lunes, 21 de enero de 2013

María Santísima es verdadera Madre de Dios






María Santísima es verdadera Madre de Dios

La gloriosa Virgen María es Madre de Dios, pues dio a luz según la carne al Verbo de Dios encarnado (Concilio de Éfeso, definición dogmática).

María fue predestinada en la mente de Dios antes que toda criatura, para que, Virgen castísima entre todas las mujeres, engendrase de su propia carne al mismo Dios, y Reina del Cielo después de su Hijo, reinase gloriosa sobre todo lo creado (San Bernardino de Siena).

María es Aquélla a quien el Eterno confirió la plenitud de su gracia y elevó a tan excelsa dignidad. Y sabemos que de esta divina maternidad procede su gracia singularísima y su dignidad suprema después de Dios, y, en cuanto a que es su Madre, posee una cierta dignidad infinita, por ser Dios un bien infinito (Sto Tomás de Aquino).

Sabemos que Ella, por ser Madre de Dios, posee una excelencia superior a la de todos los Ángeles, aún a la de los serafines y querubines. Sabemos que por ser Madre de Dios es purísima y santísima, tanto que después de Dios no puede imaginarse mayor pureza y santidad. Sabemos que por ser Madre de Dios cualquier privilegio concedido a cualquier santo en el orden de la gracia santificante, lo posee María mejor que nadie (Cornelio a Lápide, Pío XII). porque Dios enriqueció con dones correspondientes a tal oficio a Ella, la Toda Santa, que fue como plasmada por el Espíritu Santo y hecha una nueva criatura (Vaticano II).

Y al consagrar y fecundar su virginidad, el Espíritu Santo la transformó en el Aula del Rey, Templo y Tabernáculo del Señor, Arca de la Alianza, Arca de la Santificación (Pablo VI, Marialis Cultus).

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