martes, 5 de febrero de 2013

María y el Espíritu Santo





Fue dócil ante la presencia del Espíritu Santo. ¿Lo somos nosotros
aturdidos por tantos ruidos que nos impiden escuchar el rumor 
de Dios? 

Cooperó con lo que el Espíritu le sugirió. ¿Por qué nos cuesta tan 
poco salir de nosotros mismos  para lo inmediato y, por otro
lado, tanto para las cosas de Dios? 

Estuvo unida a los primeros pasos  de la vida de los apóstoles. 

Esperaba la irrupción del Espíritu Santo. ¿Cómo vivimos nuestra 
confianza y cercanía con los pastores de hoy?  

Estuvo delicadamente unida al Espíritu Santo. Tan unida que, con 
razón, la llamamos “Esposa  del Espíritu Santo” ¿Cómo vivimos 
nuestra relación con el Espírtu? ¿Sigue siendo el gran 
desconocido de nuestra vida cristiana? 

María esperaba, la venida del Espíritu Santo, junto a los Apóstoles.

¿Es María un signo de esperanza para nuestra fe? ¿La 
ponemos en el lugar que le corresponde? ¿Le tributamos un 
culto centrado y abocado a descubrir la presencia de Jesús?

María, recibió al Espíritu Santo, para ser la Madre del Señor. “La 
cubrió con su sombra”. ¿Nos abrimos todos los días para acoger
por el Espíritu Santo, la presencia de Jesús en nuestras vidas?

¿Dudamos de la voz de Dios? ¿Abrimos la ventana de nuestra 
alma para que el Espíritu entre por ella? 


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