lunes, 18 de mayo de 2015

“Para que en mí encontréis la paz”


“Para que en mí encontréis la paz”

Señor, tu misericordia es eterna. Y Tu, Cristo, que eres toda la misericordia, danos tu gracia; extiende tu mano y ven a ayudar a todos los que están tentados, tú que eres bueno. Ten piedad de todos tus hijos y ven a socorrerlos; concédenos, Señor misericordioso, poder refugiarnos a la sombra de tu protección y vernos liberados del mal y de los adeptos al Maligno. 

Mi vida se ha estropeado como una tela de araña. En tiempo de desgracia y turbación hemos llegado a ser como refugiados, y nuestros años se han marchitado bajo el peso de la miseria y de todos los males. Señor, tu has calmado la mar con una palabra tuya, en tu misericordia aplaca también los disturbios del mundo, sostiene al universo que tambalea bajo el peso de sus faltas. 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Señor, extiende tu mano misericordiosa sobre los creyentes y confirma la promesa hecha a los apóstoles: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Socórrenos como los has socorrido a ellos y, por tu gracia, sálvanos de todo mal; danos seguridad y paz para que te demos gracias y en todo tiempo adoremos a tu Santo Nombre. 


Liturgia caldea 
Himno al oficio del segundo día del «Ba’oussa», de San Efrén 

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