Ser novio de una persona no te concede derecho alguno para que intervengas demasiado en su vida, porque esa otra persona todavía no te pertenece, no es tuya. 

En el período del noviazgo nadie tiene derecho a meterse en la vida de la otra persona y presionarla a que decida una u otra cosa que tenga que ver con su vida familiar, sus estudios, sus metas o sus gustos. Debe haber un gran respeto a la privacidad de la otra persona. 

Un noviazgo auténtico no debe jamás perjudicar tu vida ni apartarte de Dios, de tus estudios, tu vida cristiana o tu vida familiar. En tu vida cristiana, si tu novio te lleva al pecado o tu novia te aparta de Dios, ese noviazgo no es del Señor. El novio o novia que haga que el otro se pelee con su familia y destruya su vida familiar, no es bueno. Si no te permite estudiar, es un egoísta. Son cosas fundamentales que un buen noviazgo nunca debe afectar ni perjudicar. 

Los novios no son una sola carne, cosa que la Palabra de Dios dice claramente con respecto al matrimonio. Acerca del matrimonio, Jesús dice en la Palabra que "El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá con su mujer, y serán los dos uno solo" (Mt 19.5). En el noviazgo ustedes no son una sola carne, porque la unión no ha sido bendecida por Dios. Es muy importante que los novios, al entrar en ese período formal de relaciones humanas, comprendan que el noviazgo no implica pertenencia. En el noviazgo nadie posee al otro; cada uno es dueño solamente de sí mismo. Por lo tanto, cada uno debe aceptar que hay fronteras que no deben traspasar. 

En nuestra sociedad machista existe la idea errónea de que el hombre es el que debe decidir en todo. Tristemente, en algunos noviazgos el hombre adopta la actitud de amo y la muchacha depende de él en todo. En realidad, lo que existe es un atropello a la dignidad humana. Entonces no hay una relación de igualdad, sino siempre él dominándola a ella. Eso no está correcto y es lamentable que las muchachas sigan ese juego. Si de novio el muchacho es así, de casados la situación será insoportable. 

En el noviazgo cada uno tiene que dar libertad al otro para que desarrolle su propia personalidad y sea como quiera. Ambos jóvenes están en un proceso de crecimiento y tienen derecho a decidir por sí mismos. Hay noviazgos donde uno de los dos se convierte en un dictador del otro, como si fuera su amo. ¿Qué derecho tienen para decidir por el otro? El ser novio no te da derecho a decidir por tu novia y decirle lo que tiene que hacer en su casa, qué carrera debe estudiar o si debe tener ese amigo o amiga. Los jóvenes creen que el noviazgo, de hecho, les da el derecho para hacer lo que les da la gana con la otra persona. ¡No hay tal derecho, ni religiosa ni legalmente! 

Comprender que amor no es sinónimo de sexo 

Jóvenes, es importante que entiendan que el sexo es una expresión de amor en la cual uno demuestra el amor que le tiene a la otra persona con gestos corporales. Como el sexo es parte del amor, no puede en ningún momento estar por encima o suplantar el sentimiento de amor. Muchos novios creen que se aman porque se entienden sexualmente. Entenderse sexualmente no significa amor. Hay que puntualizar que existe una profunda diferencia entre una cosa y otra. ¡Los animales se entienden sexualmente, pero no se aman! 

El noviazgo no concede ningún derecho a tomar posesión del cuerpo de la otra persona, porque él o ella no te pertenece. Cada persona es dueña solamente de sí misma. En el período del noviazgo no existe ningún derecho para traspasar ciertas fronteras. Lo triste es que en muchos noviazgos se están quemando etapas porque los novios están viviendo casi como marido y mujer. Ésto definitivamente no produce los mejores resultados porque muchos noviazgos fracasan y resulta que no se casan. No se puede tomar posesión de la otra persona sencillamente porque son novios y creen que se aman. Dios no ha bendecido esa unión todavía y por lo tanto esa persona no te pertenece. 

En cambio, dentro de la unión matrimonial, en cierto sentido los cónyuges sí se pertenecen. En el matrimonio, los dos son uno solo; carne de su carne. Entonces, ya casados, el sexo es una de las tantas expresiones de amor pero no la única. El amor está por encima del sexo y es, en definitiva, lo que debe unir a la pareja. Hay muchas parejas de edad avanzada en las que no hay nada de intimidad sexual, pero en cambio se aman muchísimo y viven muy felices. 

El amor tiene otras muchas expresiones además del sexo. Lo que pasa es que mucha gente ha convertido el sexo en un dios y creen que la felicidad matrimonial consiste únicamente en entenderse bien en ese aspecto. 

El matrimonio está destinado al fracaso cuando el sexo es la única motivación que existe para casarse, porque puede aparecer después otra persona más atractiva y apetecible. Muchos hombres casados creen que solamente aman cuando están con su mujer en un acto sexual. 

El problema con los jóvenes es que muchas veces queman etapas y confunden el sexo con el amor. Repito, jóvenes, el sexo es solamente una expresión de amor. Cuando en la pareja hay intimidad sexual es porque existe permanencia matrimonial, fidelidad, convivencia plena, garantía de perseverancia, madurez y la bendición de Dios en esa unión. Yo conozco muchas muchachas y también muchachos que se sienten frustrados, desilusionados y engañados porque creyeron que en el noviazgo lo importante era la parte carnal y después descubrieron que no había amor. ¡Imagínense, que no había amor! Entonces, rompen el noviazgo para empezar de nuevo con otra persona y al final terminan muy desilusionados. 

Un buen noviazgo permite, claro que sí, besos y abrazos hechos con mucho respeto y delicadeza. ¡Suficiente! No es necesario avanzar más. Yo creo que eso, en definitiva, ayuda muchísimo a que cada uno comprenda que la otra persona no le pertenece todavía. Entonces, si todavía no es tuyo, por qué vas a tomar posesión de él o ella. Esto es sabiduría de muchos siglos de la Iglesia Católica, no un simple puritanismo. 

Conocer a tu pareja 

En el noviazgo hay que aprender a escuchar, dialogar mucho, comprender que la otra persona es diferente a ti y que para conocerla tiene que pasar algún tiempo. Nadie puede amar lo que no conoce. Mucha gente se casa sin conocer bien con quién se está uniendo. Resulta que después vienen las tremendas sorpresas porque ese ser es un extraño, un desconocido. Algunas personas dicen que si hubieran sabido con quién se casaban, no se habrían casado. Por eso se insiste tanto en la importancia del período de noviazgo. 


También es importantísimo conocer a la familia de la otra persona porque cada persona está condicionada por su ambiente familiar. No se trata de si tu novio o tu novia es de una familia muy pobre, si es de la misma raza o color. Es más, tampoco importa tanto si es de otra religión. Lo verdaderamente importante es que la familia del novio o la novia no tengan antecedentes de enfermedad mental, psicológica o de dependencia ni que tengan otros tipos de problemas morales. No te cases con una persona que provenga de una familia así, porque eso influye mucho. 


Claro que hay excepciones, pero eso no elimina la validez de la regla universal. Si en la familia todos sufren algún grado de locura, es muy probable que tu novio o novia ya esté medio loquito. Si en la familia son maleantes, es muy probable que él ya esté en la onda. Si en la familia resulta que hay problemas de inmoralidad, donde el papá anda con otras mujeres o la mamá anda con otros hombres, sería muy difícil que tu novio o novia no haya absorbido algo de este tipo de comportamiento y lo considere muy normal porque lo ha vivido. 


No te relaciones con un degenerado que no tenga valores morales. Te puedes encontrar en el caso de una señora cuyo marido tenía valores morales muy débiles y, con el tiempo, se metió en negocios de burdeles o casas de cita. Ella sufrió horrores con su marido y decía que le daba vergüenza comer de su mesa porque sabía que esa comida era, en parte, fruto de lo que ese hombre ganaba en los prostíbulos. Le daba asco meterse en el carro que su esposo le había regalado, ponerse los collares y la ropa. 


El no quiso cambiar, a pesar de que ella insistió repetidamente hasta que no aguantó más y le dijo que no podía convivir más con un inmoral. A ella se le aconsejó que se separara, ya que la Iglesia lo permite cuando no coinciden los valores y principios fundamentales de moralidad, sobre todo cuando la otra persona no desea cambiar. 


Hay que tener mucho cuidado con la familia de tu novio o novia. Tú tienes todo el derecho a investigar para conocerla, porque aunque es verdad que no te casas con la familia de la otra persona, también es cierto que te casas con alguien que trae mucho de esa familia. 



Ser fieles el uno con el otro 

El noviazgo es un período muy bonito, durante el cual se aprende mucho de la otra persona, pero mientras son novios deben ser completamente fieles. Cuando ya se establece el noviazgo formal, tiene que existir un compromiso serio, formal y de respeto. Los novios deben comprometerse en este período a ser fieles uno con el otro y conocerse bien antes de decidir si les conviene casarse. Durante el noviazgo se puede descubrir que no hay verdadero amor ni enamoramiento. En ese período hay un compromiso muy serio, pero todavía se puede romper si no conviene. 


En el período de novios, ambos deben comprender bien el compromiso que adquieren y no estar jugando con otras personas, porque el noviazgo no se puede tomar como un juego. Es cierto que en el noviazgo hay que respetar la libertad de la novia o el novio para que tenga amigos y amigas y permitirle que haga lo que crea conveniente con su vida. Pero no se trata tampoco de que la novia o el novio mantenga relaciones con otras personas o juegue con ellas. Eso es indigno y no puede ser. 


En el noviazgo tiene que existir fidelidad, porque el noviazgo es la escuela para el matrimonio. Yo no creo en los novios que no son fieles el uno al otro. Si no se es fiel de novio, qué pasará después en el matrimonio. Si tu novio es muy mujeriego o tu novia es muy aficionada a los hombres, y no ha cambiado en el noviazgo, en el matrimonio será peor. Esas son cosas que el noviazgo tiene que descubrir y supuestamente curar. 



Ser sinceros 

La sinceridad total es muy importante en el noviazgo. A mí me duele el caso de muchos matrimonios que confrontan problemas porque simplemente no se conocieron bien de novios. Si llevas cinco meses o un año de novios y te das cuenta que no te conviene la persona que es tu novio o novia, que no te llena, que no es para ti, que no son el uno para el otro, debes ser totalmente sincero y decírselo antes que sea demasiado tarde. Si no eres sincero y te casas así, será mil veces peor después porque ya estás unido con lazos indisolubles. No tengas pena ni pienses que no puedes ser sincero porque vas a hacer sufrir a esa persona. El sufrimiento será mucho peor en el matrimonio. Mejor cortar de una vez ahora, para no crear ilusiones inútiles. 


Tampoco te cases porque crees que él o ella es el único ser que existe en el mundo y no encontrarás a otro u otra que se interese por ti. Ten fe en Dios y confianza en ti mismo. Comprenderás que en el mundo hay muchísimas personas buenas y que en el momento que Dios quiera encontrarás a esa persona especial que te amará y respetará, con la que podrás establecer una relación satisfactoria y ser feliz. 



Ser realistas 

Jóvenes, sean muy realistas en su relación de noviazgo. Hay muchachos y muchachas que están tan enamorados e ilusionados que solamente ven las virtudes del otro y además las ven con una especie de lente de aumento, haciendo que esas virtudes aparezcan enormes. ¡No ven un sólo defecto! Están tan enamorados, que se casan creyendo que la otra persona es un semi-dios. Desafortunadamente, después de los primeros meses de matrimonio, vienen los terribles problemas. ¡Ay si hubiera sabido ésto o aquello! Lo sabías, pero no querías ver la realidad. 


En el noviazgo, hay que ser realistas y poner los pies sobre la tierra. Tu novio o novia tiene grandes virtudes, pero también tiene defectos. Y te vas a casar con sus virtudes y defectos porque ambas cosas son parte integral de su personalidad. No seas ingenuo, que eso se paga muy caro en la vida. Hay cosas que después no se pueden solucionar sin destruir la unión que ha sido bendecida por Dios. 



Evitar relaciones con personas enfermas o adictas 

El equilibrio emocional y mental es importantísimo en cualquier relación. En el matrimonio lo es más, pues la convivencia diaria es tan íntima y profunda que casarse con una persona que tenga un desequilibrio emocional o mental es convertir tu vida en un infierno. 


No debes comprometerte ni casarte con una persona que tenga enfermedad mental grave, tal como psicosis o esquizofrenia. Si es una persona muy enferma, que lo atienda un psiquiatra, pero no seas tú psiquiatra de nadie ni hagas de tu casa un manicomio. Si te casas con una persona así, la vas a pasar muy mal porque, desgraciadamente, con el tiempo las enfermedades mentales se agravan. 


Tampoco te debes comprometer ni casar con una persona que tenga una adicción muy pronunciada, como el consumo habitual de drogas, porque ese hábito también empeora. Una cosa es haber probado la droga alguna vez y otra muy distinta es tener problemas graves de drogadicción. ¡Ten mucho cuidado en casarte con una persona así! 


La adicción al alcohol también es terrible. Esta es una enfermedad que se oculta dentro de las fibras más íntimas de nuestra sociedad bajo la careta de socialización y hasta de sofisticación. No te cases con un alcohólico o un drogadicto, a menos que esté dando pruebas clarísimas de rehabilitación y tú veas una disposición firme y sincera a dejar el vicio del licor o la droga. 



Evitar problemas de desviación sexual 

Procura conocer bien a tu novio o a tu novia y no te cases con una persona que tenga problemas de homosexualidad o lesbianismo. Esto parece como una broma, pero es un problema muy serio. Yo he visto casos de matrimonios donde se sufre muchísimo porque después de casada ella descubre que él es homosexual o él que ella es lesbiana. 


El problema de desviación sexual es muy grave. Un matrimonio que se efectúa sin saber de la homosexualidad de la pareja, anula el matrimonio. Pero si te casas sabiéndolo, el matrimonio es válido y tendrás que manejar esa situación. Por eso, conoce bien con quién te vas a casar para evitar grandes sufrimientos. 



Tener ideas y metas comunes 

El joven y su novia deben tener ideas y metas comunes. Puede ser que no coincidan en ideas políticas y hasta que no sean de la misma religión. No importa si uno es rico y el otro pobre o uno es negro y el otro blanco. La Iglesia permite que se casen aunque sean de diferentes partidos políticos o religiones. 


Lo que en verdad importa es qu ambos coincidan en principios fundamentales como son el respeto a la vida, el valor de la justicia, el amor, la fidelidad, el respeto a la dignidad humana y los valores morales. Si ambos respetan la vida, aceptarán todos los hijos que el Señor les mande. Si respetan los valores, formarán a sus hijos con el más alto sentido de la justicia, fraternidad, igualdad, fidelidad, paternidad y dignidad humanas. 


Sobre todo, se respetarán mutuamente en su dignidad y condición de seres humanos. Por eso es importante que desde el noviazgo coincidan en sus ideas y metas. 



Respetar las ideas y opiniones del otro 

Cada persona es diferente y tiene sus propias ideas, opiniones, gustos y convicciones. En el período del noviazgo, cada uno debe respetar al otro en estos y otros aspectos. Se trata de respetar todo aquello que sea bueno, aunque no coincida con tus ideas o gustos. Nadie tiene derecho a cambiar la forma de pensar del otro. 


En una pareja se juntan dos historias personales distintas. Hay que ser respetuoso de la personalidad e idiosincrasia de todas las personas, sobre todo de las personas más importantes en tu vida. Tengan paciencia el uno con el otro y no se exijan demasiado. Perseverar es triunfar. 



Creer y tener fe en Dios 

Donde está Dios las cosas funcionan mejor. Si creen en Dios, ¡búsquenlo! Recen, oren y asistan a misa juntos. Qué lindo ver una pareja de novios en misa y comulgando. Es más, conozco una pareja que pidió confesarse los dos juntos. Eso en verdad no se aconseja porque cada uno tiene derecho a estar a solas con el sacerdote para hablar de sus problemas. Pero ellos son tan sinceros que quieren confesarse juntos. Es bonito, emocionante y causa gran alegría poder levantar la mano, absolver a los dos juntos y después verlos comulgar. ¡Ese matrimonio sí va a resultar! 


Cuando tengan problemas o dificultades en el noviazgo, busquen la orientación y el consejo adecuado. Pueden confiar en un sacerdote, en una religiosa, quizás su mamá o alguien de confianza. Nadie es Dios para saber y resolver todo. Sólo con la ayuda del poder de Dios se pueden aliviar las cargas y resolver los problemas. 



Tener vocación matrimonial 

Antes de considerar el noviazgo, ambos deben definir claramente qué es lo que quieren en la vida. Dios no da vocación matrimonial a todos. 


Hay personas que se casan, pero que en el fondo realmente tenían vocación religiosa o sacerdotal y no la pudieron realizar por su situación. A veces no realizan su vocación por vergüenza, miedo o cobardía de hacer algo que no hace la mayoría de la gente. 


En nuestro país hay muchas personas que no debieron casarse, porque en realidad tenían vocación sacerdotal o religiosa. 


Las personas que se encuentran en esta circunstancia sufren mucho porque desean en realidad ser sacerdotes o religiosas, pero no pueden serlo salvo que queden viudos, ya que los viudos sí pueden ser sacerdotes. Por ejemplo, en Brasil hay un sacerdote Jesuita que se ordenó a los cincuenta y tantos años. A su ordenación fueron tres de sus hijos que también son sacerdotes Jesuitas. 


Hay gente que tiene la mala y absurda costumbre de poner una imagen de San Antonio al revés para conseguir novia o novio. Eso no funciona. No necesitas poner de cabeza a San Antonio. Lo que sí necesitas es ser muy exigente al escoger a la persona que será el padre o la madre de tus hijos, tu futuro marido o tu futura esposa. 


Joven, pide a Dios que te ayude a descubrir si tienes vocación matrimonial o sacerdotal. Si Dios te dio vocación matrimonial, debes pedirle mucho que te conceda la gracia de descubrir al que será el hombre o la mujer de tu vida. Debes ser muy exigente, aprender a estudiar y seleccionar bien a esa persona y no irte con el primero que llegue. Dios te dirá si es esa, aquella o la otra persona. 



CONCLUSIÓN 

Comprender y profundizar en el verdadero significado del amor permite entender mejor todo estado de relación que tengamos con los demás seres humanos. La Palabra de Dios contiene todos los elementos necesarios para producir ánimo, alegría y entusiasmo. Lo que encontramos en las Escrituras es inspiración divina, contiene la sabiduría de Dios y el poder de Su Espíritu. 


Dios creó a cada uno para amar y sin amor no se puede ser feliz. Existe una relación muy íntima entre el amor y la paz mental que es, en definitiva, la felicidad real. Busquen el amor de Dios, que es el único amor perfecto. 


El Señor quiere que ames de verdad para que seas realmente feliz. Sonríe a la vida y ámala profundamente. Ama y serás feliz, porque Con Dios, que es amor . . . ¡TU ERES INVENCIBLE!


Lo que el Joven debe saber sobre el amor y el noviazgo I



Lo que el Joven debe saber sobre el amor y el noviazgo I

Mons. Romulo Emiliani


 El amor es un don de Dios y nace dentro de cada persona como una fuente de agua cristalina, pura y milagrosa, que mientras más corre se vuelve más caudalosa y se extiende sin medida. 

El ser que ama sabe que es importante y necesario porque dentro de sí contiene la vida de Dios. Su misión consiste en compartir esa vida con personas que esperan sedientas ese torrente vital de amor. 

El que ama se convierte en un puente entre lo divino y lo terreno. Aunque la persona algunas veces no sea consciente de ello, el amor que da transforma el mundo, haciendo que las rosas marchitas recobren vida, las praderas secas adquieran verdor y los cauces secos de los corazones tristes se empapen de Dios. 

El amor no se da calculadamente. El que ama no espera recompensa por su amor ni reclama derechos, privilegios ni gratificaciones por el amor que da. 

El amor no se vende, ya que hacerlo es profanar algo que viene del mismo Dios. El amor no es una mercancía que se intercambia por dinero, protección, compañía, sexo o cariño. 

El que ama se da a los demás y respeta la integridad e individualidad de su prójimo. Sabe que el otro también es persona y lo reconoce siempre como tal; no busca hacerlo a su propia medida ni atropella su dignidad. El que ama sabe que la otra persona no es perfecta y aprende a tener paciencia, comprensión y capacidad de perdonar. La persona que ama sabe que el otro es un fin en sí mismo, no un medio para obtener placer, diversión o enriquecimiento. Reconoce, pues, el valor infinito de la persona, no lo instrumentaliza, lo usa ni lo cosifica. 

El que ama promueve lo mejor en los demás y busca siempre la felicidad del otro. Es realista y ve tanto las virtudes como los defectos. Si pudiera mirar a la persona amada por dentro, sería capaz de descubrir sus grandes valores; cuando la mira exteriormente capta sus limitaciones y problemas. Se imagina cómo esa persona especial puede llegar a ser en el futuro, cuando esté más realizada y plena, ayudando con perseverancia y amor a que se cristalice sea realidad. 

El que ama vive en Cristo y en sus manos se ven también las señales de los clavos, porque el que ama sufre, se sacrifica y da hasta la vida por los que ama. El que ama, en definitiva, aguanta y resiste todo por amor, porque Dios es . . . ¡Amor! 

¿QUÉ ES EL AMOR?

El amor es la base de la realización humana plena. Es como el aire que se necesita respirar para poder vivir. El amor cuando es auténtico implica una entrega de todo el ser a Dios, a los demás, a causas nobles e implica una entrega sin esperar recompensa. El amor se convierte en un amor egoísta cuando solamente se hacen las cosas esperando una retribución y no se hace nada si no se tiene la seguridad de obtener algo a cambio. El que no ama "vive medio muerto". 

Ahora te pregunto a ti, joven: ¿Has amado alguna vez sin esperar recompensa o es tu amor egoísta? Si no estás preparado para contestar esta pregunta es que todavía no has descubierto lo que es el amor auténtico. 


El amor es . . . buscar el bien del otro 

La persona que busca el bien del otro procura saber qué es lo que éste necesita y, si está de acuerdo con sus posibilidades, le ayuda a obtenerlo. La persona que ama se preocupa en ayudar al otro a que se sienta bien. En la medida en que busques desinteresadamente el bien del otro, lo harás más feliz. ¡Eso es amor! 

Para procurar el bien de otra persona hay que conocerla. El gran drama a nivel familiar es que, después de tantos años de convivir, no se conoce a la mamá, al papá o al hermano de una forma plena. No se sabe lo que piensan ni lo que quieren; se convive con ellos, pero es como si fueran extraños. ¿Cómo le puedes dar lo que necesitan si no los conoces de verdad? El conocimiento de la otra 

persona es fundamental para que puedas amar de verdad, porque nadie puede amar lo que no conoce. 

El amor es . . . perdonar 

El que no ha aprendido a perdonar, no puede amar; y el que no ama no es feliz. La persona que mantiene en su alma rencores terribles no ha descubierto el amor auténtico y, por consiguiente, no ha aprendido a perdonar. 

Nadie puede perdonar si no comprende por qué el otro ha actuado como lo ha hecho. Por ejemplo, tu papá puede ser muy agresivo, estar siempre nervioso y regañándote. Antes de apresurarte a juzgarlo, primero intenta averiguar por qué tu papá tiene siempre esa actitud. Puede ser que, en su infancia, tu papá tuvo un padre que también fue muy agresivo y lo trató muy mal. Posiblemente, desde muy joven tuvo que trabajar mucho y nunca aprendió a descansar. Además, puede ser que haya sufrido un fracaso en su trabajo o en su negocio. Si haces el esfuerzo por conocer más a fondo a tu padre, podrás comprender mejor por qué él es tan agresivo contigo, lo podrás perdonar y olvidar las ofensas y agresiones que te haya hecho. 

Cuando uno comprende que la persona puede haber sufrido traumas y hasta estar enfermo mental o emocionalmente, entonces se le puede perdonar más fácilmente. Hay muchachos que odian a su papá y sienten un deseo oculto, pero muy profundo, de venganza. Ellos no han aprendido a perdonar. Siempre habrá alguien que querrá hacerte daño o causarte sufrimiento. Por eso, si en verdad quieres ser feliz, debes aprender a perdonar. Perdonar implica olvidar y es indispensable para lograr la paz y la felicidad.

El amor es . . . corregir con amor los defectos del otro 

La persona que ama sabe corregir con amor. No busca la primera oportunidad para restregarle en el rostro los defectos a su hermano, a su mamá, a otro familiar o a un amigo. La persona que ama no exhibe públicamente a su hermanito, a su novia o su mamá recordándole el fallo que cometió ayer o el problema que tuvo la semana pasada. Quien actúa así no ha aprendido a amar. 

La persona que ama sabe corregir en privado para que la persona cambie y sea mejor, no para humillarla, hundirla o crearle un complejo de culpa. Si la corrección se hace para que el otro sufra lo más que pueda, no se ha hecho con buena intención y mucho menos con amor. 

Tristemente, en el hogar se cultivan malos hábitos y actitudes demasiado agresivas. Entre los hermanos, muchas veces la corrección se convierte en una dura crítica pública, fuerte y sin misericordia, y también implica manipular a la mamá o al papá para que apliquen un castigo. Esto no es amor sino más bien maldad y es una actitud muy triste y fea. 

Cuando no existe amor en la casa, la hermana o el hermano mayor actúa sin amor ni piedad, criticando cualquier cosa de su hermanito o vice versa, para que papá se ponga de parte suya y castigue al otro simplemente para saciar su venganza. Desgraciadamente, muchas veces pareciera que uno proyectara en los demás sus propios defectos, ya que se critica al hermano o hermana por un defecto que también tiene uno. 

Dice Jesús en la Palabra que antes de querer quitarle a tu hermano la pelusa que tiene en el ojo, preocúpate por quitarte la viga que atraviesa el tuyo (Mt 7.3-5). Jesús también dice que el que esté sin pecado, que lance la primera piedra (Jn 8.7). La persona que piense que es tan perfecta que nunca hace nada criticable o malo debe hacerse un examen de conciencia porque ciertamente encontrará que el único perfecto es Dios, nuestro Señor. 

El amor es . . . sacrificarse por los demás 

La persona que ama de verdad se sacrifica por los que ama. No se puede creer en el amor de alguien que " dice" que ama a su patria, sus ideales, su esposa, su familia, su novio o su novia y no es capaz de sacrificarse y renunciar a sí mismo por ellos y por Dios. 

La prueba del amor consiste en saber sacrificarse por lo que uno ama. Sin sacrificio no puede haber amor auténtico. 

Hace un tiempo, una joven me confió un problema que tuvo con su novio y que, lamentablemente, ocurre muy comúnmente. El muchacho, en un momento de terrible debilidad, le propuso que si ella lo amaba de verdad, debía darle una prueba de amor teniendo relaciones sexuales. Ella, iluminada por Dios, le dijo que no; que si él verdaderamente la amaba la prueba de amor era que él se sacrificara, se aguantara y renunciara a sus instintos por ella, hasta que se casaran. Esa fue una respuesta increíble y de altura de esta muchacha, producto de un sentimiento de profunda dignidad. Comparto con ustedes también el caso de una señora que crió a siete hijos a base de lavar y planchar, porque su marido la abandonó. Esta señora se enfermó y contrajo una artritis espantosa por el tremendo sacrificio que hizo por sus hijos, algunos de los cuales ya son profesionales. Pero, a pesar de sus desvelos y constantes sacrificios, es una mujer sumamente realizada y feliz que, sin proponérselo realmente practicó lo que es el verdadero amor. El que ama aprende a sacrificarse por aquello que dice amar. El amor es . . . servir al prójimo 

La persona que tiene amor en su corazón lucha por el bien del prójimo. El que ama aprende a servir a todos, sin distinción. Ya no es el hermanito, el papá, la mamá o el novio, sino que puede ser un desconocido que necesita y pide ayuda. 

El buen samaritano (Lc 10.30-35) demostró amor sirviendo a una persona totalmente desconocida. Se bajó de su caballo, limpió las heridas de ese hombre, lo subió a su caballo, lo llevó a la posada más cercana y pagó para que lo atendieran . . . ¡eso es amor! Estarás demostrando amor si ves a una persona tirada en la calle, ya sea porque se cayó o porque es anciana y, aunque no la conozcas, te nace levantarla y llevarla a un lugar donde pueda sentarse y ser atendida. 

Un caso muy bonito ocurrió durante una de las rondas que acostumbraba salir los lunes a dar alimentos a más de 200 personas ancianas e indigentes que duermen, muchos de ellos, en la calle en cartones y a la intemperie. Una de las voluntarias de la ronda notó que una viejita estaba muy mal esa noche e hizo algo sorprendente. Con todas las incomodidades y molestias que puede significar atender a una viejita alcohólica, se la llevó a su casa y ahí la tuvo hasta que se recuperó. Esa acción nació de su corazón que, lleno de amor, tomó esta iniciativa sin que hubiera un precedente similar en nuestro grupo de voluntarios de la ronda. ¡Qué gran demostración de amor! 

Los jóvenes exploradores y las muchachas guías tienen un lema muy bonito: "Siempre listos para servir". Ellos se imponen el requerimiento de hacer cada día por lo menos una buena acción. Esto se inspira en el Evangelio porque el cristiano debe estar siempre listo para servir. 

Amar implica luchar por el bien del prójimo, del desconocido que toca las puertas de tu corazón pidiendo ayuda. Si puedes ayudar, debes hacerlo porque así estarás demostrando amor y agradando a Dios. 

El amor es . . . luchar por tus ideales 

Amar es sembrar un futuro maravilloso para las próximas generaciones. Por eso, muchacho, tú puedes ser un héroe para este tiempo presente y para el futuro si amas y te entregas de verdad por causas nobles y maravillosas. Las futuras generaciones, que tú no conoces y nunca conocerás serán las beneficiadas por lo que tú logres hoy con tu esfuerzo. 

Un ejemplo sencillo pero significativo: los próceres de nuestra patria. La independencia de nuestro país se debió a las acciones de algunas personas que con visión del futuro y buscando el bien común lograron efectuar un cambio en la sociedad. Ellos se sacrificaron en su momento en favor de las generaciones futuras y sus actos trascendieron el tiempo, beneficiando a muchísimas personas. 

Ahora estás educándote y preparándote bien para ser un buen profesional el día de mañana. Si te esfuerzas de verdad, tus actos van a repercutir más allá del tiempo presente y las próximas generaciones serán las beneficiadas. Si eres un buen profesional, buen patriota y, sobre todo, buen cristiano, yo te garantizo que tus actos van a trascender el tiempo para beneficiar a tu patria y repercutir en las próximas generaciones y en mucha gente que jamás llegarás a conocer. 

El amor es . . . dar lo mejor de ti mismo 

Amor no es dar mediocremente de lo que te sobra, aquello que simplemente no te hace falta. Amor es dar lo mejor de tu voluntad, inteligencia, corazón y sentimientos. Amor es darse con calidad, no con mediocridad. 

¿Sabes por qué fracasan muchos matrimonios? Fracasan porque nunca aprenden a darse con calidad. Creen que amar significa simplemente convivir juntos sin esforzarse cada uno a dar lo mejor de sí mismo. Amar es dar lo mejor de uno mismo con calidad y fineza. 

Jesucristo, nuestro Señor, lo entregó todo por ti. Derramó hasta la última gota de sangre por tu salvación. Cristo Jesús estableció los parámetros de lo que constituye un buen cristiano y es el mejor ejemplo de sacrificio, entrega total y amor sin límites.

El amor es . . . apreciar lo bueno de los demás y expresarlo 

La persona que ama de verdad sabe expresar, sin reserva ni pena, las cosas buenas que observa en los demás. Esto es clave para mantener una buena amistad, un noviazgo o un buen matrimonio: decir las cosas positivas y lindas de la otra persona. La persona que ama está siempre buscando y descubriendo las cosas bellas y buenas que tienen los demás y siempre que puede se las dice . . . ¡eso es amor! 

El amor es . . . compartir 

Los seres humanos no fueron creados por Dios para vivir solos en el mundo. Ninguna persona debe creer que es una isla. Cada día se vive más próximo a los demás, en grandes ciudades congestionadas de otros seres humanos. No se puede vivir aislado, sin importar que existen tantos seres en este mundo necesitados de casi todos los elementos básicos para subsistir, como alimento, vivienda, vestido y sobre todo amor. 

La persona que ama no es egoísta, sino consciente de que vive en un mundo donde hay mucha gente y donde todos son necesarios. El que ama comprende que él necesita a los demás y que los demás necesitan de él. 

El amor es . . . superarse 

La persona que ama de verdad está siempre desarrollando, auténtica e integralmente, todas sus cualidades porque sabe que mientras mejor esté puede servir más a los demás. 

Dios te creó y te dotó de muchas cualidades, dones, virtudes y habilidades. Por eso, joven, desarrolla plenamente y al máximo tu potencial y ponte al servicio de los demás. El Señor necesita tus manos, conocimientos, inteligencia y toda tu persona para que el mundo sea un mejor lugar para vivir. Prepárate y supérate a conciencia para que seas un buen instrumento de Dios y puedas ayudarlo a mejorar el mundo y llenarlo de su amor

El amor es . . . reconocer y apreciar lo importante que eres 

Nadie puede amar a otra persona si no se ama a sí mismo. La persona que ama reconoce y aprecia que él es un ser muy importante y valioso, que merece ser amado por sí mismo y por los demás porque es criatura de Dios. Cada uno debe ubicarse en su historia personal para descubrir cuál es la misión que Dios le ha encomendado realizar en este mundo. Bien centrada en la realización de quién es y a qué ha venido, la persona puede realizarse plenamente para que cuando se vaya de este mundo deje una hüella tan profunda que haga que el mundo sea mucho mejor de como lo encontró.

El amor es . . . comunicarse y dialogar 

La persona que ama sabe comunicarse y dialogar. Para comunicarse hay que aprender a escuchar y atender lo que la otra persona está diciendo. Un fallo que observamos en muchas amistades, noviazgos y matrimonios es que no saben comunicarse y no han aprendido a desarrollar el diálogo. 

El que ama sabe tratar bien a los demás y decir las palabras adecuadas en el momento apropiado. El que ama usa el lenguaje adecuado para cada oportunidad; no es vulgar en sus expresiones ni soez en el uso de las palabras. No concibo una persona que dice que ama y es vulgar, faltando el respeto a los demás. Tampoco concibo a una persona que no le importe quién esté delante en una fila y utilice un lenguaje burdo, soez, barato, poco fino y de poca altura. 

Duele escuchar las quejas de muchos padres que dicen que su hijo no sólo es malcriado, sino que utiliza palabrotas muy feas que ofenden terriblemente. También duele escuchar a niños que se quejan de que su mamá y papá también usan un lenguaje muy sucio. Eso no es amor, sino un tremendo irrespeto a la persona humana. 

Hay que aprender a cultivar el lenguaje más adecuado para tratar a todas las personas con amor y respeto, porque todos son hijos de Dios. Toda persona merece que se le trate como si fuera un rey o un príncipe, porque en toda persona está Dios y El es amor. 

El amor es . . . trabajar en equipo y respetar las individualidades 

El que ama no puede vivir pretendiendo ser autosuficiente y creyendo que lo sabe todo. Para poder trabajar en equipo hay que saber respetar a los demás y apreciar las cualidades propias, así como las que tienen las demás personas. El que ama no pretende hacer todo solo creyendo que los demás son unos ignorantes. La autosuficiencia es señal de ignorancia y cae mal en cualquier parte. 

Nadie debe creer jamás que es Dios y que no necesita a los demás. Joven, aprende a trabajar en equipo y comprende que todas las personas también tienen dones y cualidades valiosas, lo mismo que tú. Con la ayuda de los demás podrás lograr muchas cosas más, para la mayor gloria de Dios. 

El amor es . . . aceptar que cada persona es diferente 

El que ama respeta la forma de pensar de los demás y comprende que cada persona es un ser individual, irrepetible y único; que no tiene que moldear a nadie a su medida. Si tienes amigos y amigas, novio o novia, respétalas porque no son iguales a ti. Como seres humanos, creados por Dios, merecen consideración, respeto y amor. Los sentimientos de amistad y amor no implican manipular ni poseer a otras personas como si fueras su dueño, sino respetar su individualidad y libertad. Cada persona tiene su propia forma de pensar y puede ser diferente a la tuya. 

El que ama no absorbe a su amigo ni le impide que tenga otros amigos. Por qué vas tú a presionar a tu amigo o amiga para que piense o actúe como tú en todo. ¡Eso es egoísmo, no amor!

El amor es . . . dominar tus impulsos y agresividad 

Hay muchos hogares que son un infierno porque todo se resuelve a base de discusiones, peleas y gritos. La actitud que prevalece es la agresividad y el dominio del más fuerte. Esto es muy triste e implica que no existe ni se cultiva mucho amor en el hogar. 

Estas actitudes negativas que se viven en el hogar se reflejan posteriormente en las relaciones fuera de la casa. Entonces, dejamos de ser buenos, amables, corteses y considerados con los demás porque en nuestro vivir diario estamos expuestos a vivencias de odios y rencores. Tienes que superar esto y aprender a sembrar amor en cualquier lugar en que te encuentres. 

El amor es . . . vivir en Dios 

Dios es la fuente del amor y de la felicidad. No se puede pretender sentir y cultivar amor de verdad si no se conoce esa fuente maravillosa de amor y entrega que es Jesucristo, nuestro Señor. 

Para aprender a amar de verdad, ama primero al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. Ama también al prójimo como a ti mismo. (Mc 12.30-31) El que ama vive en Dios, porque . . . ¡Dios es amor! 

Dios es amor. El que permanece en el Amor, en Dios permanece, y Dios en él. 1 Jn 16


LECTURA BREVE 1Pe 1, 22-23



 LECTURA BREVE   1Pe 1, 22-23


Por la obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor fraternal no fingido; amaos, pues, con intensidad y muy cordialmente unos a otros, como quienes han sido engendrados no de semilla corruptible, sino incorruptible, por la palabra viva y permanente de Dios.


viernes, 27 de noviembre de 2020

Santo Evangelio 27 de Noviembre de 2020

  


Texto del Evangelio (Lc 21,29-33): 

En aquel tiempo, Jesús puso a sus discípulos esta comparación: «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

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«Cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca»


Diácono D. Evaldo PINA FILHO

(Brasilia, Brasil)


Hoy somos invitados por Jesús a ver las señales que se muestran en nuestro tiempo y época y, a reconocer en ellas la cercanía del Reino de Dios. La invitación es para que fijemos nuestra mirada en la higuera y en otros árboles —«Mirad la higuera y todos los árboles» (Lc 21,29)— y para fijar nuestra atención en aquello que percibimos que sucede en ellos: «Al verlos, sabéis que el verano está ya cerca» (Lc 21,30). Las higueras empezaban a brotar. Los brotes empezaban a surgir. No era apenas la expectativa de las flores o de los frutos que surgirían, era también el pronóstico del verano, en el que todos los árboles "empiezan a brotar".


Según Benedicto XVI, «la Palabra de Dios nos impulsa a cambiar nuestro concepto de realismo». En efecto, «realista es quien reconoce en el Verbo de Dios el fundamento de todo». Esa Palabra viva que nos muestra el verano como señal de proximidad y de exuberancia de la luminosidad es la propia Luz: «Cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca» (Lc 21,31). En ese sentido, «ahora, la Palabra no sólo se puede oír, no sólo tiene una voz, sino que tiene un rostro (...) que podemos ver: Jesús de Nazaret» (Benedicto XVI).


La comunicación de Jesús con el Padre fue perfecta; y todo lo que Él recibió del Padre, Él nos lo dio, comunicándose de la misma forma con nosotros. De esta manera, la cercanía del Reino de Dios, —que manifiesta la libre iniciativa de Dios que viene a nuestro encuentro— debe movernos a reconocer la proximidad del Reino, para que también nosotros nos comuniquemos con el Padre por medio de la Palabra del Señor —Verbum Domini—, reconociendo en todo ello la realización de las promesas del Padre en Cristo Jesús.

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«El Reino de Dios está cerca»


+ Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas

(Barcelona, España)


Hoy Jesús nos invita a mirar cómo brota la higuera, símbolo de la Iglesia que se renueva periódicamente gracias a aquella fuerza interior que Dios le comunica (recordemos la alegoría de la vid y los sarmientos, cf. Jn 15): «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca» (Lc 21,29-30).


El discurso escatológico que leemos en estos días, sigue un estilo profético que distorsiona deliberadamente la cronología, de manera que pone en el mismo plano acontecimientos que han de suceder en momentos diversos. El hecho de que en el fragmento escogido para la liturgia de hoy tengamos un ámbito muy reducido, nos da pie a pensar que tendríamos que entender lo que se nos dice como algo dirigido a nosotros, aquí y ahora: «No pasará esta generación hasta que todo esto suceda» (Lc 21,32). En efecto, Orígenes comenta: «Todo esto puede suceder en cada uno de nosotros; en nosotros puede quedar destruida la muerte, definitiva enemiga nuestra».


Yo quisiera hablar hoy como los profetas: estamos a punto de contemplar un gran brote en la Iglesia. Ved los signos de los tiempos (cf. Mt 16,3). Pronto ocurrirán cosas muy importantes. No tengáis miedo. Permaneced en vuestro sitio. Sembrad con entusiasmo. Después podréis recoger hermosas gavillas (cf. Sal 126,6). Es verdad que el hombre enemigo continuará sembrando cizaña. El mal no quedará separado hasta el fin de los tiempos (cf. Mt 13,30). Pero el Reino de Dios ya está aquí entre nosotros. Y se abre paso, aunque con mucho esfuerzo (cf. Mt 11,12).


El Papa San Juan Pablo II nos lo decía al inicio del tercer milenio: «Duc in altum» (cf. Lc 5,4). A veces tenemos la sensación de no hacer nada provechoso, o incluso de retroceder. Pero estas impresiones pesimistas proceden de cálculos demasiado humanos, o de la mala imagen que malévolamente difunden de nosotros algunos medios de comunicación. La realidad escondida, que no hace ruido, es el trabajo constante realizado por todos con la fuerza que nos da el Espíritu Santo.

Libérese del stress

 


Libérese del stress


Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.


El stress es una reacción del organismo a un estímulo, generalmente externo, que conduce a estar demasiado tenso tratando de superar los problemas. La tensión invade el ser, el sistema nervioso se agota, la mente no razona, se siente nervios, descontrol y debilidad física. Esta situación rodea constantemente a la persona y daña su reserva de energía y entusiasmo. La persona se encuentra sometida a un «estiramiento del ser», como quien estira una goma hasta que se rompe. El stress agota lentamente y conduce a un estado de zozobra y fatiga que eventualmente produce frustración, duda de sí mismo, ansiedad y depresión. 

Toda persona que lucha y trabaja para superarse experimenta stress. La que vive sin algún tipo de tensión, sin motivaciones, ni espíritu de lucha, ni deseos de superación se aburre y cae en inercia. Este stress, que es transitorio y no hace daño realmente, es necesario e incluso bueno. Pero el stress dañino invade el ser sin piedad y al final trae graves consecuencias como depresión y muchas otras enfermedades. 

El stress muchas veces es inconsciente y no discrimina ni al rico, ni al científico, ni al obrero, ni al cantante de rock, ni al religioso y definitivamente puede llevar a la depresión. Por ejemplo, una persona se enfrenta a problemas y circunstancias difíciles en su empleo, luego de una jornada ardua de trabajo, espera la llegada del autobús bajo la lluvia o sol intenso, llega finalmente a su hogar a enfrentarse con el trabajo casero, con los problemas de la convivencia conyugal y familiar, problemas y preocupaciones económicos y otros conflictos. 

Los niños también están sometidos a presiones en las relaciones personales, y están sujetos a la tensión de la disciplina escolar, con su carga de exámenes y trabajo adicional en casa. Los niños en las capas sociales más marginadas padecen muchas veces de tensión debido a su pobreza, enfermedades y duros trabajos físicos que consumen su energía. Si los niños experimentan stress y apenas comienzan a vivir, cuánto más un adulto. 

Aunque es definitivamente nuestro enemigo, no todo stress es malo. Se vuelve peligroso cuando toma posesión de todo el ser y lo mantiene en tensión permanente. A un nivel normal, el stress no perjudica y proporciona capacidad de desafío, acelera el pulso, da brillo a la mirada y mantiene a la persona física y mentalmente bien. El stress puede ser un medio fabuloso para mantenerse despierto y ágil, como aquellas personas que tienen trabajos que son emocionantes y apasionantes o practican algún deporte que los mantiene en una situación de continua vigilancia. 

Hay que cuidarse mucho del stress, tener tiempos de descanso, medir las fuerzas, hacer lo que se puede sin exagerar y estar siempre atentos para responder debidamente a situaciones excesivas de presión. Hay causas de stress que no se pueden eliminar y es necesario acondicionar la mente y aprender a reaccionar positivamente. Por ejemplo, usted sabe que es imposible que los niños no lloren, que no molesten o que no se enfermen. No se puede evitar que algunas veces los supermercados estén abarrotados de gente, que haya congestión de tráfico, que se acumule el trabajo en la oficina, que existan vecinos ruidosos y colegas difíciles. Ante estas situaciones, recuerde que usted tiene poder sobre sí mismo y sobre el modo de vivir su vida. Si cree y tiene una profunda fe en Dios, El lo ayudará a buscar un remedio efectivo para que esto no le produzca un stress nocivo. 

Guarde la calma cuando tiene que confrontar a su cónyuge o a un familiar que interfiere mucho en su vida o a un compañero de trabajo que le hace la vida imposible. Utilice otra forma de transporte y no maneje su automóvil en horas cuando el tránsito está insoportable. Si no se siente bien en su trabajo, trate de encontrarle el gusto o consiga otro empleo. Recuerde además que usted no puede controlar su mundo externo, salvo en ciertas circunstancias limitadas. Por ejemplo, en nuestro país el clima es caluroso y por más que se queje del calor, allí estará. ¡Qué ganará con lamentarse continuamente! Definitivamente, enfrentarse al problema le ayudará a eliminar la tensión y encontrar una solución. ¡No se duerma! 

Para aliviar la depresión causada por el stress continuo, los psicólogos recomiendan reposo y el reposo más profundo es con Jesús, quien dijo «Vengan a mi los que se sienten cargados y agobiados, porque yo los aliviaré.» (Mt 11,28) El es el único que puede calmar y aliviar su crisis y situación depresiva, sus emociones dañadas, su cansancio y caminar gastado. 

Cuando esté en un momento difícil, quédese diez o quince minutos ante el Sagrario, o en su habitación leyendo la Palabra de Dios, en oración profunda con fe, y Dios le calmará. Cristo es el único que le puede aliviar de su cansancio y agotamiento. Así lo ha prometido y El es el único que jamás le fallará. No olvide que el Señor está dentro de su corazón, nunca le abandona y solo CON DIOS, USTED SERÁ . . . ¡INVENCIBLE!