jueves, 1 de noviembre de 2018

LA FIESTA DE LA MISERICORDIA DEL SEÑOR

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LA FIESTA DE LA MISERICORDIA DEL SEÑOR

Por José María Maruri, SJ

1.- Hoy es la Fiesta de la misericordia del Señor, porque nadie se salva por ser bueno, sino porque Dios es bueno y es bueno con grandes y pequeños. Ante esa multitud que nadie puede contar, se le viene a uno a la boca esa pregunta que acabamos de oír en el Apocalipsis: “y esos quienes y de dónde han venido”.

** ¿Son los heroicos misioneros, digo, un puñado de ellos que han recorrido medio mundo para bautizar a los pueblos como San Francisco Javier, cruz en lo alto en actitud de conquista?

** ¿Son los doctores que se han quemado las cejas sobre los libros y legajos para teologizarnos la fe como Santo Tomás de Aquino o San Alberto Magno?

** ¿Son los mártires (y estos me convencen más porque supone mucho dar la vida por Dios) que han regado con su sangre la tierra desde Santiago Apóstol hasta esos hermanos asesinados en Siria o Irak?

** ¿Son los confesores (que no son esos que buscáis muchas veces en los confesionarios y no estamos) sino esos que sus biógrafos pintan como niños que no mamaban los viernes o dejaban de berrear cuando su madre les hablaba de Dios? cualidad que yo quisiera tener en los bautizos comunitarios.

¿Quién es esa multitud? La de los pequeños, de los que más misericordia necesitamos.

2.- El Señor Padre Bueno que no deja de tener sentido del humor, porque si no su larguísima vida hubiera sido muy aburrida, parece decirnos que Él quiere mucho a esos santazos que se han subido a los altares al olor de las velas o los que hemos subido nosotros a empujones.

--Pero que hoy quiere que en su casa haya fiesta, música, y se mate al becerro cebado, por todos esos hijos pródigos, ovejas o balas perdidas, que Él mismo salió a buscar y encontró entre zarzas y espinas.

--El Señor quiere fiesta por ese bandido de barba hirsuta que a última hora sólo le pidió un recuerdo: “Acuérdate de mi cuando estés…” ¿Y será mucho decir que el Señor también quiere fiesta por el otro barbudo de boca maldiciente que moría junto a Él? ¿Iba a perderse su sangre divina apenas derramada?

--Fiesta por esas pobres mujeres lanzadas a la calle no a vender otra mercancía que sus propios cuerpos, porque el inicio de sus vidas el ejemplo, la necesidad o el engaño las empujaron y ahora necesitan vender y venderse para alimentar a sus hijos, esas que a las que el Hijo de Dios proclamó cercanas al Reino de los Cielos

--Fiesta por esos pobres molestos, porque los pobres siempre nos molestan, tal vez porque nos desestabilizan, esos pobres voluntarios que no quieren trabajar, que viven una picaresca, que al lado del Lazarillo de Tormes es un cuento de niños, esos pobres que nos timan y engañan mil veces, pero que son hermanos míos y viven mucho peor que yo, y a Dios, tal vez, le encanta una picaresca que no encuentra en el cielo.

Y a ese Señor bondadoso y siempre perdonador le preguntaría yo hoy, en la fiesta de su misericordia, si no habrá fiesta por algún que otro Judas, el malo, el Iscariote, porque nos consolaría tanto a unos pocos aquí presentes.

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