domingo, 16 de abril de 2017

Fácilmente creemos en lo que amamos



FÁCILMENTE CREEMOS EN LO QUE AMAMOS

Por Gabriel González del Estal  

1.- El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer. María Magdalena y el apóstol Juan fueron los primeros en creer. Sin duda, porque fueron los primeros en amar. Es tremendo el poder y la fuerza del amor. Por eso, es importantísimo seleccionar y cuidar nuestros amores. Porque a dónde nuestros amores nos llevan, allí vamos de cabeza. A María Magdalena se le había perdonado mucho, porque había amado mucho; Juan era el discípulo amado del Señor. Los dos eran discípulos por amor. Si nosotros queremos resucitar de nuestras inmensas trabas materiales, si queremos vivir como personas resucitadas, tenemos que poner a nuestro cuerpo las alas del amor al Cristo resucitado por el Dios del amor. María Magdalena corrió la primera al sepulcro, cuando aún estaba oscuro el día, y triste y oscura estaba su alma. Era el amor el que le daba luz y alas para llegar a su amado. Juan corrió más que Pedro y, en cuanto vio el sepulcro vacío, creyó en la luz y en la vida de su amado Maestro. Probablemente, a los cristianos de hoy nos falta más amor que doctrina. Queremos distinguirnos por la belleza de nuestros ritos, y está bien que nuestros ritos sean bellos. Pero lo que, de verdad, debe distinguirnos a los cristianos de los no cristianos es el amor que nos tengamos los unos a los otros y nuestro amor a todos los demás. En eso conocerán los demás que somos discípulos del Jesús Resucitado.

2.- Pedro tomó la palabra y dijo… Me refiero a Jesús de Nazaret que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo. No hay en el mundo algo más bueno que una buena persona. Seguro que en la hora de nuestra muerte lo que más nos gustaría que dijeran de nosotros es que habíamos sido  una buena persona. Que hayamos sido más guapos o más feos, más listos o menos listos, seguramente no habrá dependido tanto de nuestros méritos personales; pero que hayamos sido más buenas o menos buenas personas, sí. Jesús de Nazaret fue una buena persona y lo demostró, entre otras cosas, curando a los oprimidos por el diablo, es decir, liberando de sus enfermedades, angustias y otros males a las personas con las que se encontró por los caminos de Galilea. Jesús de Nazaret no sólo predicaba doctrina; curaba enfermedades, perdonaba pecados y resucitaba muertos. Esta es nuestra misión, la misión de los cristianos: predicar el evangelio y ayudar a la gente a liberarse de sus angustias y de sus males.

3.- Aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Esta es lo que dice san Pablo a los Colosenses: que amemos los bienes de arriba, antes que a los bienes de la tierra. Los bienes de la tierra los necesitamos para vivir aquí y no nos queda más remedio que buscarlos. San Pablo lo sabía muy bien y, por eso, lo mismo que les dice a los Colosenses que aspiren a los bienes de arriba, también dice que él siempre procuró ganarse el sustento con el trabajo de sus manos. Se trata de que tengamos una buena jerarquía de valores. Lo primero es lo primero, y lo primero es buscar el Reino de Dios y su justicia, pero sabiendo que el Reino de Dios y su justicia tienen que realizarse también aquí, en la tierra, y que en la tierra tenemos que vivir siempre con los pies en el suelo. El dinero tiene que ser sólo un medio, nunca un fin en  sí mismo, un medio para conseguir los bienes superiores de la justicia, de la vida, de la verdad, del bien. Y lo que decimos del dinero debemos decirlo igualmente del poder, de la cultura, del progreso, etc. En definitiva, que el peso del cuerpo no impida volar al alma hasta lo más alto y más santo, hasta los bienes de arriba.

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