lunes, 27 de julio de 2015

La levadura del mundo entero



La levadura del mundo entero

En el evangelio leemos: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, quedará solo; si muere dará mucho fruto ” (Jn 12,24). El Señor Jesús es el grano de trigo, pero también es levadura... Viniendo al mundo, como hombre y solo, el Señor Jesús ha dado a todos los hombres la posibilidad de llegar a ser lo que él mismo es. Todo aquel que se incorpora a la levadura de Cristo se convierte en levadura, útil para si mismo y para todos los demás. Se salvará y salvará a muchos. 


Antes de ser introducida en una medida de harina, la levadura se bate, se desmenuza, se disuelve--- Entonces es cuando se asemeja a los innumerables granos de trigo molidos que constituyen la harina. Unifica en un cuerpo sólido una sustancia que, de suyo era tan inconsistente como el mismo polvo. La levadura, en fin, convierte en una pasta útil lo que parecía ser pura dispersión vana. 


Así, Nuestro Señor Jesucristo, levadura del mundo entero, fue quebrantado por muchos sufrimientos, lacerado y destruido, y su sustancia, su preciosa sangre, fue derramada por nosotros para dar consistencia a todo el género humano disperso. Nosotros, que éramos como la harina de pueblos dispersos, nos ha reunido como la levadura convierte la harina en masa compacta. Nosotros yacíamos, miserables, por toda la tierra, dispersos y quebrantados, ahora quedamos unidos en el cuerpo de Cristo, gracias al poder de su pasión.



San Máximo de Turín (¿-c. 420), obispo 
Homilía 111; PL 57, 511 

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