lunes, 30 de abril de 2018

Santo Evangelio 30 de abril 2018


Día litúrgico: Lunes V de Pascua


Texto del Evangelio (Jn 14,21-26): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él». Le dice Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?». Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho».


«El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho»

Rev. D. Norbert ESTARRIOL i Seseras 
(Lleida, España)

Hoy, Jesús nos muestra su inmenso deseo de que participemos de su plenitud. Incorporados a Él, estamos en la fuente de vida divina que es la Santísima Trinidad. «Dios está contigo. En tu alma en gracia habita la Trinidad Beatísima. —Por eso, tú, a pesar de tus miserias, puedes y debes estar en continua conversación con el Señor» (San Josemaría).

Jesús asegura que estará presente en nosotros por la inhabitación divina en el alma en gracia. Así, los cristianos ya no somos huérfanos. Ya que nos ama tanto, a pesar de que no nos necesita, no quiere prescindir de nosotros. 

«El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él» (Jn 14,21). Este pensamiento nos ayuda a tener presencia de Dios. Entonces, no tienen lugar otros deseos o pensamientos que, por lo menos, a veces, nos hacen perder el tiempo y nos impiden cumplir la voluntad divina. He aquí una recomendación de san Gregorio Magno: «Que no nos seduzca el halago de la prosperidad, porque es un caminante necio aquel que ve, durante su camino, prados deliciosos y se olvida de allá donde quería ir».

La presencia de Dios en el corazón nos ayudará a descubrir y realizar en este mundo los planes que la Providencia nos haya asignado. El Espíritu del Señor suscitará en nuestro corazón iniciativas para situarlas en la cúspide de todas las actividades humanas y hacer presente, así, a Cristo en lo alto de la tierra. Si tenemos esta intimidad con Jesús llegaremos a ser buenos hijos de Dios y nos sentiremos amigos suyos en todo lugar y momento: en la calle, en medio del trabajo cotidiano, en la vida familiar.

Toda la luz y el fuego de la vida divina se volcarán sobre cada uno de los fieles que estén dispuestos a recibir el don de la inhabitación. La Madre de Dios intercederá —como madre nuestra que es— para que penetremos en este trato con la Santísima Trinidad.

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Bienaventurada



Bienaventurada

Emma-Margarita R.A. -Valdés


Bendita eres, María,
la criatura electa,
remanso de agua clara, milagrosa,
inmaculada vía,
la niña predilecta,
la joven inocente y amorosa.
Nítida lozanía
de la mujer dilecta,
sumisa esclava, reina dadivosa,
Madre de la Alegría,
Casa de Oro, perfecta,
el Arca de la Alianza, prodigiosa.

Te rindes al Amado
como Eva salvadora
reservando sin mancha tu virtud.
Su Verbo has encarnado,
piadosa servidora,
con su sombra triunfal nació la Luz.
En tu jardín cercado
surge la Nueva Aurora,
luminaria de Vida en plenitud.
Al mundo has liberado
por ser corredentora
unida a su martirio y a su Cruz.

Te elogian en el cielo.
La bienaventurada
te llaman todas las generaciones.
Escancias el consuelo,
Señora consagrada,
mediadora de gracias y de dones.
Eres guía y modelo,
amada y venerada,
refugio de dolientes corazones.
El mimoso desvelo
de tu vida abnegada
es bálsamo en efluvio de oraciones.

LECTURA BREVE 2Tm 2, 8. 11


LECTURA BREVE   2Tm 2, 8. 11

Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre los muertos, como enseño en mi mensaje de salud. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él.


domingo, 29 de abril de 2018

Santo Evangelio 29 de abril 2018


Día litúrgico: Domingo V (B) de Pascua


Texto del Evangelio (Jn 15,1-8): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 

»Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».


«La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto»

Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach 
(Vilamarí, Girona, España)

Hoy, el Evangelio presenta la alegoría de la vid y los sarmientos. Cristo es la verdadera vid, nosotros somos los sarmientos y el Padre es el viñador.

El Padre quiere que demos mucho fruto. Es lógico. Un viñador planta la viña y la cultiva para que produzca fruto abundante. Si nosotros montamos una empresa, querremos que rinda. Jesús insiste: «Yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto» (Jn 15,16).

Eres un elegido. Dios se ha fijado en ti. Por el bautismo te ha injertado en la viña que es Cristo. Tienes la vida de Cristo, la vida cristiana. Posees el elemento principal para dar fruto: la unión con Cristo, porque «el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid» (Jn 15,4). Jesús lo dice taxativamente: «Separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). «Su fuerza no es sino suavidad; nada hay tan blando como esto, y nada como esto tan firme» (San Francisco de Sales). ¿Cuántas cosas has querido hacer sin Cristo? El fruto que el Padre espera de nosotros es el de las buenas obras, el de la práctica de las virtudes. ¿Cuál es la unión con Cristo que nos hace capaces de dar este fruto? La fe y la caridad, es decir, permanecer en gracia de Dios.

Cuando vives en gracia, todos los actos de virtud son frutos agradables al Padre. Son obras que Jesucristo hace a través tuyo. Son obras de Cristo que dan gloria al Padre y se convierten en cielo para ti. ¡Vale la pena vivir siempre en gracia de Dios! «Si alguno no permanece en mí [por el pecado], es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego (...) los echan al fuego y arden» (Jn 15,6). Es una clara alusión al infierno. ¿Eres como un sarmiento lleno de vida?

Que la Virgen María nos ayude a aumentar la gracia para que produzcamos frutos en abundancia que den gloria al Padre.

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LECTURA BREVE Rm 6, 4


LECTURA BREVE   Rm 6, 4

Por nuestro bautismo fuimos sepultados con Cristo, para participar de su muerte; para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva.

Todos los cristianos somos sarmientos de la misma Vid

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TODOS LOS CRISTIANOS SOMOS SARMIENTOS DE LA MISMA VID

Por Gabriel González del Estal

1.- Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Todos los que creemos en Cristo y queremos ser sus discípulos somos sarmientos del mismo Cristo. La pregunta es: si todos somos sarmientos de la misma Vid, ¿por qué entre nosotros hay tantas divisiones? Si todos somos miembros del mismo cuerpo, ¿por qué unos miembros del cuerpo luchan contra otros, en perjuicio del mismo cuerpo? Este relato evangélico del evangelista Juan debe obligarnos a todos los cristianos hacia un ecumenismo cristiano real y efectivo. Ecumenismo religioso no quiere decir que todos los cristianos hagamos nuestros cultos religiosos de la misma manera, en todas las partes del mundo. El culto religioso debe estar siempre adaptado a las costumbres y características de cada lugar en sus formas y en sus ritos. Pero nuestra relación con Cristo en nuestras creencias esenciales y en nuestras relaciones religiosas humanas y personales deben ser siempre unánimes, fraternas y cordiales. Lo ideal es que un católico pueda sentirse a gusto en cualquier celebración cristiana en cualquier sito del mundo donde se esté celebrando la expresión cristiana de su fe. Los frutos que se nos piden a todos son los mismos: el amor mutuo y la expresión concreta de ese amor en nuestras obras y relaciones humanas. Sin Cristo no podemos hacer nada que sea auténticamente cristiano; con Cristo lo podemos hacer todo.

2.- A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Todos necesitamos ser podados por Dios, nuestro Padre, que es el mejor labrador, porque es el que mejor nos conoce y el que más nos quiere. Pero debemos colaborar cada uno de nosotros en la poda, porque Dios actúa siempre a través de medios humanos. Una enfermedad, cualquier disgusto o contratiempo, problemas familiares, las relaciones sociales, políticas y económicas en las que nos vemos diariamente envueltos, una gran alegría personal o familiar, todo puede y debe contribuir a purificar y perfeccionar nuestro espíritu cristiano y nuestra relación viva con la Vid que es Cristo y con Dios nuestro Padre, el Labrador. El principal fruto, naturalmente, son las obras que manan de nuestro amor cristiano al prójimo con el que convivimos y a cualquier prójimo que pueda necesitar nuestra ayuda. Nadie nace tan perfecto que no necesite poda alguna a lo largo de su vida. Todos somos imperfectos mientras vivimos en este mundo, por eso necesitamos estar continuamente podándonos y dejando que Dios nos pode.

3.- Bernabé presentó a Pablo a los apóstoles… y Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente el nombre del Señor. Este relato del libro de los Hechos de los Apóstoles no nos dice nada nuevo sobre el Saulo que ya conocíamos: el apóstol de los gentiles. Es interesante resaltar el papel de Bernabé, cuando presenta a Saulo a los apóstoles. Entre los discípulos de Jesús había algunos que no se fiaban nada del Saulo que ellos habían conocido en Jerusalén y en Damasco, antes de que este se convirtiera. Por eso ahora el papel de Bernabé ante los apóstoles fue determinante. También es bueno que nosotros sepamos defender a los que sabemos que ahora son buenos cristianos, aunque antes les hubiéramos conocido como enemigos de nuestra fe. Los que somos cristianos desde que nacimos debemos dar gracias a Dios por todas aquellas personas convertidas al cristianismo. Pablo fue siempre sincero y consecuente con su fe, primero con la fe judía y después de su conversión con la fe cristiana. La fe que profesamos debe ser siempre un verdadero y auténtico motor de nuestro comportamiento. Una fe que no influye eficazmente en nuestro comportamiento no es verdadera fe.

4.- Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. Es bueno comprobar cómo san Juan Evangelista nos insiste en la necesidad de las obras para seguir el mandamiento del Señor: “amaos unos a otros como yo os he amado”. Porque muchas veces, a lo largo de los tiempos, se ha insistido en las frases del evangelista san Juan diciéndonos que “el que cree en el Hijo del Hombre ya está salvado y el que no cree ya está condenado”. También debemos saber que una fe sin obras es una fe muerta, como nos dice el apóstol Santiago. Claro que es Dios el que nos salva, no nuestras obras, porque la salvación excede nuestras solas fuerzas. Pero debemos tener siempre en cuenta que “creer” en Cristo supone querer cumplir sus mandamientos. La verdadera fe exige siempre fidelidad, compromiso, con lo que creemos. El que diga que ama a Cristo y no haga lo posible por cumplir sus mandamientos es un mentiroso. También esto lo dijo san Juan.

sábado, 28 de abril de 2018

Santo Evangelio 28 de abril 2018


Día litúrgico: Sábado IV de Pascua


Texto del Evangelio (Jn 14,7-14): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. 

»Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré».


«Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí»

P. Jacques PHILIPPE 
(Cordes sur Ciel, Francia)

Hoy, estamos invitados a reconocer en Jesús al Padre que se nos revela. Felipe expresa una intuición muy justa: «Muéstranos al Padre y nos basta» (Jn 14,8). Ver al Padre es descubrir a Dios como origen, como vida que brota, como generosidad, como don que constantemente renueva cada cosa. ¿Qué más necesitamos? Procedemos de Dios, y cada hombre, aunque no sea consciente, lleva el profundo deseo de volver a Dios, de reencontrar la casa paterna y permanecer allí para siempre. Allí se encuentran todos los bienes que podamos desear: la vida, la luz, el amor, la paz… San Ignacio de Antioquía, que fue mártir al principio del siglo segundo, decía: «Hay en mí un agua viva que murmura y dice dentro de mí: ‘¡Ven al Padre!’».

Jesús nos hace entrever la tan profunda intimidad recíproca que existe entre Él y el Padre. «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11). Lo que Jesús dice y hace encuentra su fuente en el Padre, y el Padre se expresa plenamente en Jesús. Todo lo que el Padre desea decirnos se encuentra en las palabras y los actos del Hijo. Todo lo que Él quiere cumplir a favor nuestro lo cumple por su Hijo. Creer en el Hijo nos permite tener «acceso al Padre» (Ef 2,18). 

La fe humilde y fiel en Jesús, la elección de seguirle y obedecerle día tras día, nos pone en contacto misterioso pero real con el mismo misterio de Dios, y nos hace beneficiarios de todas las riquezas de su benevolencia y misericordia. Esta fe permite al Padre llevar adelante, a través de nosotros, la obra de la gracia que empezó en su Hijo: «El que crea en mí, hará él también las obras que yo hago» (Jn 14,12).

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Besen tus ojos



Besen tus ojos 


P. Antonio Márquez Fernández, S.D.B.


Besen tus ojos al recién Nacido
como la rosa besa al sol hermoso
y tu acento sonoro y luminoso,
Virgen, endulce el divinal vagido.

Tu aliento leve y virginal latido
en el pecho nupcial, tierno, amoroso
se enrede de tu Niño, tal añoso
tronco se abraza al muro enfebrecido.

Fluyan tus senos néctares de vida,
tu amor florezca noche perfumada,
surta tu mano rayos de hermosura.

Que halle tu Fruto cándida acogida,
arrópelo una sombra iluminada,
venga a su encuentro chorro de luz pura.


LECTURA BREVE 2Co 5, 14-15


LECTURA BREVE   2Co 5, 14-15

El amor de Cristo nos apremia, al pensar que, si uno murió por todos, consiguientemente todos murieron en él; y murió por todos, para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

viernes, 27 de abril de 2018

Santo Evangelio 27 de abril 2018


Día litúrgico: Viernes IV de Pascua

Santoral 27 de Abril: La Virgen de Montserrat, patrona principal de Cataluña

Texto del Evangelio (Jn 14,1-6): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino». Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí».


«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí»

Rev. D. Josep Mª MANRESA Lamarca 
(Valldoreix, Barcelona, España)

Hoy, en este Viernes IV de Pascua, Jesús nos invita a la calma. La serenidad y la alegría fluyen como un río de paz de su Corazón resucitado hasta el nuestro, agitado e inquieto, zarandeado tantas veces por un activismo tan enfebrecido como estéril.

Son los nuestros los tiempos de la agitación, el nerviosismo y el estrés. Tiempos en que el Padre de la mentira ha inficionado las inteligencias de los hombres haciéndoles llamar al bien mal y al mal bien, dando luz por oscuridad y oscuridad por luz, sembrando en sus almas la duda y el escepticismo que agostan en ellas todo brote de esperanza en un horizonte de plenitud que el mundo con sus halagos no sabe ni puede dar.

Los frutos de tan diabólica empresa o actividad son evidentes: enseñoreado el “sinsentido” y la pérdida de la trascendencia de tantos hombres y mujeres, no sólo han olvidado, sino que han extraviado el camino, porque antes olvidaron el Camino. Guerras, violencias de todo género, cerrazón y egoísmo ante la vida (anticoncepción, aborto, eutanasia...), familias rotas, juventud “desnortada”, y un largo etcétera, constituyen la gran mentira sobre la que se asienta buena parte del triste andamiaje de la sociedad del tan cacareado “progreso”.

En medio de todo, Jesús, el Príncipe de la Paz, repite a los hombres de buena voluntad con su infinita mansedumbre: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí» (Jn 14,1). A la derecha del Padre, Él acaricia como un sueño ilusionado de su misericordia el momento de tenernos junto a Él, «para que donde esté yo estéis también vosotros» (Jn 14,3). No podemos excusarnos como Tomás. Nosotros sí sabemos el camino. Nosotros, por pura gracia, sí conocemos el sendero que conduce al Padre, en cuya casa hay muchas estancias. En el cielo nos espera un lugar, que quedará para siempre vacío si nosotros no lo ocupamos. Acerquémonos, pues, sin temor, con ilimitada confianza a Aquél que es el único Camino, la irrenunciable Verdad y la Vida en plenitud.

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Bendita Tú que creíste


Bendita Tú que creíste


Blanca María Alonso Rodríguez


¡José no sé lo que siento
por dentro y fuera de mí,
al palpar cercano el día
en que Jesús va a venir!

No sé si estas puras manos
podrán acercarlo a mí;
ni sé si ,cuando lo mire,
algo le podré decir.

No sabré cómo acunarlo
cuando se quiera dormir,
ni siquiera amamantarlo
cuando tenga hambre de mí.

Las horas se me hacen días
y lo días un sin fin
de confusos pensamientos
que no puedo concebir.

¡José no sé lo que siento
por dentro y fuera de mí!
¿Cómo será Dios y Hombre
cual anunció el Serafín?

Como Dios he de adorarle
y esclava me he de sentir.
Si es mi Dios, he de postrarme
y que Él mande sobre mí.

Como madre he de cuidarle
desde que nazca al morir.
He de acunarlo en mis brazos
como madre me hizo a mí.

Le regalaré los besos
que desde niña escondí.
Mas ¿ quién soy para enseñarle
a decir que no o que sí?

¡José, no sé lo que siento
por dentro y fuera de mí!
¿Cómo siendo un ser divino
humano se ha de sentir?

¡Si es mi Señor de los cielos
el que va a nacer de mí!
¡Si es el que cubrió los campos
de primaveras sin fin!


¡El que formó verdes mares,
el que al cielo hizo lucir
con el sol y las estrellas
y esa luna de marfil.

¡El creador de los hombres
destinados a un festín,
creador de cuerpo y alma,
creador de mi vivir!

¡José, no sé lo que siento
por dentro y fuera de mí!
¡Mi vientre se regocija
porque lo siento existir!

Oremos juntos al cielo,
a Dios le quiero pedir
que me calme esta zozobra
para no inquietarme así .

Porque entenderlo sería,
lo cual no se ha de cumplir,
que humana sabiduría
con Él quiera competir.

Seré madre y seré esclava
para poderle servir
y creo, como aquel día,
lo que anunció el Serafín:

“Alégrate tú, María,
porque va a nacer de ti
un Niño que es Rey del cielo
y que en tierra va a morir:” 

LECTURA BREVE 1Co 5, 7-8


LECTURA BREVE   1Co 5, 7-8

Tirad fuera la levadura vieja para que seáis una masa nueva, ya que ahora sois panes ázimos, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Así, pues, celebremos nuestra fiesta no con la vieja levadura ni con levadura de malicia y perversidad, sino con los panes ázimos de pureza y verdad.

jueves, 26 de abril de 2018

Santo Evangelio 26 de abril 2018


Día litúrgico: Jueves IV de Pascua

Santoral 26 de Abril: San Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia

Texto del Evangelio (Jn 13,16-20): Después de lavar los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: el que come mi pan ha alzado contra mí su talón. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado».


«Después de lavar los pies a sus discípulos...»

Rev. D. David COMPTE i Verdaguer 
(Manlleu, Barcelona, España)

Hoy, como en aquellos films que comienzan recordando un hecho pasado, la liturgia hace memoria de un gesto que pertenece al Jueves Santo: Jesús lava los pies a sus discípulos (cf. Jn 13,12). Así, este gesto —leído desde la perspectiva de la Pascua— recobra una vigencia perenne. Fijémonos, tan sólo, en tres ideas.

En primer lugar, la centralidad de la persona. En nuestra sociedad parece que hacer es el termómetro del valor de una persona. Dentro de esta dinámica es fácil que las personas sean tratadas como instrumentos; fácilmente nos utilizamos los unos a los otros. Hoy, el Evangelio nos urge a transformar esta dinámica en una dinámica de servicio: el otro nunca es un puro instrumento. Se trataría de vivir una espiritualidad de comunión, donde el otro —en expresión de San Juan Pablo II— llega a ser “alguien que me pertenece” y un “don para mí”, a quien hay que “dar espacio”. Nuestra lengua lo ha captado felizmente con la expresión: “estar por los demás”. ¿Estamos por los demás? ¿Les escuchamos cuando nos hablan?

En la sociedad de la imagen y de la comunicación, esto no es un mensaje a transmitir, sino una tarea a cumplir, a vivir cada día: «Dichosos seréis si lo cumplís» (Jn 13,17). Quizá por eso, el Maestro no se limita a una explicación: imprime el gesto de servicio en la memoria de aquellos discípulos, pasando inmediatamente a la memoria de la Iglesia; una memoria llamada constantemente a ser otra vez gesto: en la vida de tantas familias, de tantas personas.

Finalmente, un toque de alerta: «El que come mi pan ha alzado contra mí su talón» (Jn 13,18). En la Eucaristía, Jesús resucitado se hace servidor nuestro, nos lava los pies. Pero no es suficiente con la presencia física. Hay que aprender en la Eucaristía y sacar fuerzas para hacer realidad que «habiendo recibido el don del amor, muramos al pecado y vivamos para Dios» (San Fulgencio de Ruspe).

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Bendita Tú



Bendita Tú

Fray Ángel Martín Fernández

  
¡Quiero rezar como rezaba el ángel.
Quiero rezar, con Isabel, aquellas
palabras venturosas
con que, por vez primera,
un saludo bendijo tan fielmente
a la Madre de Dios. Arrodillados,
como árbol que ha quebrado su cintura,
una rara quietud, una serena
levedad me releva
del empinado orgullo de ser hombre,
para sentirme niño, para hacerme
niño por un momento.

Dios te salve, María,
Madre de Dios, bendita
entre todas las madres. Dios se asoma
a mirar por tus ojos
la alegría del mundo, la alegría
filial de tus devotos.

Dios te salve, María.
Llena eres de gracia:
el Señor es contigo.
Bendita tú, bendita eternamente.

LECTURA BREVE Cf. Col 1, 12-14


LECTURA BREVE   Cf. Col 1, 12-14

Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

miércoles, 25 de abril de 2018

Santo Evangelio 25 de abril 2018


Día litúrgico: 25 de Abril: San Marcos, evangelista

Texto del Evangelio (Mc 16,15-20): En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien». 

Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.


«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación»

Mons. Agustí CORTÉS i Soriano Obispo de Sant Feliu de Llobregat 
(Barcelona, España)

Hoy habría mucho que hablar sobre la cuestión de por qué no resuena con fuerza y convicción la palabra del Evangelio, por qué guardamos los cristianos un silencio sospechoso acerca de lo que creemos, a pesar de la llamada a la “nueva evangelización”. Cada uno hará su propio análisis y apuntará su particular interpretación.

Pero en la fiesta de san Marcos, escuchando el Evangelio y mirando al evangelizador, no podemos sino proclamar con seguridad y agradecimiento dónde está la fuente y en qué consiste la fuerza de nuestra palabra.

El evangelizador no habla porque así se lo recomienda un estudio sociológico del momento, ni porque se lo dicte la “prudencia” política, ni porque “le nace decir lo que piensa”. Sin más, se le ha impuesto una presencia y un mandato, desde fuera, sin coacción, pero con la autoridad de quien es digno de todo crédito: «Ve al mundo entero y proclama el Evangelio a toda la creación» (cf. Mc 16,15). Es decir, que evangelizamos por obediencia, bien que gozosa y confiadamente. 

Nuestra palabra, por otra parte, no se presenta como una más en el mercado de las ideas o de las opiniones, sino que tiene todo el peso de los mensajes fuertes y definitivos. De su aceptación o rechazo dependen la vida o la muerte; y su verdad, su capacidad de convicción, viene por la vía testimonial, es decir, aparece acreditada por signos de poder en favor de los necesitados. Por eso es, propiamente, una “proclamación”, una declaración pública, feliz, entusiasmada, de un hecho decisivo y salvador.

¿Por qué, pues, nuestro silencio? ¿Miedo, timidez? Decía san Justino que «aquellos ignorantes e incapaces de elocuencia, persuadieron por la virtud a todo el género humano». El signo o milagro de la virtud es nuestra elocuencia. Dejemos al menos que el Señor en medio de nosotros y con nosotros realice su obra: estaba «colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban» (Mc 16,20).

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Bendita seas

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra: Canción: Maria ven a caminar con el pueblo.

Bendita seas

Fray Ángel Martín Fernández
  

Dios te salve, María,
Madre de Dios, bendita seas.
Hoy me llego hasta ti con la alegría 
de ver tus manos llenas
de Dios - lleno Él también de ti-,
como quien tiene puesta,
del corazón de Dios,
una llave en la puerta.

Bien quisiera saber cómo miraste
a Dios por vez primera,
cuando llegó a tus brazos
constelado de estrellas, 
una noche tan fría, 
una noche tan negra,
que hasta la luz tembló ante ti,
hasta la luz, como una vela.

¿Es cierto que su carne
olía a pan? ¿Es cierto, Virgen buena,
que una parra se erguía
entoldando la puerta?
El trigo que tú amases,
el vino que tú bebas,
qué comida de dioses,
Virgen, bendita seas.

LECTURA BREVE 2Tm 1, 8b-9


LECTURA BREVE   2Tm 1, 8b-9

Comparte valientemente conmigo los sufrimientos por la causa del Evangelio, apoyado en el poder de Dios, que nos ha salvado y nos ha llamado con santa llamada, no según nuestras obras, sino según su propio propósito y su gracia, que nos dio con Cristo Jesús.

martes, 24 de abril de 2018

Santo Evangelio 24 de abril 2018


Día litúrgico: Martes IV de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 10,22-30): Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Le rodearon los judíos, y le decían: «¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente». Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».


«Yo y el Padre somos uno»

Rev. D. Miquel MASATS i Roca 
(Girona, España)

Hoy vemos a Jesús que se «paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón» (Jn 10,23), durante la fiesta de la Dedicación en Jerusalén. Entonces, los judíos le piden: «Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente», y Jesús les contesta: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis» (Jn 10,24.25).

Sólo la fe capacita al hombre para reconocer a Jesucristo como el Hijo de Dios. San Juan Pablo II hablaba en el año 2000, en el encuentro con los jóvenes en Tor Vergata, del “laboratorio de la fe”. Para la pregunta «¿Quién dicen las gentes que soy yo?» (Lc 9,18) hay muchas respuestas... Pero, Jesús pasa después al plano personal: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Para contestar correctamente a esta pregunta es necesaria la “revelación del Padre”. Para responder como Pedro —«Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo» (Mt 16,16)— hace falta la gracia de Dios.

Pero, aunque Dios quiere que todo el mundo crea y se salve, sólo los hombres humildes están capacitados para acoger este don. «Con los humildes está la sabiduría», se lee en el libro de los Proverbios (11,2). La verdadera sabiduría del hombre consiste en fiarse de Dios. 

Santo Tomás de Aquino comenta este pasaje del Evangelio diciendo: «Puedo ver gracias a la luz del sol, pero si cierro los ojos, no veo; pero esto no es por culpa del sol, sino por culpa mía».

Jesús les dice que si no creen, al menos crean por las obras que hace, que manifiestan el poder de Dios: «Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí» (Jn 10,25).

Jesús conoce a sus ovejas y sus ovejas escuchan su voz. La fe lleva al trato con Jesús en la oración. ¿Qué es la oración, sino el trato con Jesucristo, que sabemos que nos ama y nos lleva al Padre? El resultado y premio de esta intimidad con Jesús en esta vida, es la vida eterna, como hemos leído en el Evangelio.

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Bendita porque has creído


Bendita porque has creído

Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R. 


Verdes estaban los trigos
en los balcones del alba
cuando María tomó
la senda de la montaña.

Feliz por ser agraciada
con un hijo en las entrañas,
allí vivía Isabel
con su esposo, en Ain Karén.

Avanzaba el mes de abril, 
cuando cantan los jilgueros 
y se estremece el jardín
en azahar de limoneros.

Con gran cariño se abrazan
las dos benditas mujeres
regocijadas sus almas
entre un rumor de claveles.

¡Bendita porque has creído!,
fue el saludo de Isabel,
y se alzó un clamor festivo
en la tierra de Israel.

¡Bendita porque has creído!, 
dice de nuevo y Isabel,
y María ha respondido
cantando al Dios de Israel.

LECTURA BREVE Col 3, 1-2


LECTURA BREVE   Col 3, 1-2

Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra.

lunes, 23 de abril de 2018

Santo Evangelio 22 de abril 2018



Día litúrgico: Domingo IV (B) de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 10,11-18): En aquel tiempo, Jesús habló así: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.

»También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre».


«Yo soy el buen pastor»

+ Rev. D. Josep VALL i Mundó 
(Barcelona, España)

Hoy, nos dice Jesús: «Yo soy el buen pastor» (Jn 10,11). Comentando santo Tomás de Aquino esta afirmación, escribe que «es evidente que el título de “pastor” conviene a Cristo, ya que de la misma manera que un pastor conduce el rebaño al pasto, así también Cristo restaura a los fieles con un alimento espiritual: su propio cuerpo y su propia sangre». Todo comenzó con la Encarnación, y Jesús lo cumplió a lo largo de su vida, llevándolo a término con su muerte redentora y su resurrección. Después de resucitado, confió este pastoreo a Pedro, a los Apóstoles y a la Iglesia hasta el fin del tiempo.

A través de los pastores, Cristo da su Palabra, reparte su gracia en los sacramentos y conduce al rebaño hacia el Reino: Él mismo se entrega como alimento en el sacramento de la Eucaristía, imparte la Palabra de Dios y su Magisterio, y guía con solicitud a su Pueblo. Jesús ha procurado para su Iglesia pastores según su corazón, es decir, hombres que, impersonándolo por el sacramento del Orden, donen su vida por sus ovejas, con caridad pastoral, con humilde espíritu de servicio, con clemencia, paciencia y fortaleza. San Agustín hablaba frecuentemente de esta exigente responsabilidad del pastor: «Este honor de pastor me tiene preocupado (...), pero allá donde me aterra el hecho de que soy para vosotros, me consuela el hecho de que estoy entre vosotros (...). Soy obispo para vosotros, soy cristiano con vosotros».

Y cada uno de nosotros, cristianos, trabajamos apoyando a los pastores, rezamos por ellos, les amamos y les obedecemos. También somos pastores para los hermanos, enriqueciéndolos con la gracia y la doctrina que hemos recibido, compartiendo preocupaciones y alegrías, ayudando a todo el mundo con todo el corazón. Nos desvivimos por todos aquellos que nos rodean en el mundo familiar, social y profesional hasta dar la vida por todos con el mismo espíritu de Cristo, que vino al mundo «no a ser servido, sino a servir» (Mt 20,28).

Santo Evangelio 23 de abril 2018



Santoral 23 de Abril: San Jorge, mártir


Texto del Evangelio (Jn 10,1-10): En aquel tiempo, Jesús habló así: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. 

Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».


«El que entra por la puerta es pastor de las ovejas (...) las ovejas escuchan su voz (...) y las ovejas le siguen, porque conocen su voz»

Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas 
(Girona, España)

Hoy continuamos considerando una de las imágenes más bellas y más conocidas de la predicación de Jesús: el buen Pastor, sus ovejas y el redil. Todos tenemos en el recuerdo las figuras del buen Pastor que desde pequeños hemos contemplado. Una imagen que era muy querida por los primeros fieles y que forma parte ya del arte sacro cristiano del tiempo de las catacumbas. ¡Cuántas cosas nos evoca aquel pastor joven con la oveja herida sobre sus espaldas! Muchas veces nos hemos visto nosotros mismos representados en aquel pobre animal.

No hace mucho hemos celebrado la fiesta de la Pascua y, una vez más, hemos recordado que Jesús no hablaba en un lenguaje figurado cuando nos decía que el buen pastor da su vida por sus ovejas. Realmente lo hizo: su vida fue la prenda de nuestro rescate, con su vida compró la nuestra; gracias a esta entrega, nosotros hemos sido rescatados: «Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo» (Jn 10,9). Encontramos aquí la manifestación del gran misterio del amor inefable de Dios que llega hasta estos extremos inimaginables para salvar a cada criatura humana. Jesús lleva hasta el extremo su amor, hasta el punto de dar su vida. Resuenan todavía aquellas palabras del Evangelio de san Juan introduciéndonos en los momentos de la Pasión: «La víspera de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, como hubiera amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1).

De entre las palabras de Jesús quisiera sugerir una profundización en éstas: «Yo soy el buen pastor, conozco a las mías y las mías me conocen a mí» (Jn 10,14); más todavía, «las ovejas escuchan su voz (...) y le siguen, porque conocen su voz» (Jn 10,3-4). Es verdad que Jesús nos conoce, pero, ¿podemos decir nosotros que le conocemos suficientemente bien a Él, que le amamos y que correspondemos como es debido?

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LECTURA BREVE 2Tm 2, 8. 11


LECTURA BREVE   2Tm 2, 8. 11

Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre los muertos, como enseño en mi mensaje de salud. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él.

Camino de la tarde


Camino de la tarde 

Padre Felipe Santos Campaña SDB


Virgen Madre,
Camino de la tarde
Voy pensando en tu amor.
¡Qué delicia para el corazón!
Entre las flores que nacen
Ante la clara luz del sol,
Voy pensando en tu Amor.
¡Ay Dios mío,
cuánta emoción!
Las flores han florecido
En sus piropos de creación.
¡Cuán feliz me siento
pensando en la flor hermosa
de tu divino Amor!

Voy camino de la tarde
Viviendo y pensando en tu amor.
¡Qué grata ilusión!

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