miércoles, 18 de marzo de 2015

"Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo"



"Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo"

    Si observamos el comportamiento del Señor durante su vida mortal veremos que se empeñó manifiestamente en esconder de alguna manera su identidad aunque la daba a conocer plenamente. Parece que haya querido que pudiéramos gozar de él pero no inmediatamente. Como si sus palabras pudieran existir ya como declaración al mundo, mientras que todavía había que esperar durante mucho tiempo su verdadera interpretación. Es que Cristo las reservaba para la llegada de aquel que iluminaría tanto al mismo Cristo como sus palabras... Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles comprendieron por fin quien había estado con ellos; reconocieron la Verdad cuando todo quedaba cumplido, no inmediatamente. 


    Aquí nos hallamos con el principio general que actúa constantemente en las Escrituras y en la marcha del mundo. Cuando Dios viene a nosotros, cuando interviene en el mundo no nos percatamos al instante de su presencia ni sabemos dónde actúa en medio de nosotros sino tan sólo después, cuando miramos hacia atrás, hacia lo que ya se cumplió. (...) Prodigiosa providencia, en verdad, que se hace tan silenciosa siendo al mismo tiempo tan eficaz, tan constante, y sobre todo, infalible. 


    Dios vela siempre por los suyos. El nos conduce y nos alienta en el progreso por un camino que ignoramos, sin saber en qué dirección avanzamos...Todo lo que tenemos que hacer es creer, dejarnos conducir sin ver plenamente el camino. Por la fe, colaboramos con Dios.

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Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra 
Sermón del 7 de mayo 1837 8 (“Cristo manidestado en el recuerdo”); PPS IV, 17 

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