domingo, 16 de diciembre de 2012

Tú, María, maravilla de Dios,


María, humilde hija de nuestra estirpe, 
circundada de belleza y de todas las gracias, 
tú cristal purísimo, fuente incontaminada, 
saliste de las manos creadoras de Dios 
para dar inicio a tierras y cielos nuevos. 

Tú, María, maravilla de Dios, 
estás revestida del esplendor de santidad, 
que siempre dona vida nueva 
y lleva a nuestro mundo viejo 
a los orígenes de la pura creación. 

En ti, mujer humilde y acogedora, 
la palabra eterna fija morada, 
la humanidad entera conoce el gozo 
de la liberación y de la esperanza; 
y para todos se abre una estación de vida verdadera. 

María, en este Adviento 
que precede a la venida de tu Hijo, 
haznos atentos a la Palabra que crea, 
purifica y renueva, 
que reconcilia, santifica y colma de gozo, 
para que también en nosotros 
el Verbo pueda hacerse carne. 

Revístenos de tu vestidura de salvación, 
regálanos un poco de tu luz de gracia y santidad 
y haznos capaces de derramar
a nuestro alrededor 
un poco de tu perfume, de tu belleza espléndida, 
que sola salvará el mundo y lo unirá en la paz.
(M.Q )

Fuente: Paoline.org

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